miércoles, 12 de octubre de 2005

Nunca termina la edad del porqué

Si me vuelvo como un niño, me volveré a preguntar porqué. Y si me pregunto porqué, no habrá explicación de la ciencia moderna que me conforme. Siempre volveré a preguntar porqué “porqué”.
Es quizás el miedo a la pregunta, el miedo a la respuesta, el miedo a Dios, o a no Dios, lo que hace que los adultos nos refugiemos en las respuestas de la ciencia.

Hace poco me enteré que el hombre se hace viejo porque, dicho a la ligera, hay unas células que normalmente se regeneran y que en un momento dejan de hacerlo. Y eso es muy interesante. Pero no es más que una petición de principio (¿está bien usada la expresión?). O sea, es como que me digan que el hombre se hace viejo porque sus células se hacen viejas.

Repito, el descubrimiento es muy interesante. Podría ser incluso de ayuda para entender más al ser humano. Sí, no creo que necesariamente el análisis científico impida que la belleza de la Creación nos haga ver al creador. Esa capacidad de asombro (o disponibilidad para el asombro) es propia del hombre y si un científico la tiene es capaz de ver al Gran Artífice tanto en la flor como en el mecanismo biológico de crecimiento de la misma.

Por eso del siguiente texto de Marechal, tomado de “Autopsia de Creso”, creo que el postulado “a” se podría profundizar y hacer una distinción. Así y todo me gusta; ver “b” y “c” y ver el “rescate de valor” anunciado en el segundo párrafo.

En mi “poema de la Física”, terminado recién , digo las consecuencias de semejante método: a) Dividida, subdividida y “atomizada” por fin en los laboratorios del sabio, la naturaleza dejó de ser un “libro inteligente”, y por tanto, de manifestar a su Autor; b) interrogar a la Natura creada sin atender a la esencia y los fines de su Creador es condenarse a no recibir ninguna respuesta con respecto al “qué”, al “cómo”, al “por qué” y al “para qué” del universo que integramos; y c) la ciencia moderna, resultado final del método, carece de todo “valor explicativo” en relación con los interrogantes que siempre, y con dramática insistencia, se ha formulado el hombre acerca de sí mismo, de su devenir y de su mundo.

(...) las “privaciones” metafísicas de la ciencia moderna no anulan ni menoscaban sus afirmaciones descubiertas en el mundo físico. Lo que sostengo es que no hay ciencia integral sin una relación del “efecto” a su “causa”; y cómo la Creación entera es un “efecto”, no llega en sí su “causa” o razón suficiente, que hay que buscar fuera de la Natura y no en su interior. Sin embargo, todo lo que la ciencia moderna encontró y encontrará de verdadero en el “orden físico” es rigurosamente referible al “orden metafísico”, si el que realiza la transposición está dotado para ello. Yo lo intenté no hace mucho en mi Poema de la Física, y su resultado me satisface.

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