Y seguimos siguiendo con las palabras de Fandermole.
“Estropada” no está en el diccionario de la RAE. Y cuando supe que era del
lenguaje náutico me asusté, porque no soy muy bueno para recordarlas. Pero a
pesar de no haberla aprendido en el agua, como creo que tendría que ser para aprenderlas
bien, no la olvidaré, porque me gusta lo que nombra. Dice en una página: “Es el
desplazamiento que queda luego de haberse detenido el medio de propulsión
(empuje de las velas)”. Es entonces una inercia, pero con nombre algo feo.
Aunque en los versos de Fandermole queda bien…
Aquí está la marcha
(Jorge Fandermole)
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Era el fuego que empujaba por la espalda
al abuelo en el despunte de la luz,
respiraba en los pulmones de la fragua
y quemaba en un candil la juventud.
Era el viento en el molino y la estropada
que en la sangre nos pegaba el corazón;
era pura voluntad y nos bastaba,
y sobraban los motivos del amor.
La buscamos hasta perder el aliento
en los libros viejos de cada lugar,
en los mapas y en la rosa de los vientos
y en el son que cruza el aire al despertar.
Dónde irá la marcha, esa que al andar
nos alegra el alma con su claridad;
el que la reclame solo no podrá,
que si no es de nadie de todos será.
Pero un día recorriendo las orillas,
cuando ya no había esperanza en nadie más
la encontró un viejo tirada en una esquina,
con su voz la alzó y la puso a caminar.
Desde entonces siempre hay alguien que la toca
y a nosotros, que sentimos su calor,
se nos vuela desde el borde de la boca,
de las manos y del parche del tambor.
Aquí está la marcha, esa que al andar
nos alegra el alma con su claridad;
el que la reclame solo no podrá,
que si no es de nadie de todos será.