(Llueve y llueve).
Acompaña al lecho a los enamorados,
lleva hasta el patíbulo a los condenados,
a los estrelleros les guarda el instinto,
saca a los perdidos de los laberintos.
La primera vez que escuché la palabra estrellero fue
en un vals que tocaba Carlos Di Fulvio que se llama “Chasque para la costa”
(letra de Julio Migno, música de Orlando Vera Cruz):
Yo tengo un oficio, patrona, estrellero,
comprendo en qué forma conversa la luz.
Yo se la guarida que tiene el Lucero,
de las Tres Marías conozco el sendero
y se por qué causa no sale la Cruz.
Hoy veo que estrellero está en el diccionario de la
Real Academia. Su tercera acepción habla de un tipo de aparejo. Su primera
acepción habla del caballo o yegua que despapa, es decir que levanta demasiado
la cabeza. Y la segunda acepción dice simplemente “astrólogo”.
Pero claro que eso no es un estrellero en estas
pampas. Un estrellero aquí es el que se orienta con las estrellas, sin brújula
ni GPS. Y del trabajo y el amor no le va adivinar nada. Pero si contarle lo suyo
con mucho orgullo, como lo explica muy bien en este video Orlando Vera Cruz.
(El intérprete se detiene entre la primera y la segunda
estrofa a explicar todo este asunto; la letra de la canción la pueden ver aquí).
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