sábado, 21 de diciembre de 2024

Algo que pasó, un plan y deseos de feliz Navidad

Casi sin que los llame, este año vinieron los “clásicos”. No fue un “atropello voluntarioso” para cumplir con la máxima “apenas si hay tiempo para los clásicos” sino que simplemente les llegó su momento.

Cerré con “Diario de un cura rural” y “Crimen y castigo “ (que no son tan “clásicos” como la Divina Comedia o el Quijote) y ya concebí un plan para el año que viene, que se trata de la relectura de viejos libros, leídos hace veinticinco años o más.

Y es un plan que tampoco me parece hecho para cumplir alguna prescripción determinada (no tengo máximas al respecto), sino que surgió espontáneamente mientras leía autores que hace mucho no leía y de los que me dije: “quizás ahora los entienda de otra manera”. Y es tentador agarrar esos viejos ejemplares. Es más el gusto que me da pensar eso que el que otras veces me daba la idea de: “releer es bueno, pero quiero conocer más cosas nuevas”.

Quiero releer. Llegó el momento (aparentemente). En definitiva, cuando uno dice “apenas si hay tiempo para los clásicos” es porque no se trata de haberlos leído, sino de estudiarlos más, conocerlos, disfrutarlos. Así va a pasar entonces con algunos libros viejos, les dedicaré ese tiempo que quizás necesite para aprovecharlos mejor. Y leyéndolos como una persona nueva, claro, esa es la clave. Porque puedo decir, gracias a Dios, que no soy el mismo que hace veinticinco años (y aunque quisiera tener algunas cosas de aquél, soy feliz por las que ahora tengo).

Les deseo feliz Navidad a los que pasen por acá y hasta el año que viene si Dios quiere.

viernes, 13 de diciembre de 2024

Impresión

Los espejos de agua “artificiales” tienen como un qué sé yo, ¡no es lo mismo! Pero no es que lo tengan ellos, en realidad, es uno el que lo tiene. Listo para admirarse de la belleza natural, se decepciona uno de saberlo no natural. El agua es agua. La orilla, orilla. Pero es un embalse. ¡Ah…!

Claro que uno no se lo podría decir en la cara al paisaje. Sería ofensivo. ¡Con lo lindo que se ve!

Tengo ganas de ver esa orilla de Casa de Piedra al atardecer. Sé que no voy a poder pensar que el pincel divino está allí trabajando solo, o por ejemplo evocar a ancestros que descansaban allí mismo, en definitiva sé que algo de la emoción se va a empañar…

No solo hacia atrás, también hacia delante las cosas no son iguales. Porque aunque lo natural sea frágil, lo modificado lo parece aún más…
Siempre que salía de la Universidad, generalmente -sobre todo al volve a su casa- había de sucederle, puede que le ocurriera cien veces, quedarse parado precisamente en aquel mismo sitio, contemplando con toda atención aquel panorama, verdaderamente espléndido, y casi siempre había de maravillarse de una impresión suya, vaga e inahuyentable. Una frialdad inexplicable infundíale siempre aquel magnífico panorama; un alma muda y sorda animaba para él aquel vistoso cuadro… Admirábase siempre de su antipática y enigmática impresión, y aplazaba, por no fiar de sí mismo, el explicársela para un futuro remoto”.
Crimen y castigo, Fiódor Dostoievski (edición de Biblioteca La Nación, 2001)

sábado, 23 de noviembre de 2024

Platero y yo

Sencillo es. Y creo que pretendía serlo. Pero no por eso vas a poder leerlo rápido. Si tenés el alma sensible, o edad para haber vivido ya algunas cosas, las frases más simples pueden ser enormes. Y entonces se hace forzoso detenerse. Sorprendido, para disfrutar.

Sencillo es pero también puede tener unos pasajes riquísimos. Y entonces la historia quizás pueda ser la contraria: si nunca sentiste algo así, casi que podrías saber lo que es leyendo esos pasajes.

