“David Copperfield”, de Charles Dickens, capitulo XLIII: “He hecho mis pinitos en otro campo. Con temor y temblor he abrazado la carrera de autor. (…)”.
Mismo libro, capítulo XLVII: “Me acerqué a su figura solitaria con un leve temblor, porque este final siniestro de su caminata decidida y su manera de quedarse parada casi en la cavernosa sombra del puente metálico mirando las luces que se reflejaban sinuosamente en la fuerte corriente, me inspiraba un cierto temor”.
Mismo libro, capítulo LII: “(…) como observa el filósofo danés (…)”
Descubro así que Dickens sabía algo de Kierkegaard y me dedico a buscar en Google.
Así como es evidente que Dickens conocía algo de Kierkegaard, a la inversa no sería tan fácil de saber. Observémos como lo dice un libro llamado “The reception of Charles Dickens in Europe”, editado por Michael Hollington, en el capítulo referido a Dinamarca escrito por Dominic Ransford:
“More sophisticated responses to Dickens, in his own lifetime, are hard to find in Denmark. There is little evidence that he had significant impact on many of the major cultural and intellectual figures of the time. N. F. S. Grundtvig (…) does not seem to have left any comments about Dickens; nor, more disappointingly, does Soren Kierkegaard (…), who did not read English (…)”
Para mencionar luego sí a Hans Christian Andersen, cuya relación con Dickens merece un capítulo aparte, pero no es nuestro tema. Eso sí, es evidente que al margen de las relaciones personales, hay alguna afinidad entre los dos autores que estamos tratando. Así lo deja ver el mismo libro:
“(…) twentieth-century critics, from Theodor Adorno to J. Hillis Miller, hace occasionally detected affinities between Dickens’s and Kierkegaard’s sensibilities and philosophical views”.
Hecha esta tentadora presentación, cerramos el post. Porque hay poco tiempo, pero mucho más por decir.
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