viernes, 3 de noviembre de 2006

Cumplir con mi hijo

Ese sketch de “El Chavo” era muy gracioso. Estaban el profesor Jirafales y doña Florinda en el patio, tomados de la mano y con mirada de enamorados. Y avanzada la charla el profesor dice: “Pero, ¡basta de hablar de mí! Hablemos de Usted. Qué quiere, qué es lo que piensa, qué es lo que siente Usted por mí”.
Hoy es el cumpleaños de Francisco. Y no quiero ser como el profesor Jirafales pero, para empezar a hablar de mi hijo, empezaré por mí. Porque muy cerca de este cumpleaños, en pasados días, estuve pensando en mi vida y refiriéndola en gran modo a la de él.
Si quisiera sintetizarlo en una frase podría decir que el esfuerzo por ser cada día más santo “no queda entre Dios y yo”. Sino que afecta a los demás, y a mi hijo en gran forma. Tanto el esfuerzo diario como ese paso clave que uno se anima a dar, tanto la actitud paciente como el gesto valeroso; ser lo que uno quiere ser, ser lo que uno puede ser… Nuevamente me sucede: es difícil encontrar las palabras.
Aunque él nunca me recrimine por cosas que hice o no hice; aunque nunca lo hiciere, cosa que es poco probable, lo cierto es que lo que yo haga con mi vida lo ayudará más o menos a que él haga lo que quiere y debe hacer con la suya. Mal que nos pese, tenemos una influencia muy grande en nuestros hijos.
Se que extenderme sería abusar de ustedes. Sería como eso de mostrar, a los que no fueron a la fiesta, el álbum entero de las fotografías. Pero padre orgulloso es difícil de callar. Así que diré unas cosas de él. Pero de él, ¡eh!
La verdad es que está hecho un campeón. Se lo ve un tipo muy bueno e inteligente. Siempre quiere ayudar al que está mal. Y si no puede o no se anima intervenir, lo dice: “Fulano está llorando… la mama lo ayuda”. Es un observador: desde nubes hasta restos de comida, en ellos descubre siluetas, más que nada de animales. Eso le trae problemas con amiguitos más “realistas” que le recriminan, por ejemplo, que eso que tiene en la mano es una hoja de árbol, no un elefante, por más que su forma sea parecida.
Es difícil cambiar su opinión (sin duda que, aunque las generaciones pasan, algo de sangre vasca tiene). En estos días de vísperas de su fiesta se armó una situación muy peculiar. Diálogo: “Francisco, ¡vas a cumplir tres años!”, le decimos. “No, uno”, dice. Y pone firme el dedo con la mano levantada. “No, tres”, le decimos. “No, uno”. “No, tres”. “No, uno”. “Uno, más uno, más uno”. “No, uno”... y así por un rato largo, con nosotros ensayando todo tipo de explicaciones. Quien viera la escena avanzada, con nuestros gestos y los dedos en el aire, pensaría que estamos hablando de Dios y la Santísima Trinidad.
Que sea entonces Dios, uno y trino, quien lo bendiga en este día.

4 comentarios:

Milkus Maximus dijo...

Hace tiempo no leía a un hombre hecho y derecho ser tierno sin menoscabo alguno de su hombría, y con la franqueza que sólo da el amor verdadero.
Te felicito, hermano, primero por saber poner en el tapete tus sentimientos de manera franca y vivaz; y segundo por Francisco, que en este nuevo "año" siga creciendo en lo que Dios y ustedes quieren para él, que, seguramente, es lo mejor.
Un abrazo a los papis, y un muy feliz cumple a Francisco

Juan Ignacio dijo...

Bueno... aún sin considerarme todavía un hombre hecho y derecho se agradece tan sentido comentario, Milkus. Y se toman los deseos y las felicitaciones. Nosotros también seguimos "on-line" las aventuras de Nachito.

hna. josefina dijo...

¡Lindísima la entrada! ¡Muchas gracias!
¿Le preguntaron por qué dice que cumple uno? tendrá sus razones ¿no?...

Juan Ignacio dijo...

Será uno... más.
Gracias.