Como cuando se lo llevan al perro Lord porque lo mordió un perro rabioso (cap. LI):
“La mirada que dejó atrás por la callejilla cuando se lo llevaban, sigue agujereando mi corazón como entonces, Platero, igual que la luz de una estrella muerta, viva siempre, sobrepasando su nada con la exaltada intensidad de su doloroso sentimiento… Cada vez que un sufrimiento material me punza el corazón, surge ante mí, larga como la vereda de la vida a la eternidad, digo, del arroyo al pino de la Corona, la mirada que Lord dejó en él para siempre cual una huella macerada”

martes, 29 de octubre de 2024

Catedral y música

Se ve que La Divina Comedia es una obra grande y completa. Por momentos siento que le pasé por encima como un vuelo nocturno, viendo allá lejos abajo pequeñas luces. Pero me siento satisfecho. Pude disfrutarla.

Dice Stefan Zweig (*): "Las generaciones se alzan y caen a su alrededor, mas él permanece inmutable, como una roca, y hunde si mirada su mirada en la inmensidad. Los Estados y naciones se precipitan a sus pies, reducidos a pequeños escombros, pero no se conmueve ni una sola piedra del edificio marmóreo de su poesia. El arte no posee nada mas inconmovible que los catorce mil versos de esta obra. Los monumentos que en aquella misma hora y en aquella a tierra se elevan piedra a piedra, como en el suyo verso a verso, antes se vendran a tierra todos ellos, el blanco Duomo de Florencia y el Palazzo Vecchio, antes se desvanecerán los cuadros del Giotto y Cimabué (sic), antes, digo, que se derrumbe esta catedral y se extinga esta música. Cuanto más penetra su obra en el horizonte de los tiempos, más natural, indestructible, más pétrea se acusa en el cielo eterno y sobre la tierra perecedera. Dante, el poeta, parece crecer en medio de las generaciones que cada vez conciben unos planes más mezquinos".

Si algo me llamó la atención fue la capacidad de Dante de hacer comparativas de los sucesos que veía o vivía él mismo con infinidad de sucesos históricos o de leyenda, cuando no con sucesos ordinarios de la vida de ciudad o campo. Y extensas frases a veces, y por eso más pintorescas. Fui marcando muchas pero tomo una al azar, del canto IX del Purgatorio:

“(...)
No de otro modo se inquietara Aquiles, 
volviendo en torno los despiertos ojos 
y no sabiendo dónde se encontraba,

cuando su madre de Quirón a Squira 
en sus brazos dormido le condujo, 
donde después los griegos lo sacaron;

cual yo me sorprendí, cuando del rostro 
el sueño se me fue, y me puse pálido, 
como hace el hombre al que el espanto hiela
(...)”.

(*) Texto de 1921 puesto a modo de prólogo en la edición de La Divina Comedia de Editorial Juventud / Ediciones Continente, 2015. Esta edición tiene además muy buenas notas. Pero está en prosa.

domingo, 29 de septiembre de 2024

Algunas palabras originales (en canciones)

Conocimos a Linda Ronstadt en un recital, ya no me acuerdo en qué escenario, cuando cantaba “Tumbling dice”. No la volvimos a ver hasta mucho tiempo después. Cuando la encontramos ella era unos años más joven y había recién grabado “Long long time”. Ahí supimos definitivamente que ella era una cantante que se las traía.

Pero no hablaremos acá de ella sino del primer verso de esta última canción, compuesta por Gary White, que pone a la cantante en la necesidad de decir (en el primer verso, solo y bien separado), una palabra que me parece que no me equivoco si califico de original: Love will abide…

Saltando un poco en el tiempo nos encontramos hoy con una banda bastante nueva de Austin, Texas, llamada Black Pumas. Su estilo es definido como soul psicodélico y su éxito fue “Colors”. En el tema “Confines” usan la palabra “merrily”. Si bien conocía la palabra, por ejemplo, por una vieja canción irlandesa llamada “Merrily dance the quaker”, nunca la había escuchado pronunciar (o no lo recordaba).

“Desperado” es una palabra bien escuchada en el ambiente musical como el que nos estamos moviendo. Lo notorio es saber que la recoge la RAE como una expresión en desuso similar a “desesperado” aunque tiene una significación especial como la característica de un delincuente dispuesto a todo.

La famosa canción “Desperado” de los Eagles pareciera no hablar de un criminal sino que habla de problemas sentimentales. La canción la grabaron muchos artistas, incluyendo a Linda Ronstadt, claro, que era muy cercana a los Eagles. Esta canción me hizo seguir pensando que la Ronstadt es una gran cantante, pero que prefiero la voz de Karen Carpenter (la Carpenter puede hablar musicalmente, como doña Sílvia).

sábado, 21 de septiembre de 2024

Y uno con Marechal

Leo ahora Marechal y vuelvo a reír (otra ventaja sobre Borges).

