miércoles, 15 de octubre de 2025

La vida moderna

Cuando volví del trabajo saqué el mate afuera y me senté a esperar que caiga una palta.
Me puse bajo el alambrado de la parra, que es una malla 15 por 15 y como la parra recién empieza no está nada tupida, así que la malla tiene agregadas un par de tablas justo arriba de los sillones.
En esta época ya están cayendo unas diez paltas por día, así que cada dos o tres horas podría caer alguna, dicen las matemáticas.
No sé si voy a poder estar todo ese tiempo esperando (¡ah, la vida moderna!)
Es lunes pero el clima no lo sabe y se puso que parece fin de semana de contento...

sábado, 11 de octubre de 2025

El rulo del 84

 


Este rulo que ven en la imagen nunca lo vi en un colectivo. Esta curiosidad la hace el 84 cuando va en sentido desde Constitución a Villa del Parque. Va por Entre Ríos y en vez de doblar a la izquierda en Venezuela se pasa y hace una vuelta a manzana a la derecha y para atrás.

Esto es poco visto en un recorrido de colectivo en la Ciudad de Buenos Aires. Y si no dije “nunca visto” es porque buscando a pulso encontré alguna cosita rara por ahí que vi que podría ser similar. Pero no alcanza a opacar a esto que hace el 84, que es único.

Por lo general se observan salidas previas a la derecha, para luego volver a avanzar por la paralela y entonces sí doblar a la izquierda. El que primero se me vino a la mente fue el 65, yendo por Lacroze para doblar a la izquierda en Alvarez Thomas. Pero en mi niñez estaban (y están todavía) los que venían del oeste por Rivadavia, que se hacía Rosario, y tenían que doblar a la izquierda en José María Moreno: el 55, el 104, el difunto 52 (si bien Rosario es mano única, estaba prohibido doblar a la izquierda en José María Moreno).

Busqué en Internet muchos otros recorridos y en general hay giros simples. O, cuando hay que salir a la izquierda y no se puede, saliendo antes a la derecha como dijimos. El 67 que va por Cabildo para doblar a la izquierda en Olazabal; el 133 cuando viene por Nazca para doblar a la izquierda en Rivadavia; el 113 que va por Rivadavia para doblar en Artigas o en Boyacá; el 104 por Rivadavia para doblar a la izquierda en Ensenada, etcétera y muchos etcétera.

Lo cierto es que en muchos de estos casos de los que hablamos estamos hablando de resolver el giro a la izquierda por estar, en casi todos los casos, yendo por una avenida doble mano. Pero Entre Ríos no es doble mano. ¿Qué le impide al 84 doblar a la izquierda en Venezuela sin más? Tengamos en cuenta que agregar una vuelta a manzana en un recorrido debe sumar valiosos minutos en escala de tiempo colectivera.

Hemos pensado varias hipótesis. Primero, la del carril exclusivo para transporte público. Quizás por ir por dicho carril, que es por la derecha, tenga vedado por alguna razón doblar directo a la izquierda. Pero hay otros colectivos que sí lo hacen. Por ejemplo el 132 cuando sube por Córdoba por carril transporte y gira a la izquierda en Pueyrredón. Así que esta hipótesis queda descartada.

Segunda hipótesis: pensamos que hace el rulo para visitar algún lugar de alta demanda. Justamente al hacer el rulo pasa por la puerta de la Fundación Favaloro, con consultorios enfrente, muy concurrida. Pasa por la puerta, ¡pero no para! ¡No tiene paradas en todo el rulo! Si vas a la Favaloro debes bajarte en Entre Ríos y Venezuela y ahí puede estar el problema. Como la parada está a la derecha llegando a la esquina, ya es imposible doblar a la izquierda.

Dada la situación de la parada, parece ser esta la causa del rulo. ¡Pero la solución es malísima! ¡El beneficio no justifica el costo! Agregan todo un rulo para dar una proximidad mínima al pasajero. Claramente si vas a hacer ese rulo tenés tres cuadras en donde podés dejar al pasajero más cerca de la Favaloro. ¿En ninguna de las tres podías poner la parada? Para eso no hagas el rulo, doblá en Venezuela y pará después de doblar (¡donde, de hecho, ya hay una parada!)


Pero a medida que seguíamos con el tema hemos descubierto una cosa más. ¿Por qué, en todos los recorridos que analizamos, el colectivo para doblar a la izquierda sale antes a la derecha en vez de hacerlo después? Porque en general (¿o siempre?) las calles paralelas a una calle doble mano tienen el mismo sentido de circulación que la mano que escoltan.

