A veces uno desearía, para sí mismo, conversiones como las de aquellos versos...
Hoy enterré, sepulturero niño,
cien días y cien noches como pájaros muertos.
En la Revista Ens hablaban de “Días como flechas” y yo fui a la biblioteca a buscarlas. Y a buscar también aquel libro de Julián Marías que habla de la felicidad como instalación vectorial, y de las trayectorias de la vida.
También hoy pensaba, mientras trabajaba (fue un segundo, y lo tuve que ahogar hasta ahora), que me gustaría que ese trabajo sea parte de una etapa preparatoria para una nueva vida. En cierta forma lo es, para la vida eterna. Pero pensaba en una nueva vida aquí en la tierra. Que lo que estoy haciendo sea una forma de cultivar habilidades que no tengo, en una etapa previa a otra en la que aprovecharé esas habilidades en algo distinto.
En esta etapa aprendo muchas cosas del tipo de trabajo que hago: aprendo a ganar en confianza en mi mismo, a decir no, a hacer valer lo pactado; conozco más a la gente, con sus heroísmos y sus vilezas. Pero también hay cosas de las que no estoy orgulloso, como por ejemplo hacer cosas que nunca nadie usará, ni servirán, o tener que mostrar seguridades dogmáticas donde hay sólo incertidumbre.
Claro que aprender a tener seguridades es un ejercicio que me sirve también para valorar más mis ideas. Y hacer cosas inútiles… quizás sirva para algo. Por eso digo que puedo tomar esta etapa como un entrenamiento, como una preparación. Pero también digo que más adelante quiero otra cosa.
Hay cosas que puedo elegir. Y debo hacerlo. No me puedo dar el lujo de ser menos feliz de lo que podría ser.
2 comentarios:
"Todos somos aficionados. En nuestra corta vida no tenemos tiempo para otra cosa"
- Charles Chaplin.
Enhorabuena por tu blog. Lo he enlazado al mío. Un saludo.
Muchas gracias, me daré una vuelta por allá...
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