Uso un pocillo que tiene grabada una foto de la Casa Histórica de la Independencia. Caliento el agua en una jarra eléctrica que compramos porque es igual a la que habíamos usado en la casa de la señora Yolanda en el valle de Cwm Hyfryd. Tengo en la mano el cuarto tomo de las obras completas marechalianas (¡es tan cómodo!) y estoy releyendo “Megafón, o la guerra”.

Aún en los momentos serios de un libro de Marechal uno se puede reír. Quizás porque Marechal estaba impregnado de algo de ese humorismo angélico del que predicaba en el prólogo del Adán (la sonrisa con la que miran los ángeles las locuras de los hombres). Quizás porque toda empresa del hombre camina entre lo sublime y lo ridículo, como declara de continuo su personaje de esta novela (que es tan él como el relator).

(...)

Ya la primavera ríe sobre las tumbas, canta en el buche de los pájaros, arde en los retoños vegetales… Ya la gente se demora más en la calle, ya la pizzería para llevar tiene las sillas para esperar afuera y hay un aire que es como el fondo de una grabación de alta calidad donde todos los sonidos se escuchan como recortados perfectamente… La luna tiene un leve nimbo y brilla imponente…

sábado, 14 de septiembre de 2024

Un ratito con Borges

Estimado profesor”, le digo mientras apoyo en su escritorio “La canción de Rolando”, “El Cid”, “Don Quijote de La Mancha” e “Ivanhoe”, “creo que voy a leer un poco de Borges”.

Si veo que me va a cuestionar, uso la lógica de esa canción “Pilchas gauchas” (Que cultivemos la música/ de algún lejano país/ seguro que es pecau/ si conozco la de aquí.) y le canto:

Que realicemos lectura/ de ese tal José Luis/ seguro que no es pecau,/ si ya hicimos la del Cid.

Debo decir que esta vez estaba más preparado para Borges. Para quedarme con algo más que el ingenio. Marqué unas imágenes muy lindas (sobre todo en “Hombre de la esquina rosada”). Esas cosas que cuando era chico uno no veía (menos aún si uno pintaba para matemático). Ponerlas acá sueltas no sería lo mismo que encontrarlas de paso, de sorpresa, inmersas en una historia.

Los cuentos solamente ingeniosos no me alcanzan. Me tiene que gustar el ambiente en general. Por eso me gustaron “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, “Hombre de la esquina rosada”... Y me gustan más los ambientes de Borges que, por ejemplo, los de Cortázar (por eso los ingenios de Cortázar no arraigan en mí).

En los grandes temas prefiero cómo los trata Marechal. Lo que me más me dejó pensando, de todos modos, fue ese ingenioso pasaje de “El inmortal” en que dice:

“(...) lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal. He notado que, pese a las religiones, esa convicción es rarísima. Israelitas, cristianos y musulmanes profesan la inmortalidad, pero la veneración que tributan al primer siglo prueba que sólo creen en él, ya que destinan todos los demás, en número infinito, a premiarlo o castigarlo”.

El punto es astuto, pero falla. La inmortalidad de mi religión no es muchos años contra unos pocos. La eternidad es más que el tiempo sin fin. Eterno es distinto a inmortal. Eterno es fuera del tiempo. Y precisa la mortalidad. Y sí, efectivamente estos pocos años son cruciales para esta llamada eternidad. Por eso la eternidad es tan importante. Por eso esta vida es solo un medio. Y si nos empeñamos tanto en los medios, es por el valor del fin.

A su vez, el valor definitorio de esta vida en la que nos empeñamos por la otra (eso que parece hacerla desmesuradamente importante si olvidamos que es un medio), no está ni siquiera signado a nuestra sola voluntad o méritos. Y los afanes deben ser por dejarse ir ganando por la voluntad del que habita en la eternidad.

martes, 10 de septiembre de 2024

"Pide un campeón"

Sin saber lo que hacía me estaba poniendo a leer otro libro de caballería. Siempre había querido leer “Ivanhoe” y la verdad es que lo disfruté casi tanto como “Quentin Durward” (el primero de Walter Scott que había leído, hace ya unos años).

