Vamos por la calle como flechas disparadas de un lado a otro. Día a día miles de personas nos cruzamos por la calle y sólo somos eso: trayectorias que se cruzan. Y más que eso, que se evitan. Para no chocarse.
Te levantás y tenés en la mira llegar al trabajo. Lo que pasa en el medio, incluyendo a las personas con las que te cruzás, son sólo obstáculos a sortear, o instrumentos a aprovechar. El colectivo es una máquina que vos sabés lo que hará. Y te subís acá, para bajarte allá. Y no hay tal cosa llamada chofer sino en concepto.
Y si eres chofer, tu experiencia es la inversa: tu destino es la terminal y entre las tareas que debes cumplir están el abrir y cerrar puertas, para que entren y salgan personas como ganado, como cantos rodados, como algo más, como un “factor” más en la compleja operación...
Añoro una tierra de viajes interminables.
En ella no llegábamos nunca a destino,
nos encontrábamos con nuestro fin a cada paso.
En ella no llegábamos nunca a destino,
nos encontrábamos con nuestro fin a cada paso.
2 comentarios:
"nos encontrábamos con nuestro fin a cada paso" es un verso extraordinario. Gracias.
Yo recuerdo una edad prometida del gozo;
ha dejado en mi lengua un entrañable
sabor de paraíso.
(L. Marechal - Gravitación del cielo - Poemas australes)
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