martes, 25 de septiembre de 2012

Más allá del mundo (discursete)

La lucha por elevarnos más allá de este mundo (estando aún en este mundo) es tan utópica como realista. Es imposible, pero es la única salida. Y no es un engaño. O, al final de cuentas… ¿para qué seguir empeñándose en resolver si es o no es un engaño? Si dejándonos caer y arrastrándonos como bestias no somos felices, ¿qué otra cosa queda sino seguir intentando ser un hombre nuevo?

Asombrados por la magnificencia de una evolución aún no comprendida en su plenitud (ni siquiera científicamente hablando) nos entretenemos en estos tiempos viendo nuestras similitudes con los animales y llegamos a olvidamos un poco de las enormes diferencias que tenemos con ellos.

Aquella lucha imposible es una de las diferencias, una de las cosas propias del hombre. Y la fe nos dice que lo que es imposible para nosotros es posible para Dios. Eso nos anima a la lucha, una lucha de siglos en la que los héroes son nuestros santos. Habría que reescribir la historia de la civilización con las victorias de los santos como los verdaderos triunfos de la humanidad. (Quizás podríamos inspirarnos en Tolkien y su cuento “Egidio, el granjero de Ham” donde, dice Joseph Pearce, la cronología de la historia se da según el santoral).

Aún los más agnósticos, los más materialistas, podrían aceptar esto, incluso si ven al hombre solo como el producto más avanzado de la evolución biológica. Si es solo una evolución biológica, ¿qué sentido tiene juzgarla buena o mala? Solo es. Hagamos los que nos dicta su escencia, entonces. Y, ¿qué está más en la escencia del ser más evolucionado que su intento de trascender al mundo? ¿Qué distingue a estos seres avanzados si no su metafísica, su religión, su querer ir más allá del espacio y del tiempo?

2 comentarios:

AleMamá dijo...

Justo en Chile se ha desarrollado por el diario El Mercurio una larguísima -y empatada- discusión entre los clásicos partidarios del Creacionismo y los de la evolución. Para mi no hay contrasentido alguno; Dios creó y dejó todo listo para que evolucionara y creciera, pero la discusión no para y nadie gana ni pierde: que sí, que no....¡uffffff! Por eso me gusta tu meditación. Somos animales pero no nos podemos comparar así no más con las demás bestias (aunque muchos lo intentan en estos tiempos hasta en la ONU).

No sigo porque sabes que estamos de acuerdo, solo que tu lo dices muy bien.

Creo que no he leído ESE libro de Tolkien. Si el del herrero. Es muy lindo también. La moraleja, si es que la tiene, no la recuerdo.

Saludos

Fernando dijo...

La lucha del hombre religioso por la trascendencia se corresponde con la lucha del hombre ateo por su libertad. Libertad frente a las limitaciones del mundo físico (y de ahí su admiración por los científicos y los médicos, que le van liberando) y libertad frente a las limitaciones intelectuales y políticas (y de ahí su admiración por pensadores y políticos, por lo mismo). Es en esa búsqueda de su libertad donde siente que mejora, que se realiza, alejándose de los animales. Frente al santoral católico tiene su santoral laico de científicos, pensadores y políticos que le han ido liberando y realizando.