sábado, 8 de agosto de 2020

Porco vs. Fabien

Hay una escena de Porco Rosso en la que Porco le cuenta a Fio la historia de una lucha sobre el Adriático en la que él pierde las fuerzas (y quizás el conocimiento, digo yo) y se encuentra en un mundo fantástico todo blanco sobre un manto de nubes. Luego ve a los aviones derribados y sus pilotos ascender, pasar como él arriba del manto de nubes y luego seguir subiendo al cielo. Y pasa su amigo Berlini y él lo llama. Pero se da cuenta que son los muertos. Y ellos siguen ascendiendo hasta una especie de constelación o estela de aviones que viajan por el más alto cielo.

porco rosso clip from Jing Wang on Vimeo.

(Gracias a Hernán J. G. por ayudarme con el video)

Yo no sé dónde leí que esto tenía que ver con un pasaje de “Vuelo Nocturno” de Saint-Exupéry. El pasaje lo encontré. Tiene que ser ese. En Vuelo Nocturno el piloto ya casi sin combustible, en medio de una tormenta de noche, sin luces de ningún tipo que lo guíen, divisa en un quiebre del manto de nubes unas estrellas y sabe que no debe subir pero sube irresistiblemente atrapado por la luz. Traspasa las nubes dejando la tormenta abajo y entra a un paisaje maravillosamente iluminado. Pero el desenlace es distinto (spoiler alert), ya que a diferencia de Porco, el piloto Fabien no descenderá vivo.
Se remontó, soslayando mejor los remolinos, gracias a los hitos que ofrecían las estrellas. Su pálido imán le seducía. Se había afanado tan largo tiempo en la búsqueda de una luz, que no habría abandonado la más confusa. Feliz por el fulgor de un albergue, habría revoloteado hasta la muerte alrededor de esta señal, de la que estaba hambriento. Por eso ascendía hacia los campos de luz.

Se elevaba poco a poco en espiral, por el interior del pozo que se había abierto y que se cerraba de nuevo a sus pies. A medida que ascendía, las nubes perdían su cenagosa oscuridad, pasaban contra él como olas cada vez más puras y blancas. Fabien emergió.

Su sorpresa fue extraordinaria: la claridad era tal que le cegaba. Por algunos segundos tuvo que entornar los ojos. Jamás hubiera creído que las nubes, que la noche, pudiesen cegar. Pero la luna llena y todas las constelaciones las convertían en olas resplandecientes.

El avión había ganado, de un solo golpe, en el mismo instante de emerger, una calma que parecía extraordinaria. Ningún oleaje lo zarandeaba. Como barca que pasa el dique, entraba en las aguas abrigadas. Había penetrado en una región ignota y escondida del cielo, como la bahía de las islas venturosas. La tempestad, debajo de sí, formaba otro mundo de tres mil metros de espesor, atravesado por ráfagas, trombas de agua y relámpagos, pero presentaba a los astros un rostro de cristal y de nieve.

Fabien creyó haber arribado a limbos extraños, pues todo hacíase luminoso: sus manos, sus vestidos, sus alas. La luz no bajaba de los astros, sino que se desprendía, debajo de él, alrededor de él, de esas masas blancas.

Las nubes, bajo él, devolvían toda la nieve que recibían de la Luna. Las de derecha e izquierda, altas como torres, hacían lo mismo. La luz era cual leche en la que se bañaba la tripulación. Fabien, volviéndose, vio que el «radio» sonreía.

—¡Esto va mejor! —gritó.

Pero la voz se perdía en el ruido del vuelo: las sonrisas solas hablaban. «Estoy completamente loco —pensaba Fabien— por sonreír; estamos perdidos».

Sin embargo, mil oscuros brazos le habían desatado de sus cadenas, como se desata a un prisionero al que se permite andar solo, por un tiempo, entre flores.

«Demasiado hermoso», pensaba Fabien. Erraba entre las estrellas acumuladas con la densidad de un tesoro, en un mundo donde nada vivía fuera de él, absolutamente nada excepto él, Fabien y su camarada. Semejante a esos ladrones de ciudades fabulosas, emparedados en la cámara de los tesoros, de donde no sabría salir. Entre pedrerías heladas, erraban infinitamente ricos, pero condenados”.
(Antoine de Saint-Exupéry, Vuelo Nocturno, cap. XVI)

Hay otra similitud no expuesta en el video y en este último texto. El amigo de Porco era recién casado y el piloto de Vuelo Nocturno también llevaba muy poco tiempo de matrimonio.

2 comentarios:

Juan Ignacio dijo...

Hoy me encuentro con esta imagen de N. C. Wyeth, famoso ilustrador norteamericano que ilustró "La isla del tesoro" de Stevenson: Clic.
Es muy adecuada para la historia de Vuelo Nocturno.

Juan Ignacio dijo...

Ref.: Clic