lunes, 7 de junio de 2010

Abundancia

Este mayo, siete años después de plantada la pequeña planta, vinieron las más grandes mandarinas. Justo este año, que no removí la tierra ni una vez, ni hice trabajo alguno sobre el pobre mandarino, que sufre la sombra del níspero y el ataque de la calabaza.
¡Ah, la calabaza, sí! Hace un tiempo M. había plantado una semilla. Hombres de ciudad, fascinados por el nacimiento de la planta, dejamos que cubra todo el jardín. Aún hoy tenemos algunas para comer.
Ya hace unos cuantos días, mientras cortaba un enorme zapallo que me habían traído mis tíos del campo, pensaba lo mismo que pensé hoy mientras recolectaba algo de la interminable cantidad de mandarinas: “Definitivamente, el hambre en el mundo es una de las más grandes torpezas humanas”.
(Y justamente hoy celebramos Corpus Christi, el Pan que verdaderamente quita el hambre del mundo).

9 comentarios:

Fernando dijo...

Hola, Juan Ignacio.

Para un niño de ciudad como yo, la agricultura siempre es algo mágico. Voy a veces, ya sabes, al Jardín Botánico de Madrid, cerca de mi casa y del Museo del Prado, donde hay un sector dedicado a las plantas de huerta. Para mí es siempre algo admirable ver los diversos tipos de calabaza, de tomate, de lechuga, y cómo van cambiando de estación en estación.

¿Qué es un zapallo?

¿Por qué no trabajaste la tierra? ¿Hizo demasiado calor?

Y me gustó lo de la calabaza, ¿es qué se va extendiendo sin parar? ¿es la cizaña de tu huerta particular?

Unknown dijo...

Qué estupenda fotografía,Juan Ignacio: refresca la vista. Ánimo con la jardinería, sorbe todo si es sabrosa.

Juan Ignacio dijo...

El zapallo es de la familia (no la mía, la de la calabaza). A lo que llamamos zapallo acá es más parecido a la calabaza de Halloween (es increíble que difundido que está el asunto del Halloween que es la primera comparación que se me ocurre), aunque no exactamente igual.

Javier, lástima no tuve alguna mandarina en su momento, pero entiendo que allá hay muy buenas.

Fernando dijo...

Gracias por la aclaración botánico-lingüística, JI.

Natalio Ruiz dijo...

¡Qué hermoso es contemplar esas cosas de la naturaleza!

Ver crecer una mandarina desde la semilla hasta la perfección que luce al partirla explica tantas cosas...

Desde la existencia de Dios hasta la criminalidad del aborto.

Todo sería distinto si se miraran más las simples cosas.

Respetos mandarinos.

Natalio

Juan Ignacio dijo...

Basta ver una mandarina
para sospechar que alguien nos cuida.

Fernando dijo...

Felicidades por el 1-0 (con cautelas, creo).

maria jesus dijo...

Debe ser una gozada cosechar. Mi asignatura pendiente es tener una huerta.

De momento tengo tres higueras en la playa y, al final del verano, odiamos los higos

Juan Ignacio dijo...

Pues gracias, Fernando.
Y sí, María Jesús, hay que tener más de una variedad.