¡Caramba!, un poco de "mundo" fue esa noche. O un viajecito con Dante a un pequeño infierno. Pero no leí la Divina Comedia, así que digamos que fue una espira del infierno de Schultze en Adán Buenosyres.
¿Allí estaban quiénes? Pues muchos de mis amigos. Y muchos otros desconocidos. No se caracterizaban por un pecado similar, quizás por ningún pecado merecían estar ahí; yo no soy menos pecador que ellos, así que mi puesto de observador fue afortunado.
En un fango oscuro hecho de humo y restos de comida se veían sus cabezas y las camisas de aquellos que las usaban más claras, o destacables a cierto tipo de luz. Desde un escenario, un travesti seleccionaba a algunos de ellos (los que cumplían años, los que despedían su soltería) para subir a dicho escenario y participar de una competencia de lo más grotesca.
A su turno, y "motivados" (o desmotivados) por una presencia de "gran sensualidad" (pobre travesti...) y cualidades escénicas pobres, cada uno, tanto hombre como mujer, debía proferir una expresión de satisfacción sexual. El que mejor lo hiciera (interesante concepto para definir su forma de mensurar), ganaba una botella de champán para su mesa (o porción de fango oscuro hecho de humo...).
Y ahí estaba un amigo mío, que hace tiempo no veía, ¡en el escenario! En dos semanas se casa, ¡estaba tan contento de que estuviéramos todos ahí con él!
PD: yo no estaba en el escenario, por suerte...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario