As I went down in the river to pray
Studying about that good ol' way
And who shall wear the starry crown
Good Lord, show me the way!
O sisters let's go down,
Let's go down, come on down.
O sisters let's go down,
Down in the river to pray.
(más)
Cuando escuché la canción “Down in the river to pray” por primera vez, interpretada por el coro Calíope, no sabía de qué se trataba. Me sonó a gospel. Y tan, tan mal de oído no estaba, porque según dicen en una página llamada ChoralNet, el origen de la canción puede asociarse con los spirituals. Dicen además que en la variedad de letras modificadas desde los primeros registros existentes, se pasó de un “valley” a un “river” y de un “down to” a un “down in”, dejando quizás implícita ya la idea de un bautismo.
La canción fue popularizada recientemente por Alison Krauss y la película de los hermanos Cohen llamada “O Brother, Where Art Thou?” (en Argentina: ¿Dónde estás, hermano?). Así que me puse a ver algunas escenas en YouTube. Precisamente la escena donde se escucha la canción es cuando dos de los protagonistas, fugitivos y en un bosque, se encuentran con una comunidad que va al río y allí mismo toman la repentina decisión de bautizarse. Y era bautismo por inmersión.
No sé cuán fiel es la escena a prácticas existentes, pero al parecer sería una comunidad protestante, que suelen hacer este tipo de bautismo. Pero por lo que pude leer, los católicos también podemos bautizarnos por inmersión. Según dice en Corazones, eso es así desde las refomas del Concilio Vaticano II. Según dice Wikipedia, lo hacen en la Iglesia Católica los Neocatecumenales y la Renovación Carismática. Y algunos detalles técnicos o legales se pueden leer aquí: clic.
Perdón por lo infantil del comentario, pero me gusta el bautismo por inmersión. Es como fue el bautismo de Jesús. Lo que me recuerda aquello que decía Benedicto XVI en la primera parte de su Jesús de Nazaret:
Por un lado, en la inmersión se simboliza la muerte y hace pensar en el diluvio que destruye y aniquila. En el pensamiento antiguo el océano se veía como la amenaza continua del cosmos, de la tierra; las aguas primordiales que podían sumergir toda vida. En la inmersión, también el río podía representar este simbolismo. Pero, al ser agua que fluye, es sobre todo símbolo de vida: los grandes ríos —Nilo, Eufrates, Tigris— son los grandes dispensadores de vida. También el Jordán es fuente de vida para su tierra, hasta hoy. Se trata de una purificación, de una liberación de la suciedad del pasado que pesa sobre la vida y la adultera, y de un nuevo comienzo, es decir, de muerte y resurrección, de reiniciar la vida desde el principio y de un modo nuevo. Se podría decir que se trata de un renacer. Todo esto se desarrollará expresamente sólo en la teología bautismal cristiana, pero está ya incoado en la inmersión en el Jordán y en el salir después de las aguas.