En lo del dentista uno puede enriquecerse intelectualmente y espiritualmente de gran manera (quizás para compensar lo que uno se "desenriquece" en otros aspectos). Ayer tuve la oportunidad de aprender acerca de Psicología en la nota "J. D. es impulsivo y ganador", de Arquitectura en la nota "K. R. muestra su nueva casa reciclada", de Religión en "Cómo tener el cuerpo de una diosa", de Geopolítica en "La estrategia que utilizó Letizia para conquistar al príncipe Felipe".
A pesar de todo eso, encontré algo que sí me llamó la atención. La historia de Christopher Reeve, el famoso actor de Superman. No leí mucho, pero me guié por las fotos y lo que ya sabía. Un tipo de los que se dicen hoy "exitoso", al que un accidente lo dejó inválido. La nota, simple, como siempre en estas revistas. Pero no pude no conmoverme. Le hacían un lindo homenaje, un recuerdo de que fue siempre un luchador (esta vez sin comillas) que siempre intentó volver a caminar y superar su invalidez, una ponderación a su generosidad por las obras de beneficencia e investigación que realizó y fundó, etc.
Lo que más pena me dio fue que digan que "lo mejor de su vida" no fueron esos momentos, sino los años primeros, en que era un "exitoso en todo los campos de la vida". ¿Y el último éxito, la lucha constante para vivir? ¿No fue ese otro de los "mejores momentos de su vida"? ¿No fue ese un éxito en un campo principal? ¿Más grande que "la luz que enciende para los discapacitados a través de la fundación de un instituto de investigación para la cura de las enfermedades físicas", no lo es su ejemplo de vida en los últimos años? Y para no pecar de "despreciativo del progreso", ¿no es su ejemplo de vida el complemento ideal de su aporte a la investigación?
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