Si “primero los clásicos” es un precepto, “a cada libro le llega su momento” es una ley de la vida que no deja de reconfortarnos y hacernos ver que no todo es nuestra voluntad a la hora de cumplir los preceptos.

Y no es que yo considere a “Ivanhoe” especialmente un “clásico” (u obra de referencia, u obra maestra, o lo que sea; porque eso es lo que decimos cuando decimos vulgarmente un clásico) pero estaba en cierta lista, que aspiraba a completar, de famosos de lectura ágil, y ya lo había empezado una o dos veces hace tiempo sin éxito. Y si a esto sumamos que recientemente leí el Quijote, la “ley de la vida” antedicha no deja de asombrarme con todo su poder.

Creo que en los colegios ya no deben listar “Ivanhoe” (o alguno de Walter Scott) en sus catálogos de planes de lectura para alumnos. No sé si tanto por el tipo de héroe (porque a su modo, la gente sigue gustando de los héroes) como por el lenguaje anticuado y también por cierta susceptibilidad a leer cómo se hablaba en ese entonces de las mujeres, los judíos o quien sea. Pero no se lleven una mala impresión los que no conocen la historia y leen esto, pues Walter Scott hace quedar muy bien a esos y otros grupos humanos.

Para mí, leer “Ivanhoe” fue volver a encontrarme con eso de lo que conocí por primera vez leyendo la Canción de Rolando. La definición de un juicio mediante el recurso al duelo. (¡Y en qué forma! Es muy emocionante cómo Scott traza ese final. “Pide un campeón”. Aún resuena esa frase en mis oídos. No voy a decir más).

En un principio, hombre de estas épocas, tendemos a pensar que el recurso puede resultar, por una especie de azar al que estaría apelando, algo injusto. Que se aleja de la búsqueda de la verdad que un juicio debería tener. Pero si uno se atiene a cómo se manejaban los juicios, los testimonios y otras cosas de esa época (tan distinto también a hoy en día), es realmente notable que se diera lugar a esta opción.

Llego a pensar que en este “sistema”, de alguna forma, la verdad se toma lugar para aparecer. Porque incluso lo que hoy llamaríamos “el peor de los casos” (la muerte de un inocente, por ejemplo), podría ser mejor destino para dicha persona (y para sus circunstantes) que una vida de sufrimientos o malas acciones. ¿Este sistema tiene algo de “poner las cosas en manos de Dios”, aunque parezca ponerla en mano de los hombres?

No estoy plenamente seguro de esto que digo, pero quisiera dejar abierto el tema para seguir pensándolo. Aunque ahora quizás me aleje por unos días de la caballería…

jueves, 29 de agosto de 2024

Don Quijote y veinte años

Si no les pude decir nada del Cid, cuánto menos les podré decir de Don Quijote. Que si no estoy muy seguido por acá es porque un día me encontré leyendo sus historias y bien adelantado. Y riéndome de lo lindo. Y disfrutando abundantemente.

Cuando me di cuenta, faltaban unos días para este aniversario y ya estaba por empezar la novena de Nuestra Señora de la Guardia, en cuyo día (hoy) este blog cumple años. ¡Y nada menos que los veinte!

En dedicación al blog vaya esta versión que tanto me gusta…

lunes, 22 de julio de 2024

Reencuentro con el Cid (preludio)

Al parecer vamos a leer “Poema de mío Cid”. En el apoyabrazos se pusieron varias opciones (sería redundante decir “varias opciones de lo más variadas”): el Cid, Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, el segundo tomo de los Ensayos de Montaigne y una cosa que quiero ver si pasa o va al tacho que se llama “Euforia y utopía” de Arthur Koestler.

El mío "Poema de mío Cid" es de la famosa y vilipendiada colección “Biblioteca Básica Salvat”. Tiene un sello con mi nombre y al lado “4°A”. En cuarto año de la escuela secundaria, hace casi treinta y cinco años, el profesor Ampudia nos lo hizo leer (no sé si todo o parte, no sé si lo logró). No recuerdo nada del libro pero sí a don Ampudia hablando de literatura y dudando de la calidad de Borges, diciendo que a un buen libro lo gradúa de tal el tiempo, que así que habría que ver, etc.

No es la elección de este libro solo una decisión en base a la premisa de “primero los clásicos” (creo fervientemente en ella, que no es la única regla, pero siempre debe guiarnos) sino también un interés surgido después de haber leído “La Chanson de Roland”. Algo como “a ver cómo eran ‘nuestros’ caballeros…” (porque uno se considera descendiente de españoles, aunque haya por ahí un apellido italiano materno).

