martes, 2 de mayo de 2006

Status viatoris XI

Vaya a saber porqué nos gustan o no nos gustan los viajes. Si toda vida es un viaje, esa sería una razón para que nos gusten. Pero, evidentemente, no alcanza con eso. Quizás también gusta de los viajes quien sólo quiere conocer. O es probable que quien guste de viajar, en un sentido más profundo, es porque al hacerlo esté “escapando”. O “buscando”. Y habrá otras razones y significados.

Como sea, hay quien no gusta de viajar. Y quien ha imaginado, además, otros significados que explicarían ese disgusto. Arp nos trae a Unamuno, presentando además su propio testimonio.
El viajar no es natural. Los niños no pasean yendo a un lugar determinado, sino que juegan corriendo en derredor de un punto. El obligarles a hacer una legua les cansa más que dejarles correr cosa de tres leguas en un jardín. Y los mayores necesitan de la caza -de aquí el atavismo- para recorrer el campo.

3 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

Un motivo para que no nos guste: efectivamente la vida es un viaje, así que viajar es una redundancia. Produce la sensación de mareo del que corre por dentro de un tren.

Juan Ignacio dijo...

Interesante. No ser en plenitud y tener que estar toda la vida en tensión sería ya suficiente como para encima tener que viajar para conseguir otras cosas. Creo que el posible disgusto por los viajes surge de una tensión entre algo que quiero pero que no quisiera tener que viajar para conseguirlo. (Digo yo; y aprovechando que escribir acá es gratis).

Juan Ignacio dijo...

Esa imagen es buenísima, Sangre Azul. Si después de este mundo volveremos al Padre, y si ese es "nuestro lugar", el gusto por volver a nuestro lugar (esta vez terrenal) quizás sea un reflejo de nuestro deseo de volver al Padre.

Tu sombra de mistol hei buscar
cuando ya cansao de tanto andar
vuelva de nuevo al pago
a mi Santiago
ay, ay, ay, sí, sí