(19/4/20, Domingo in albis, Domingo de la Misericordia)
Cada libro tiene su ambiente. El blanco es el nuevo, del que tengo cierta expectativa. Que por ahora va bien pero quizás no tanto por culpa de la expectativa. O porque está el autor del naranja, contra quién compararse es difícil. El naranja es un viejo amigo, de olor agradable, de agradable compañía, pero ya se está terminando. Y el azul es una edición seria como antiguo y romántico resultó el autor. Pero ameno.
Es difícil esto de leer un cuento de cada uno. Hay que cambiar mucho de clima. Ya de por sí uno necesita cierto clima para leer, así que se requiere un trabajo extra. Resulta que logré clima de lectura, estoy en un mundo y de golpe, en una misma noche y en un mismo sillón, toca cambiar de mundo.
Hablando de distintos mundos, pasó algo raro recién. Resulta que Faulkner se metió con los aviones.
No pega el apellido Sartoris como piloto de un avión, ni aunque sea voluntario americano en el Imperio Británico de la primera guerra. (¿Esto prosperó en algún libro conocido? Al parecer, no). Es un relato inédito llamado "Con cautela y diligencia" (no sé el original en inglés) y dice en las notas que Faulkner estuvo un tiempo corto en la RAF, de donde sacó la experiencia.
Lo gracioso es que justo hoy vimos una de las últimas películas de Miyazaki. De aviones, una de las preferencias del japonés. Entonces, después de haber leído decenas de historias de Faulkner con caballos y ferrocarriles, o incluso autos, justo en la anteúltima del libro el norteamericano se va al tema aviones. Parecía una confusión, como si de golpe se mezclaran las cosas, como en un sueño, y estaban los personajes de Faulkner en una historia de Miyazaki o de Saint-Exupéry.
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