jueves, 15 de enero de 2015

3 citas

“Dice Plotino, comentando esa odisea del alma: ‘Si es dado mirar las bellezas terrenales, no es útil correr tras ellas, sino aprender que son imágenes, vestigios y sombras (de la Hermosura Primera). Si corriéramos tras las imágenes por tomarlas como realidad, seríamos como aquel hombre (Narciso) que, deseando alcanzar su imagen retratada en el agua, se hundió en ella y pereció’”
(Leopoldo Marechal, Descenso y ascenso del alma por la belleza)
 
Todo fenómeno sobre la tierra es un símbolo, y todo símbolo es una puerta abierta, por la que el alma, si está preparada, puede entrar en la intimidad del mundo, donde el tú y el yo, el día y la noche, son uno. Ante cada hombre, alguna vez en su vida, aparece la puerta abierta en el camino; en cada hombre aletea en una ocasión la idea de que todos los objetos visibles son símbolos y de qué, tras cada símbolo, habitan el espíritu y la vida eterna. Pocos pasan, es cierto, por esa puerta y renuncian a las bellas apariencias a cambio de la presentida realidad de lo íntimo”.
(Hermann Hesse, Iris)
 
“(…) Las criaturas nos proponen una meditación amorosa y no un amor. ¿Una meditación amorosa de qué? De las imágenes y símbolos a que fielmente se reducen todas las criaturas, si las miramos en sus caras inteligibles. ¿Y cuál es el objeto de tal meditación? El de ir conociendo lo invisible por lo visible; el de ir atisbando el rostro de la Divinidad a través de las imágenes y símbolos que la revelan y esconden a la vez; el de remontarse a la contemplación de la Unidad creadora y eterna, por la escala de lo múltiple, creado y perecedero.
 
(…) La Creación nos propone la verdad en enigmas, como la Esfinge que mató Edipo cerca de Tebas. ¿Otro mito? me dirás. Y aleccionador en su fábula, como todos los mitos, porque la Creación es también una esfinge. Ahora bien, la Esfinge, monstruo poliforme, detiene a los viajeros y les plantea un enigma: si los viajeros no lo resuelven, la Esfinge, según el mito, los despedaza y los devora.
 
Tal hace la Creación: despedaza y devora luego los andantes que no resuelven su enigma: los despedaza en la multiplicidad de sus amores; y los devora, porque amar es incorporarse a la forma de lo que se ama. Pero el héroe tebano mató a la Esfinge. ¿Cómo? Resolviendo su enigma. ¿Será necesario imitar a Edipo? ‘A fuerza de amar las cosas creadas ­ dijo Agustín -, el hombre se hace esclavo de las cosas, y esa esclavitud le impide juzgarlas’".
(Leopoldo Marechal, ídem)

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