Me entusiasma mucho este epígrafe que don Luis Guarner pone en su prólogo y es palabra de un tal Federico Schlegel:
España, con el histórico poema de su Cid, tiene una ventaja peculiar sobre otras muchas naciones; es este el género de poesía que influye más inmediata y eficazmente en el sentimiento nacional y en el carácter de un pueblo. Un solo recuerdo como el del Cid es de más valor para una nación que toda una biblioteca llena de obras literarias hijas únicamente del ingenio y sin un contenido nacional
¡Casi que Schlegel me pone de vuelta a don Ampudia frente a mis narices!

Así que bueno, allá vamos, después les cuento… O no. No sé.

domingo, 21 de julio de 2024

"On Belloc"

Quedó Belloc solo, así que charlamos unos días sin interrupciones (él conmigo y yo conmigo mismo; lo único que podría ser o incluso haber sido, porque se trata de un libro y porque, aunque no lo fuera, yo no estaría a la altura de una charla con Belloc).

Cada vez que intento decir algo veo que Knox lo dijo mejor en la introducción que tiene el libro. Yo lo que puedo decir, ahora que Belloc se fue, es que es un tipo con el que me hubiera gustado viajar. Observa cosas como me gusta observar a mí (o será que a mí me hubiera gustado decir lo que él dice cuando las observa). Busca simbolismos y hasta “explicaciones” en el paisaje; explora sus sentimientos frente al mismo.

Él conoce muchos lugares y eso le permite hacer comparaciones. Yo puedo imaginarme de vuelta frente a lugares que conocí y sentirlos de vuelta mientras veo como Belloc siente los suyos. Leer a Belloc te da ganas de atesorar esos recuerdos de otra manera o simplemente volver a recordarlos.

Así entre todos me vinieron hace instantes a la mente unas sierras cordobesas, en un punto exacto de la ruta en que cada vez que paso se aparecen de golpe altas y majestuosas como si fueran mucho más altas de lo que son. Pero no sé historia, así que no puedo saber cómo podría haber eso influido en que esas tierras sean cordobesas o puntanas… Y si leí algo alguna vez, porque lo hice, no lo recuerdo.

Habría varios pasajes para citar acá pero haría muy larga la entrada. Uno de mis ensayos favoritos es “The mowing of a field”; les dejo el enlace.

La entrada igual va a ser larga, pero pueden llegar hasta acá. Lo que viene abajo son dos párrafos que pueden ser o bien un gusto para los que conocen a Belloc o bien un irresistible “gancho” para los que lo quieran conocer.
It is not easy for a modern generation to understand the background of Hilaire Belloc. Even in his own day, he was a bundle of contradictions. He was a great lover of England, yet wherever foreign politics were concerned, he at once became a Frenchman. He was a conscientious Liberal, yet wholly out of sympathy with that tradition of Puritanism which was the strength of the old Liberal party. He was a fervent Catholic, yet much of his admiration was reserved for the heroes of the French Revolution. He was an accepted figure in the fashionable world, yet he never ceased to ridicule its conventions”.
(Ronald Knox en “Belloc Essays”, editado por Anthony Foster, Methuen & Co. Ltd., 1955)
When I first met Belloc he remarked to the friend who introduced us that he was in low spirits. His low spirits were and are much more uproarious and enlivening than anybody else's high spirits. He talked into the night; and left behind in it a glowing track of good things. When I have said that I mean things that are good, and certainly not merely bons mots, I have said all that can be said in the most serious aspect about the man who has made the greatest fight for good things of all the men of my time”.
(G. K. Chesterton en “Hilaire Belloc, The man and his work”, de C. Creighton Mandell y Edward Shanks, Methuen & Co. Ltd., 1916)




sábado, 6 de julio de 2024

Piensa bien

¿Qué es ese acierto sino una alegría fugaz y egoísta cuando se dice: “piensa mal y acertarás”? Una sola alegría que se obtiene cuando se piensa bien y se acierta es mucho mayor que noventa y nueve desengaños y que mil de las de aquellos fútiles aciertos.

viernes, 28 de junio de 2024

Darse el tiempo para iniciar

Inquieto y despierto por algunos temas que me producían más ansiedad de terminar que preocupación, más molestia de interponerse entre el fin de semana y yo que otra cosa, y no pudiendo adelantarlos, por sus propias características de tener algunos horas fijas o requerir más información disponible, me levanté a las cinco y pico y me di el tiempo para iniciar El Pirata, de Walter Scott.