Pero nuestro criticado 84 no va por una doble mano, recuerden. ¡Y encima a la derecha tiene dos contramano seguidas! Entonces nuestra mejor explicación de todo este embrollo hasta el momento es la siguiente. El 84 quiere doblar en Venezuela pero acercarse lo más posible a la Favaloro (o avenida Belgrano en general). Para eso mete una parada bien cerca de la esquina de Venezuela y ya no puede doblar a la izquierda. Y no le queda otra que inventar el rulo, ya que por sus doble paralela contramano no le conviene salir antes (no pensemos en salir antes a la izquierda porque se alejaría más de la Favaloro). Una vez hecho el rulo, resta explicar por qué no lo usa mejor, acercando la parada al objetivo.

Al momento, y para la Ciudad de Buenos Aires, solo he encontrado algo levemente parecido con el 71 en su ramal a Villa Adelina por Maipú. Cuando pasa el túnel Gatica-Goyeneche dobla a la derecha y atrás, para recuperar la izquierda, sin duda que para pasar por la estación Saavedra del Mitre. Totalmente justificado e imposible de hacer por otro lado sin sumar muchas cuadras.


Después hay algunas cuestiones que solo comentaremos. Según Omnilíneas hay un ramal de la 8 (línea inaugurada en 2009) que en su salida desde Liniers hace un rulo. Pero la aplicación Moovit no lo tiene en sus registros de recorridos. Si existe, debe ser algo como un “acomodamiento” previo a la salida. Y de esos que yo creo que son acomodamientos previos a la salida hay muchos. Con rulo o sin rulo. Al parecer Omnilineas los muestra, pero Moovit no. Caso del 91 en Constitución, el 188 en Plaza Italia, etcétera, etcétera.

Por supuesto que para esto de los rulos no cuento cuando la calle es la que hace dicho rulo, o lo que pide la circulación para acceder a una autopista. Por ejemplo los colectivos que usan el Puente Intendente Guiraldes o el Puente Labruna para ir o venir de la zona de Ciudad Universitaria o Costanera (37, 42, 107, 166). O alguno que agarra el rulo de Sarmiento para ir de Lugones a Costanera (160). O los que vienen por Rivadavia para subir a la General Paz (1, 47, 117). O los que suben a la Autopista 25 de Mayo en el bajo (96, 195), que si bien el rulo o giro lo hacen por calles, es para acomodarse al acceso a la autopista.

Hay otros giros curiosos. Quizás convenga mencionarlos, para destacar aún más la particularidad del que hace el 84. Están los que podríamos llamar moños. A vista rápida en un plano de recorridos podrían parecer un rulo, pero no lo son. La línea no se corta, se toca. Es el caso del 123 cuando viene por Constituyentes y tiene que agarrar Salvador María del Carril. O el caso del 85 cuando viene por Beiró para tomar Segurola.



Hay otros casos en que se da este “tocarse”. Y en varios casos no es un punto sino unas cuadras, que la hacen en ambos sentidos por la misma calle, como hace el 92 cuando va por Las Heras y tiene que agarrar Pueyrredón. O incluso el caso del 61 en el ramal que entra y sale del barrio Rodrigo Bueno, en Puerto Madero, por las avenidas Rawson de Dellepiane y España.



Y eso es todo lo que encontré sobre lo que podríamos llamar “rulos”, o “trazados que se cortan a si mismos”, “cerrados, no abiertos” (destaquemos que el "moño" no lo es, solo se parece). Revisando hasta la línea 195 (las que recorren o entran en la Ciudad de Buenos Aires) y solo en su recorrido dentro de la ciudad.

Creo que alcanza para decir que el rulo del 84 es un caso único de Buenos Aires.

domingo, 28 de septiembre de 2025

Desengaños, mas no desilusiones

Es humorístico pero serio cuando el Matías Pascal de Luigi Pirandello echa la culpa a Copérnico de que ya no sean interesantes las historias humanas (por ende tampoco la propia) porque, gracias al renacentista, el hombre ya no está orgullosamente en el centro; más aún, es pequeño y sin importancia en el universo. Eligio Pellegrinotto le dice que afortunadamente el hombre olvida fácilmente el concepto de su pequeñez y por ende le anima a contar su historia.

