miércoles, 15 de septiembre de 2004

Ya estábamos ebrios, ya escapábamos

Ahora estoy haciendo mis viajes en auto, pero pronto volveré a mis queridos viajes...
Después de recorrer las calles locales, ingresé en la gran autopista a la altura de San Isidro. El acceso está en una zona relativamente alta, desde la cual tuve una gran visión. ¿Qué metáfora utilizar que no esté muy manoseada? Porque a mí no me gusta no ser original. A veces me gustaría utilizar imágenes.
¡Qué difícil que es utilizar imágenes! Es cosa de gente de dinero el cine. Es más accesible un blog con fotos tomadas con la propia cámara digital, eso sí. Cada día es más accesible trabajar con imágenes, eso sí. Las imágenes deben ser manejadas con más cuidado, porque son un medio muy poderoso; por esa esencia de ser más poderosas es que quizás sea algo más difícil de manejar, como si la "naturaleza" se encargara de hacerlas algo más difícil.
La visión que tuve... el movimiento... ¡ja, hace unos días publicábamos algo que podría ayudar!
"(...) el afán de cada cosa
por empujar la puerta misteriosa
y escapar de la muerte y del olvido"
O quizás:
"(...) se daban enteros a la ilusión de una realidad tan cambiante como sus horas y tan efímera como sus gritos, moscardones ebrios ya con el néctar de aquel día (...)"
El afán de los hombres era esa mañana miles de automóviles a toda velocidad por la autopista. El del carril más izquierdo, muy apurado vaya a saber porqué cosa. El del carril derecho, tranquilo hacia un destino quizás inevitable.
Cada persona que nos cruzamos es una voluntad "hacia algo". Como el vector del que hablaba Julián Marías al hablar del hombre, sus trayectorias y la felicidad. Cada una de las personas que hoy me crucé (hoy en auto: el que me pasó, el que se me pegó para pasarme, al que dejé pasar, al que pasé, el que fue mi comentario por lo nuevo, del que fui su comentario por lo parecido al de su tío o quién sabe qué), cada una era, y conmigo éramos, miles de flechas lanzadas cada una en las más diversas trayectorias, encontrándonos en un lugar común de nuestras trayectorias e intentando seguir adelante. (La mayoría de las veces, y en ciudades tan grandes, el objeto es simplemente no chocar. Nuestro encuentro se transforma en evitar el encuentro. Pero ese es otro tema).
Y la visión era eso. Esa visión de la autopista radiante de autos que muestra el movimiento del hombre. Todo estaba ya en marcha. Ya estábamos ebrios, ya escapábamos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustó muchísimo...