martes, 16 de agosto de 2005

Su nombre en vano

Al leer el título (ése) evoqué mis pobres estudios al respecto. Las ideas de Suárez, quizás, en algún cuaderno de estudiante. Un cuadradito, Dios, una flechita para abajo que indica que da la autoridad al rey, otro cuadradito, luego tachada la flecha, ahora baja al pueblo, de ahí sube al gobernante y... ¿eh? ¿“Dios y el rey” es qué? ¿Fútbol? ¿Televisión? ¿Maradona y Pelé? No, debe haber un error en la programación de la página de Internet del diario y se me fue a deportes. ¡A la flauta! No hay error, me dicen. Dios y el rey son los futbolistas. ¡Con qué liviandad usan esas palabras!

Siempre me chocó la moderna adjetivación de “dios”. Entiendo que quieren decir lo más, el mejor. Pero creo que Dios está por sobre todo “más” terrenal. Y si hay facilidad para calificar a alguien de “dios” es porque hay dificultad de entender cuán superior a todo y a todos es Dios. A nadie le cabe “dios” como adjetivo, sólo al mismo Dios, a su Hijo o al Espíritu Santo. Uno y trino. Y chau.
Posdata: en cualquier momento surge otro “grande del fútbol” y los juntan a los tres bajo la advocación que ya se imaginan...

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