Pero nosotros por la fe no llamamos a esto un olvido de una realidad sino más bien una intuición de otra mayor. El hombre sigue siendo el hombre y es especial dentro de la creación, aunque se vaya desayunando que ya no es ni tiene cosas que pensaba que era o tenía. Porque su originalidad salta a la vista. Necio el que no lo ve.

El hombre va conociendo. Resultó que su Tierra no es el centro. ¿Ya asumió eso? Muchos años después de Copérnico llegó Darwin. Hoy le toca al hombre ver con tremenda fuerza cómo está hecho de barro cuando conoce cada vez más cómo se formó su ser biológico.

Pero aún sigue siendo especial. Porque es especial por lo que es, no importa dónde está o cómo llegó a ser lo que es. Decía Chesterton en “El hombre eterno”, hablando del hombre y en función de las discusiones ideológicas a partir del “El origen de las especies”:
Un suceso no es más o menos comprensible en función del tiempo que tarde en producirse. Para un hombre que no cree en los milagros, un milagro lento será tan increíble como uno repentino. Con un simple toque de varita, Circe la hechicera podría haber convertido en cerdos a los marineros, pero no resultaría menos impactante que un marino amigo nuestro fuera convirtiéndose paulatinamente en un cerdo con sus pezuñas y su rabo rizado. Este hecho podría considerarse incluso más estremecedor y misterioso”.
Estos desengaños sobre cosas que pensábamos ser o tener no solo no deben confundirnos, sino que pueden ayudarnos positivamente. Darnos cuenta que no estamos en el centro del universo quizás sea una buena forma de darnos cuenta que, como decía nuestro capellán en la facultad: “el hombre es un ser descentrado, porque está centrado en sí mismo” (cuando debe estarlo en Dios).

¿Cómo ayudará al hombre conocer así el barro con el que Dios nos formó? Nuestro valor y nuestra dignidad no prescindieron nunca de la idea de que estamos hechos de barro. ¿Quizás descoloque un poco al hombre, lo lastime en su orgullo de hijo de Dios, el hecho de ver que el barro es casi el mismo con el que Dios hizo otras cosas? ¡Pero vaya! No debe olvidar el soplo…

viernes, 26 de septiembre de 2025

En demientra

Tengo unas entradas a medio terminar y unas canciones que no se pueden perder…

Hace mucho hablamos de “Sixpence None the Richer”, de inspiración lewisiana. Encontré esta vieja entrevista en donde la cantante Leigh Nash explica el nombre de la banda. Y este stripped-down cover o versión despojada (como dicen los muchachos de Stories), a voz y guitarra, que hicieron muchos años después, de su superéxito de los noventa: “Kiss me”...

Esta versión de la “Canción del jardinero” en piano, con arreglos de la misma intérprete, es “astronómica”. Digan si por la peculiar postura al tocar no parece discípula del eximio Glenn Gould

Quien tiene la publicidad, cantando con quienes deberían tener tanta como ella.

Si Susan Tedeschi no existiera (Dios no lo permita) la voz y segunda guitarra de la Tedeschi Trucks Band debería ser Warren Haynes, de eso estoy seguro…

¿A Inti Illimani lo tenían?

sábado, 30 de agosto de 2025

La resistencia

Pantalla mata libro, pero nosotros somos de la resistencia. Nadie sospecha que ocultos en una casa de la avenida hay miles de libros. Hay pantallas también, es claro. Todos llevamos pegada una hoy en día. Y hay unas más grandes que van de acá para allá por la casa. Y una grandota. Fija en un costado. Nosotros la usamos con YouTube y dos canales de cable.

(Sería inevitable a esta altura una referencia a Fahrenheit 451, pero no sabría cómo hacerla...)

Ocultos en la avenida hay miles de libros pero la batalla siempre es uno a uno. No pesa que sean muchos libros sobre unas pocas pantallas. Es siempre uno y el momento. Sos vos. Es cuando te sentás. ¿Qué agarrás primero? ¿Pantalla o libro?

(Si la disyuntiva para vos nunca fue esa, olvidate de esta entrada...)

La resistencia es adentro. "La lucha es de igual a igual contra uno mismo", cantaba uno de Rosario. La resistencia está formada por células dispersas por la ciudad y unidas por el combate que se libra en cada una de ellas. Lo que los une es la pregunta, la inquietud, el deseo de agarrar el libro al sentarse, de hacerlo incluso antes que el celular.

