domingo, 10 de julio de 2022

Sunday, baladí sunday

Fui a abrirle al gato sin soltar el libro y cuando me di cuenta lo estaba sosteniendo con un dedo a modo de señalador (al libro). Me acordé de aquél amigo de la casa que decía hacer eso y la foto de su ancestro inmortalizado en una escultura con un libro en la mano y el dedo como señalador (estuvo aquí). 

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El libro va por las páginas de los primeros "cienes" y siempre recuerdo a los colectivos cuando veo los números. Hice una pausa en el 108, ese colectivo que cuando estudiaba en la facultad había fallecido y lo hacía un ramal de la 168, pero que hace poco lo vi moderno y veloz, con su propio número en la frente, en Retiro. Puse el señalador en la 110, ese colectivo que tenía tan buena pinta por aquellas mismas épocas; unidades nuevas y brillantes que iban por Scalabrini Ortiz y al final cambiaban a Malabia y Luis Viale.

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El ruido fue claro. Fue casi como la primera vez que lo escuché. Casi. No fue exactamente igual. Pero nada podría haber hecho ese ruido sino una palta. (Hace unos pocos años escuché por primera vez una palta, y cualquier fruto, caer del árbol al piso). Pero no estaba. No estaba en el piso al descubierto, ni entre las ramas de la última poda. ¡Estaba en una horqueta del limonero! Pero ya estaba vieja y tenía dos caracolitos milimétricos. ¿Sería esa? ¿Tan avanzada estaba cuando cayó? Y debía ser nomás, no había otra opción. Anoto: Este año las paltas están listas antes. Hay muchas menos y están listas antes.

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