En lugar de santos «arcaicos», los místicos son los más modernos entre los santos. El mundo de hoy conoce una nueva categoría de personas: los ateos de buena fe, aquellos que viven dolorosamente la situación del silencio de Dios, que no creen en Dios pero no se jactan de ello; experimentan más bien la angustia existencial y la falta de sentido de todo; viven también ellos, a su modo, en una noche oscura del espíritu. Albert Camus les llamaba «los santos sin Dios». Los místicos existen sobre todo para ellos; son sus compañeros de viaje y de mesa. Como Jesús, ellos «están sentados a la mesa de los pecadores y han comido con ellos» (Cf. Lc 15,2).
Esto explica la pasión con la que ciertos ateos, una vez que se han convertido, se han lanzado sobre los escritos de los místicos: Claudel, Bernanos, los dos Maritain, L. Bloy, el escritor J.-K. Huysmans y muchos otros sobre los escritos de Angela de Foligno; T. S. Eliot sobre los de Giuliana de Norwich. Allí encontraban el mismo paisaje que habían dejado, pero esta vez iluminado por el sol.
(P. Raniero Cantalamessa, Adviento 2003 en la Casa Pontificia, Segunda predicación).
1 comentario:
Muy buena cita
Gracias
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