"Las hojas caen de lo alto a lo bajo; los hombres caen al oeste, al menos en Buenos Aires", leía yo el sábado hojeando el Adán Buenosayres. Y el domingo mi abuela, que estuvo en los festejos de San Bernardo el mismo sábado, me contaba que la parroquia de su juventud era una de las más grandes de Buenos Aires. Los sacerdotes que daban responsos en Chacarita (Cementerio del Oeste, allí donde yace el mismísimo Adán) eran de San Bernardo, me decía.
Alguna vez le he leído a mi abuela la disertación de Adán frente al Cristo de la Mano Rota, los pensamientos acerca de qué habría en esa mano rota. Según dice ella, la mano se rompió de un tiro en la Semana Trágica. Y otra vez (o aquella misma) hemos recorrido, yo en el libro y ella en el recuerdo, la calle Gurruchaga. Los más recordados: La Hormiga de Oro (aunque hay discrepancias de rubro), la curtiembre y el café Izmir.
Acá llueve sin parar y hay muchas cosas que hacer.
Alguna vez le he leído a mi abuela la disertación de Adán frente al Cristo de la Mano Rota, los pensamientos acerca de qué habría en esa mano rota. Según dice ella, la mano se rompió de un tiro en la Semana Trágica. Y otra vez (o aquella misma) hemos recorrido, yo en el libro y ella en el recuerdo, la calle Gurruchaga. Los más recordados: La Hormiga de Oro (aunque hay discrepancias de rubro), la curtiembre y el café Izmir.
Acá llueve sin parar y hay muchas cosas que hacer.
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