jueves, 6 de julio de 2006

Dos analogías (no perfectas)

En estos días estuve intentando algunas analogías. Aunque no cierran perfectamente, pensé que quizás podía contarles las aproximaciones que hice.
La primera analogía se intenta pensando en la oración al cantar la “Baguala de Amaicha”. Se me ocurrió que la primera estrofa encaja muy bien (en significado, cuando no en rima, que se rompe) si en vez de “cantar bagualas” pensamos en “hacer oración”.

Pa´ cantar bagualas no cuenta la voz,
sólo se precisa poner en la copla
todo el corazón.

La segunda estrofa es donde se pierde universalidad:

No han de ser bagualas mientras haiga sol,
andando y de noche, rodeado de silencio,
se canta mejor.

Y no tanto por lo de hacerlo (cantar bagualas o rezar) andando, que no es condición necesaria, sino también por lo de la noche y el silencio, que si bien es de gran ayuda para muchos, los hay otros quienes rezan muy bien de día; por ejemplo, al amanecer.
Y ahí nos quedamos. Vamos a la segunda analogía. Esta se aprovecha del tango “Hablando de tango” (de Hormaza y Grela), para hablar del sexo, de acuerdo a ideas surgidas al leer la entrada de Ens que habla de este último tema.
Se remplaza la palabra “tango” por la palabra “sexo” y la palabra “bailar” por la palabra “amar”. Preferiblemente en voz de Angel Vargas, se dice así:

Hablando de sexo
quisiera contarles.
Sencillo y compadre,
fue sexo y será.

No tienen derecho
[a] cambiarle el ropaje.
Con cuatro compases,
nació para amar.

Claro, ya escucho las voces que ponen su objeción acerca de aquello de “sencillo”. Lo sé. Pero como algo divino, quizás el amor participa en cierta forma de esa cualidad de Dios de no poder ser definido sin incurrir en palabras aparentemente contradictorias. Si se dice que el amor es sencillo se rescata un aspecto verdadero del mismo, pero se hace necesario decir que a la vez es complejo. Podríamos decir, "unamunescamente" hablando, que es sencillamente complejo y complejamente sencillo; o podríamos no decirlo (pero ya lo dije).
Pero la mar de las objeciones se harán en contra de eso de “compadre”, que según el diccionario lunfardo es algo como: Afectado, engreído, jactancioso, altanero / Valentón, pendenciero / Desafiante / Astuto, ladino, vil / Individuo de elegancia afectada.
De ninguna manera podría ser así el amor. San Pablo y San Juan me amonestarían por hereje. Y con razón. Pero yo dije que las analogías no eran perfectas. Y como me gusta este tango, se me ocurrió cambiarle un poco el sentido. Y en vez de usar “compadre” como adjetivo, lo uso como sustantivo. Y en mis versos modificados, el cantante le estaría hablando a alguien, llamándolo compadre. Queda así:

Hablando de sexo
quisiera contarle.
Sencillo, compadre,
fue sexo y será.

No tienen derecho
[a] cambiarle el ropaje.
Con cuatro compases,
nació para amar.

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