De todos modos la batalla siempre se pierde. Ya dijimos cuántas pantallas nos rodean y pensemos también para qué fines nobles se usan. Pero eso no nos impide luchar por ese momento. Ese momento en que preferimos el libro y parecen querer impedírnoslo nuestros mismos músculos.

Y la satisfacción la da esa pequeña victoria que ocasionalmente logramos. Y a veces mirar hacia atrás y decir: "Ha sido bueno este pasaje..." (ahí notamos que la mano parece ya habernos abandonado, guiada por una voluntad propia) "...¿tendré muchos WhatsApp?".

(Después de la ansiedad y antes del cansancio, ¿te queda algo de tiempo? Solo allí podrás ganar la batalla... )

viernes, 29 de agosto de 2025

21

¿Qué clase de aniversario será este? ¿Mayoría de edad? ¿Tres veces siete?
¿Qué cosa es esta del blog? (Esta es la pregunta que nunca se termina).

jueves, 21 de agosto de 2025

Lugares y tiempos de un libro

(Entre julio y agosto)

Alimentar la salamandra y leer el “¡Desciende, Moisés!”. Con eso solo ya hubieran sido las vacaciones ideales. El libro podría haber sido otro. Pero a este la salamandra le quedaba muy bien. Cada tanto, cuando levantaba la vista y la veía, y estando en una casa desconocida, la sensación era de no haber salido aún del libro.

En la edición de Argos Vergara de 1980 parece una novela de Morris West o algún bestseller romántico. Pero adentro hay “‘spirituals’ que rompen todos los cánones y rebasan todos los cauces”, como dijo su apasionada traductora para esta edición, Ana María de Foronda.

Cuando volví, con mí libro a medias, la primera noche que lo abrí me parecía oler aún a humo (es probable que, aunque lavado, fuera mi pelo, dicen los escépticos).

Después lo leí entre las luchas diarias, dándole huecos entre las ocupaciones, ese tiempo que parece miserable frente al que uno puede darle a un libro en unas vacaciones (¿la verdadera lectura es un lujo?).


Y hoy lo leí a las tres y media de la madrugada, en ese momento en que uno se despierta a mitad de la noche cuando el día previo fue de cierta agitación emocional…

...

Y hoy lo leí a la tarde mientras crecía el olor de las empanadas de choclo…

...

Y hoy lo leía mientras esperaba que nos confirmen si se hacía un cumpleaños y no había apuro si no confirmaban…


(Se hizo; ahora estamos de vuelta y es la una de la mañana; antes de irme pude terminar la intensa parte 3 de El Oso…)


¿Por qué leer esos párrafos sin respiración de Faulkner? ¿Es esnobismo? Puede haber algo, pero su mundo es cautivante y por eso me someto a esos párrafos desordenados (desordenado no es virtud literaria… pero desordenada es la realidad… eterna discusión…)


El señalador cumple su segunda misión, si no me equivoco (y estoy casi seguro de no equivocarme). Sé que estuvo en un libro antes pero no recuerdo en cuál. Sé que estuvo y funcionó bien porque es un cartoncito que es “etiqueta” de una prenda de vestir, y estos cartoncitos suelen ser gruesos y no funcionar pero este una vez funcionó y por eso lo recuerdo…


Cuando el autor no es bueno presenta mal a los personajes. O no aparecen con la debida antelación, o no tienen “sustancia”, o tienen diversas fallas que hacen que el personaje “no sea creíble” (parezca un forzado hecho literario sin interés).

Faulkner, en cambio, te tira un nombre de un personaje secundario en medio de la nada y tiene “credibilidad” porque parece que lo sacó (y es muy probable que lo haya hecho) de un inmenso mundo de personajes que ya existía en su mente y a los que no les había prestado atención para contarte sobre ellos hasta ese momento. Pero allí estaban, tienen solidez (“validez”) como si hubieran sido presentados de antemano en el programa de una ópera y estabas esperando solo que ingresen…

martes, 22 de julio de 2025

Otra vez esa esquina

La veo a través del toldo plástico semitransparente(*), desdibujada como muestran los sueños en las películas. La esquina fue demolida. Hay algo de invasión de la intimidad cuando en los muros medianeros quedan a la vista esas paredes que fueron internas. El terreno es imponente. Seguramente doble: esquina y otro más.

