domingo, 28 de marzo de 2010

Domingo de Ramos

Era a principios de Abril ventoso y de la primavera. La hora dorada del mediodía se extendía en torno de la ciudad, en los campos despiertos, en los viñedos verdes y en los huertos, con su rusticidad fortificante. (…)
Los que acompañaban a Jesús en el descenso, se sentían arrebatados en aquel feliz arrobamiento del mundo y del momento. Nunca, como en ese día, se habían sentido tan desbordantes de esperanza y de adoración. El grito de Pedro se convertía en el grito del ejército pequeño y fervoroso que bajaba la ladera hacia la ciudad reina: “¡Hosanna al hijo de David!” decían las voces de los jóvenes y de las mujeres. También los Discípulos, aunque saben que ese era el último sol, aunque saben que aquel es el acompañamiento de uno que va a morir, también los discípulos casi empiezan en aquella impetuosa alegría, a esperar.

Historia de Cristo, Giovanni Papini.

4 comentarios:

Fernando dijo...

Hola, Juan Ignacio.

Este texto, tan bonito, me recordó un libro de un autor español, Gabriel Miró, Figuras de la Pasión del Señor, en que coloca la Pasión en su tierra natal, el Levante, una mezcla de desiertos y de huertas muy parecida a Tierra Santa. En concreto, logra que veas la entrada en Jerusalén, con el sol, el calor, las palmeras de las que la gente arranca las palmas, Jesús triste porque ya no va a volver a ver el mar, el mar Mediterráneo, el mar de Levante y de Tierra Santa.

...

No entendí bien (por mi ignorancia) lo que dice el texto sobre que los apóstoles sabían que Jesús iba a morir. ¿Eso es así? Más bien parece que aunque Jesús se lo había profetizado, ellos no llegaron a creerlo hasta que ocurrió, y de ahí su huída en la noche del Jueves, ¿no?

Juan Ignacio dijo...

Debe ser muy lindo libro, lo tendré presente por si lo veo por aquí.

Al respecto de si los Apóstoles sabían o no y cuánto, el mismo Papini dice:

(…) Pero las tres veces pudo librarse, porque su día no había llegado aún. Estas promesas de muerte las guardón en el alma, para sí solo, hasta los últimos tiempos. No quería entristecer a sus discípulos que, tal vez, se hubieran escandalizado, de seguir a un condenado ya moribundo en su corazón. Pero después de la triple consagración de su Mesianidad -el grito de Pedro, la luz del Hermón, el ungüento de Betania- no podía más callar. Conocía demasiado bien las ingenuas aspiraciones de los Doce. Sabía que, pasados los raros instantes de entusiasmo e iluminación, no eran siempre capaces de pensamientos que no fueran los del bajo pueblo, humanos hasta en los sueños más sublimes. Sabía que esperaban al Mesías como un victorioso restaurador de la edad de oro y no como el varón de los Dolores. Lo pensaban rey en el trono y no malhechor en el patíbulo; triunfante entre los homenajes y los tributos y no despreciado con salivazos y golpes; viniendo a resucitar a los muertos y no para ser asesinado como un asesino.

Era necesario -para que la nueva certeza no se desmoronase en ellos el día de la ignominia- que fueran advertidos antes. Que supieran de la propia boca del Mesías y del condenado, que el Mesías debía ser condenado, que el victorioso debía desaparecer en una atroz derrota, que el Rey de todos los Reyes debía ser insultado por los sirvientes del César, que el Hijo de Dios debía ser crucificado por los ciegos servidores de Dios.

(…) Los discípulos, ante estas revelaciones, se turban y no quieren creer. Pero Jesús ha empezado ya a sufrir, representándose en el pensamiento y diciéndoles con palabras, los días terribles del fin. Ya los herederos de su palabra lo saben todo y Cristo puede encaminarse hacia Jerusalén para que se cumpla hasta lo último lo que se ha dicho.

Fernando dijo...

Gracias por la aclaración, Juan Ignacio. Ahora lo entiendo mejor: cómo Jesús les advirtió para evitar su desesperación en la Pasión, aunque ellos no lo entendieran ni lo asumieran, por el momento.

Busco en internet "la luz del Hermón". Entiendo que se refiere -muy poéticamente- a la Transfiguración.

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Te mando un enlace al blog sevillano Exorbe, que me ha impresionado hoy, hablando de las piedras en el Evangelio: enlace (por si no funciona, es http://exorbe.blogspot.com/2010/03/sobre-piedras-y-pedradas.html).

Juan Ignacio dijo...

Fernando,

Está muy interesante la teología de las piedras que se lee en el enlace mencionado, muchas gracias.

(Recordaba también el anuncio de Jesús acerca del Templo en el que no quedará piedra sobre piedra).