jueves, 11 de mayo de 2006

Como el ave solitaria

Aquí me pongo a cantar
al compás de la vigüela,
que el hombre que lo desvela
una pena estrordinaria,
como la ave solitaria
con el cantar se consuela
Pensaba en la de memoria conocida primera estrofa del Martín Fierro. Siempre pensé que el hombre con una pena extraordinaria se asemejaba al ave solitaria por consolarse con el canto. ¿Sería muy forzado pensar que hombre y ave se asemejan además en lo solitario?
En cierta forma, estamos solos en nuestro dolor, en nuestra pena. Nadie puede sufrir lo mismo que nosotros, saber lo que sufriste vos, él o yo. Por eso lo digo. El hombre que sufre es como un ave solitaria, por que se consuela con el canto, y porque está solo. Pero no sé si José Hernández estaba pensando en eso.

(Si dije “en cierta forma” es porque creo que no estamos solos en el sufrimiento. Que está Dios. Y que una de las formas en que eso se manifiesta es en el amor, traducido en el acompañamiento del que sufre; ese acompañamiento vale más que cualquier palabra, es así como el “sufrir con” alcanza su máxima posibilidad. Con el acompañamiento del que sufre podemos ser Jesús para los demás, pueden así los demás ver el rostro del Señor. Pero esto, aunque grandioso, es otro tema).
Nota: esto lo tenía escrito hace rato y lo pongo justo cuando Finitud pone lo que puso hoy, que sugiero que vayan a leerlo inmediatamente.

3 comentarios:

edumangia dijo...

Antes cuando pensaba "sufro, pero Dios está conmigo", no me alcanzaba. Quería respuestas, seguridades... Ahora, cada vez más, me doy cuenta que frente al dolor, que Dios esté conmigo es lo único realmente necesario. Y que frente al dolor ajeno, lo mejor que podemos hacer... es estar.

Juan Ignacio dijo...

Es bueno eso que dices porque no alcanza con pensar o razonar lo que nos dicen: que Dios está con nosotros.

Razonando hallamos respuesta y consuelo a estas cosas si además agregamos algo que es la fe, que surge, creo, de encontrar a alguien que me ama (y ese alguien así me hace ver a Dios y comprobar que es verdad que Dios está conmigo; y tener seguridad, pero no del tipo de la que da la evidencia de la razón).

Juan Ignacio dijo...

¡Corregido!