lunes, 8 de enero de 2007

Política y yo

Para hacer política hay que estar seguro de las propias ideas. Aunque no sean muy buenas, aunque sean precarias (y sin saberlo, porque en caso contrario ya no sería convicción sino engaño).

Yo no hago política, porque estoy seguro de muy pocas cosas. Sin embargo, en mi opinión, esas pocas cosas son las cosas importantes. Son aquellas cosas de las que se puede estar seguro. El resto es política.

Yo no soy bueno para hacer política. Porque en política la duda es debilidad. Y como dice esta frase que encontré hace unos días en boca de un personaje de La bahía de silencio:

En materia de política y de ideas, no hay derecho a ser débil. Con la debilidad elevada al rango de virtud se gana el Reino de los Cielos, pero no se conquista el poder.

Yo no hago política, pero tampoco la desprecio. Más aún, envidio a aquellos que se lanzan a dirigir al mundo de acuerdo a sus ideas.

Por ellos mis oraciones. (Y las de ustedes por mí. Muchas gracias).

3 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

Gran entrada, como de costumbre. El problema es que la política (bajadas de impuestos o subidas, leyes de tráfico, organización de las administraciones, etc.) se ha dejado en manos de los técnicos. Lo que ahora se llama "política" es moral, ingeniería social, las dos ciudades de San Agustín, y de eso no podemos desentendernos.

XavMP dijo...

Buenp, pero más allá de tus dudas hay certezas indudables que exigen un compromiso que puede llegar a ser en la política ¿No?

Juan Ignacio dijo...

Buenísimos comentarios. Gracias. Estoy de acuerdo con Uds. Y estoy preparando una segunda parte. Saludos.