Volví con Mallea y les regalo este párrafo bien digno de ejercicio de “metablog”, cosa apropiada para los comienzos de un nuevo año.
Juventud es voz que está por decirse; temprano tumulto agolpado ante demasiado estrecha puerta; voz que no tiene voz. De ahí que lo que está más cerca de la juventud sea el pronunciarse, que lo que la juventud reclama más vivamente es pronunciarse. Las juventudes que por una causa u otra no pueden decir su palabra, pronunciarse de un modo u otro, se frustran más tarde, y no en la realidad exterior, sino por dentro.
Eduardo Mallea, La bahía de silencio, XXIV.
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