domingo, 2 de julio de 2006

Si tuviera un lector nuevo...

Si tuviera algún lector nuevo, ¿cambiaría algo? Pues... no. Aunque si alguien del que recientemente dije algo, alguien que nunca lee el blog, llegara a leerlo, en ese caso me apresuraría a aclarar que he hablado ya otras veces de él. Y que en ese conjunto de entradas hay que leer todas y cada una de esas entradas. Si no, quizás no se entienda bien.
Y lo digo aunque él no me haya dicho nada, aunque aún no esté seguro si él ha leído algo de lo que escribí, o escuchado hablar de ello.
Y agregaré una entrada más al conjunto. Voy a volver a hablar de mi padre, aunque no lo hubiera hecho si no hubiera encontrado las palabras que ya van a ver. Pongamos una excusa formal: hace poco pasaron su cumpleaños y el día “comercial” del padre. Así que ahora van unas palabras que le sientan más que bien. Son tomadas de la canción “Los brazos de mi padre”, de Jorge Fandermole.

Esos tallos de metal que soportan dos jazmines,
pendulares arlequines que acompañan el andar,
que parecen cuna tibia o herramientas de combate
son los brazos de mi padre que se van a trabajar.

(...)

Si se pudiera escuchar lo que por su fibra estalla,
lo que la paciencia calla y la lengua no dirá,
los milagros bajarían a los límites humanos
en la furia de unas manos que no dejan de luchar.

Acá quedan las palabras, por si le llegaran de alguna forma (esto es más que una mera sospecha...)

2 comentarios:

AleMamá dijo...

¡Qué hermoso post, Juan Ignacio! Tu tienes un hijo y se me hace que eres eso para él, lo anhelas y lo serás, estoy segura.

Bonito homenaje a tu padre, ojalá lo leyera pero pienso que quién eso escribe lo demuestra con su actitud hacia él.

***
Hablando de otros lectores:
Si tuvieras un lector más, ¿qué más da para ti? los que nos lo perdemos somos nosotros, tu tienes bastante con lo mucho que aportas con tus reflexiones.

***
Vengo de Sensus Fidelium, de tu discusión con Cristián sobre la ley natural. Yo la tengo impresa y cada vez que actúo la tengo presente en mis actos sin pensarlo siquiera, salvo cuando me cuesta y si aún costándome lo intento es por algo muy grande, algo grabado, algo que es parte de mí, algo anterior y superior a mí, pero que sin embargo me deja optar, no es predeterminado: soy libre pero porque existe y puedo no seguirla, pero no puedo negarla. Uds. tienen mejores palabras, pero yo sé lo que siento y vivo.
Si no existieran estas referencias porfiadas de ella ¿te imaginas el caos? ya lo estamos probando con occidente negador de la ley natural, en algunos temas, pero ¿te das cuenta la contradicción que hay cuando se defienden -con razón- los derechos humanos que no son sino el destilado de la ley natural y nada más?

Juan Ignacio dijo...

Gracias por tus palabras.

Con respecto al último tema, entiendo lo que decís, muy bueno. Lo que hablamos en Sensus Fidelium me parece que dejó en claro muchas cosas y que, como decía Cristián, también podríamos profundizar un poco más. (Yo no estoy a la altura de mucho más).