A veces hay que hacer cosas "que nos cuesta querer". No diré: "que no queremos".
Son buenas cosas. Si lo pensamos sinceramente, lo sabemos. Queremos eso, porque es bueno. Pero nos tienta, de alguna manera, otra cosa más fácil. Solemos decir que esta segunda cosa es la que queremos, y la primera la que debemos. Y quizás ahí surja un poco de confusión.
Desvaloramos nuestro querer, o la palabra querer. Porque llamamos "querer" a la atracción por la cosa tentadora y no tan buena, o mala. Y llamamos deber a la persecución de lo que es bueno, a lo que, si estuvieramos en mayor estado de gracia (digo yo), reconoceríamos como lo que realmente "queremos".
¿Cómo explicar esto a un niño? El precepto que le solemos dar es que "hay veces en que uno debe hacer lo que no le gusta". Y claro, el niño, fiel a su gusto, no entiende eso.
Y verán[*] entonces como Calvin se las ingenia para hacer lo que le gusta sin romper con el precepto:
Supongo que al niño hay que decirle que eso que de entrada parece no gustarle, luego lo podrá reconocer como lo mejor y lo que quiere, si confía en nuestra palabra y lo hace así.
La falta de "gusto" estará, no lo neguemos. Supongo que irá en disminución en la medida en que reconozcamos la felicidad que nos da cumplir el "deber" o el "verdadero querer". No pretendo negar frases como "primero el deber" o similares. Sólo les quiero dar una vueltita de tuerca.
Se me ocurre que san Pablo dijo: "no hago el bien que quiero..." en vez de "no hago lo que debo..." (y que me lo corrija quien sepa). Es lo mismo, pero más profundo, o de otra manera.
Por algo dicen que somos libres sólo cuando hacemos el bien. Cuanto más en gracia estemos, más capaces seremos de querer lo bueno (aunque no podamos luego concretarlo).
Otra vuelta: no podemos hacer el bien, somos débiles. Por eso está el deber. Porque nos ayuda a hacer lo bueno venciendo nuestro primer impulso. Pero el deber como algo vacío, como algo opuesto al querer, devalúa la palabra querer (y nos hace infelices). Y al cumplirlo, no somos libres.
Otra cosa importante: no siempre entenderé, en cada deber que yo tenga, porqué ese deber es bueno. A veces sólo debo confiar en quien me da ese deber.
(Sé que las palabras pueden prestarse a confusión, más cuando las uso yo. Espero haber sido claro).
* Clic en la historieta para verla más grande. "No puedo creerlo, la campana sonó justo cuando la maestra estaba por recoger la tarea que yo no hice / Esa es la segunda vez que fuiste salvado en el último minuto / Pero aprendí mi lección esta vez / De ahora en adelante, el trabajo antes que el placer, sin excepciones / Y será un placer tener terminada esa tarea, ¡vamos, trabajemos en un muñeco de nieve! / Sin excepciones"