Para evitar ese comportamiento “todavía muy humano” (como decía el san Francisco de Eloi Leclerc) de andar fijándonos por demás en nuestros pecados y no levantar la vista a Dios, son muy útiles también las palabras de Evagrio Póntico.
En su “Tratado sobre la oración”, el místico explica la finalidad de las lágrimas en la oración. Aunque en el capítulo 8 advierte:
No conviertas en una pasión lo que te fue dado como un auxilio contra las pasiones. No vaya a suceder que irrites más al que te concedió esta gracia. Muchos que lloraban por sus pecados se olvidaron de la finalidad de las lágrimas y se perdieron enloquecidos.
(Tomado del libro referente a la Oración, de la colección de los Padres de la Iglesia de Editora Patria Grande).
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