Los camiones enormes pasan por acá, porque esta es vía autorizada y verlos doblar es para el citadino ver una epopeya, como debe ser para el hombre de mar ver el salto de un cetáceo fuera del agua. La mole del semirremolque se abre hacia un lado; algunos autos como pececillos despistados se creen que va a doblar para ese lado y casi que se cuelan por el otro, el lado interno de la verdadera curva; el cerebro de la bestia, el chofer, mientras gira con sus manos el volante mira con sus ojos por todos los espejos; sabe también percibir a esos despistados y está listo para un bocinazo; hoy los chiquitines están despiertos y se dan cuenta a tiempo, antes de quedar aplastados.

(*) ¡Qué adjetivo tan falto de poesía! Lo usa Drexler en una canción cuando dice: "el velo semitransparente del desasosiego / un día se vino a instalar entre el mundo y mis ojos / yo estaba empeñado en no ver lo que vi, pero a veces / la vida es más compleja de lo que parece"

domingo, 20 de julio de 2025

Mirar con arte (algo más)

Aquello de acercarse a la naturaleza por el arte puede tener sus complicaciones, como le pasó a don Goethe en Italia:

"El 28 de noviembre volvimos a la Capilla Sixtina y pedimos que nos abriesen la galería más próxima del techo. En verdad, adelantábamos difícilmente, porque aquello es estrecho y en apariencia peligrosas las barras de hierro, por cuyo motivo los propensos al vértigo no siguieron. Bien compensa las dificultades la vista de la obra maestra. Tanto me absorbe, en el momento, Miguel Ángel que ni gusto de la naturaleza después de él, porque no puedo verla con ojos tan grandes como él la ve".

Yo di en llamarlo como un vicio en la mirada. Pero está claro que para él no es así. Su elevado concepto del arte queda claro unas páginas más adelante cuando dice:

Fuera de los objetos de la Naturaleza, en todas sus partes verdadera y consecuente, nada habla tan alto como la huella de un hombre bueno e inteligente, y el arte noble, tan consecuente como aquélla”.

Es interesante también esto:

"Las pocas líneas que trazo en el papel apresuradamente [dibujos de paisajes], raras veces correctas, aclaran mis ideas de las cosas sensibles, pues uno se eleva a sintetizar cuando ve los objetos claros y precisos".

Y digan si acá no dice propiamente que la naturaleza imita al arte:

"El tiempo está increíble e indeciblemente bello (...). Busca uno el aire libre, y si hasta aquí se ha entretenido en dioses y héroes, ahora el paisaje reclama sus derechos y se identifica a cuanto me rodea y vivifica el espléndido día".

lunes, 30 de junio de 2025

Mirar con arte

Es un entretenimiento regular enredarme en la frase “la naturaleza imita al arte”, de Oscar Wilde. Por momentos veo tan clara la imagen que repito satisfecho la frase. Otras veces pierdo total conexión con ese estado poético en que ella me resultaba tan clara. No es tan complicado, dirán algunos. Mi formación no es literaria, les diré. Yo más bien tiendo a lo literal.

Hoy volvió el tema porque en unas pocas páginas de su “Viaje a Italia” Goethe se despacha con dos comparaciones que vendrían de perlas si uno quisiera “explicar” la frase de Wilde (si es que eso de explicar tiene sentido en este caso).

Algunos molinos, entre viejísimos pinos, sobre el río espumoso, eran verdaderos Everdingen”.

Los magníficos bueyes que vuelven del mercado a casa, los borriquillos cargados; todo representa un animado cuadro de Enrique Roos”.

La ven, ¿no? La realidad parece un cuadro. Tenemos presente el cuadro, porque lo conocemos, porque lo pintó el artista imitando a la naturaleza. Pero nosotros solo conocemos el cuadro y cuando vemos una realidad que no conocíamos decimos “esto es un cuadro de fulano”, expresándonos como si el cuadro fuera anterior (pues lo es en nuestra experiencia) y la naturaleza su imitadora.

Las posibilidades son mayores. Aún conociendo previamente la realidad, el autor de un cuadro nos puede hacer verla de otra manera, descubrir nuevos matices. Usando palabras buscadas al azar en Internet: el arte se convierte en modelo frecuente de nuestro acercamiento a la naturaleza.

Y no es solo el arte sino otras actividades las que nos acercan de otra forma a la naturaleza. ¿No les pasó muchas veces de cruzar un río y no haber notado nada en particular hasta que un día se enteran que ese río fue llamado Negro, o Colorado, y ahí le empiezan a descubrir una especial tonalidad?