Sigo recorriendo la Costa Brava con Pla (que al momento nunca la llamó así) y conozco esos pueblos de pescadores en los que en días de lluvia (casi como este) toda la gente se quedaba en la casa, en las posadas, comiendo, bebiendo, cantando; hombres, mujeres y niños, familias completas. Y así nos quedamos hoy acá en casa. “Aquí nos haremos más sabios que ricos”, le dice Hermós a Pla cuando lo invita a pasar ese día lluvioso en la taberna de Arquímedes, en La Escala.
Unos instantes antes pensaba en los viajes, y en que yo nunca viajé mucho en mi vida. Cuando leo los de Pla me digo que qué bueno sería visitar esos lugares. Y luego abro la Biblia al azar y es el Eclesiástico. Voy al final (el poema sobre la búsqueda de la sabiduría) y al inicio (donde hay una introducción) y me entero de la historia del autor del libro, Jesús (hijo de Sirá), quien se instruyó en la sabiduría fervientemente. Primero en su juventud con la oración, luego con los viajes. “Nunca es tarde”, me digo, entonces.
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