sábado, 2 de febrero de 2008

Guerra

El celebrado doctor Pym cerró los ojos e hizo una inclinación de cabeza. El también murmuró su grito de guerra nacional en voz baja, que sonó como “encantado de conocerlo”.

Siempre recuerdo este pasaje de Manalive de Chesterton cuando veo (y estudio) el comportamiento de los gerentes de la empresa.
Y luego pienso en mí. Asumir la naturalidad de la competencia es un paso necesario para saber evitarla o hacerla en la medida justa. Por el contrario, muchas veces nos quejamos de la feroz competencia (por ejemplo, en el ámbito laboral), y en parte lo hacemos desde un lugar de miedo, de no enfrentamiento de la realidad. Es como si denunciáramos los efectos negativos de la competencia desmedida y con eso evitáramos reconocer que aquello que tanto nos cuesta, la competencia, es natural.

5 comentarios:

Mariana dijo...

miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma

Oración del Justo Juez
(con licencia eclesiástica)

Oh Divino Justo Juez,
A quien adoro rendido,
Hoy postrado aquí a tus pies
el perdón, Señor, te pido.

Justo Juez esclarecido
Protector Universal
A tí te pido rendido
Me libres de todo mal.

En peligroso lugar
Quita el mal pensamiento
A todos los que de intento
Me quieran asesinar.

Y si algún hombre criminal
Piensa quitarme la vida
En vereda o en camino real,
Tú, Señor, serás mi égida.

Que me valga esta oración,
Cristo mío crucificado,
Y la llaga de tu costado
Será mi dulce habitación.

Tan sólo con implorar
Tu Santo Nombre glorioso
Haz que salga victorioso
Del que me quiera robar.

¡Oh Santísimo Sacramento!
De enemigos y salteadores
De bandidos y malhechores
Líbrame en todo momento.

Y tú, Virgen Sagrada María
Te pido de Corazón
Que en mi última agonía
Me prestes tu protección.

¡Oh Sacratísima Cruz,
De la gran ciudad de Sión!
Te ofrezco esta oración
Diciendote: Amén Jesús.

El que esta oración rezase los siete viernes de Cuaresma, saldrá su alma limpia y pura, como la luz de la estrella, muchos mis contrarios que me siguen día con día, Virgen Sagrada mía, ruégale a mi Dios querido que yo no sea perseguido: de cárcel y de prisiones, de incrédulos y de aflicciones, líbrame a cada momento, de enredos y de malas cuentas, que puedan perjudicarme.

Nuestro Smo. Padre manda extender esta oración, que esta sacada del Santo Sepulcro de nuestro Señor Jesucristo en la Santa Ciudad de Jerusalén, suplicando a: hombres, niños y mujeres, la carguen sobre su pecho aunque no sepan leer y serán libertados: de prisiones, de malas lenguas y de hombres asesinos.
Las personas que carguen esta oración serán libertados de cualquier peligro en que se vean diciendo:

¡Oh Jesús Sacramentado! enemigos veo venir, la Sangre de tu Costado, de ellos me ha de cubrir.

Con estas palabras se libertó N.S.P. León XIII, de ser asesinado en el mismo Vaticano.

Padre mío, al acostarme tu me velas en la cama, te pido con amor tu perdón y que mi alma recibas una vez tu lo decidas. Te pido que sea librada: de heridas, de salteadores, de todos los malhechores.

Líbrame de noche y día, Virgen Sagrada Mía, te ofrezco toda mi vida.

Santísimo Sacramento alúmbrame con Tu luz.

Anónimo dijo...

¿Cómo saber cuando cedemos por caridad o por urbanidad (lo cual está muy bien) y cuando cedemos por cobardía (lo cual está muy mal)? En mi caso, me fue urgente buscar una regla, y encontré esta: si el cuerpo me pedía resistir, y cedía, era caridad o urbanidad; si el cuerpo me pedía ceder, y cedía, era cobardía.

Fue un poco triste: en casi todos los casos en que cedía vi que lo hacía por cobardía.

Si Jesús hubiera cedido ante los mercaderes del Templo, si no se les hubiera enfrentado, habría sido cobardía; en cambio, al no resistirse a los que le prendieron en el Huerto de los Olivos, cediendo ante ellos, no fue cobarde, sino tremendamente valiente.

Que el Espíritu Santo nos ayude a ser muy sutiles en todo esto, y a obrar en consecuencia: siendo fuertes para ceder o para resistir, según convenga.

Juan Ignacio dijo...

Convertidofernando, estuve pensando tu teoría y puede andar bien, pero si el cuerpo pide resistir y resisto, quizás no sea falta de caridad, ¿no?

Anónimo dijo...

Si se resiste por dignidad, o ante el pecado, o por valor, o por amor a la Patria, claro que está muy bien resistir. Pero en mi comentario me refería al caso habitual, en que se resiste por soberbia o por egoísmo, el cuerpo nos pide resistir, y sólo por la gracia de Dios y la caridad a los demás somos capaces de vencernos y ceder el paso.

Como ves, de fondo hay una visión un poco pesimista de nuestra naturaleza, en que nos mueve o bien el miedo a los otros o bien el egoísmo, y en que -insisto- sólo por la gracia de Dios nos vencemos y o resistimos (fuera miedo) o cedemos (fuera egoísmo), según los casos.

A lo mejor no tendría que haber leído tanto a Pascal, ¿no?

Juan Ignacio dijo...

Es verdad, puede ser un poco pesimista. Igual está muy sabrosa la teoría. Con más tiempo charlaremos del tema.
Saludos.