Darse el tiempo para iniciar un libro puede ser algo simple, como leer sin preocupación ni expectativas específicas y de repente encontrarse inmerso y confortable en la historia. Pero también puede demandar sortear algunas barreras que nos pone nuestra propia forma de ser. Por ejemplo, es muy raro que yo pueda iniciar un libro de ficción que está ambientado en un lugar de este planeta sin ir a reconocer bien en el mapa ese lugar (más aún cuánto más se describa en el libro el lugar). Si el lugar es lejano y desconocido, como suele pasar por las cosas que leo y por no haber viajado por el mundo, seguirá siendo el lugar una tierra casi de fantasía, compensando quizás con esa característica la falta de otras satisfacciones (como por ejemplo la que podría dar el verificar la correspondencia del mundo descrito por el autor con el que nosotros conocemos).

Me gustó el personaje así como se plantea al inicio (al menos quien parece que va a ser uno de los personajes principales). No me asusta el regodearme en el carácter misógino de un personaje (tengo debilidad por personajes raros, siempre que sean más bien buenos o bien intencionados) dado el hecho de que tengo en cultivo ya ciertas relaciones en este mundo, así que no debo temer un “contagio” o recibir alguna “mala educación”.

De todo esto no se debe inferir que me gusta el personaje (ni que sí, ni que no). Aún no lo conozco en su totalidad, es decir no sé lo que hará en el libro. Hablar de un libro sin haber leído más que un capítulo puede ser arriesgado, de cierta forma. Esta entrada no habla de un libro ni de los personajes. Habla de empezar a leer un libro. Y ya casi termina.

Esta edición de “El Pirata” de Scott es genial. Son dos tomitos de tamaño de aproximadamente 11 x 15 centímetros. Es como un pocket, ¡pero es del año ‘45! Tapa blanda pero lindo, con sus solapitas. Creo que lo compré por eso (además del gusto por Scott). Este es de Emecé, de una colección llamada Los Románticos y nos explican los editores:

“[Sir Walter Scott] Creador de la novela compacta y con genio propio, entra en la serie de Los Románticos por la puerta grande, pues sin haber hecho profesión de romántico, los nobles sentimientos de sus personajes, su manera de encarar la vida con justicia y exaltación desinteresada, se ven que armonizan con toda la escala romántica que suena en el templo de estas lecturas”. ¡Tomá, ahí tenés, ha! ¿Qué me contursi?

miércoles, 26 de junio de 2024

"La Chanson de Roland"

La presentación le da una solemnidad que la edición no tiene. “La Canción de Rolando” (o “El cantar de Roldán”). Traducción al castellano de Enriqueta Muñiz. Realizada sobre el texto “Publicado según el manuscrito de Oxford y vertido [al francés moderno] por” Joseph Bédier. Y a continuación una interesante “Advertencia del traductor” al respecto, que hace a uno imaginar sesudos estudios entre volúmenes de tapa dura y pergaminos. Con eso contrasta en las manos una sencilla edición de tapa blanda de Librería Hachette S.A., Buenos Aires, en tercera edición de 1970 (siendo la primera de 1956). La encuadernación es básica pero aún así pareciera que no se va a despegar. Por lo menos. Para hacer algo de honor a los estudios de don Bédier y al trabajo de doña Muñiz (que para algunos aspectos del mismo ha recibido el consejo de nada menos que del Profesor Don Ramón Menéndez Pidal). La tapa y algunas hojas están algo desteñidas, pudiendo ser lo segundo un problema de imprenta, aunque lo primero pareciera ser más atribuible al uso. Ha pertenecido a la librería Clásica y Moderna y me ha llegado a través de la menos famosa librería Prólogo, que vende libros usados en San Isidro y Beccar. En la página 38 me detengo a escribir esto, disfrutando el encuentro con la palabra faldriquera pero con el sabor amargo de (“spoiler alert!”) la traición de Ganelón y, hasta el momento, no he encontrado marcas que revelen la presencia de algún lector anterior.
(...)

He llegado al final y sin huellas de ese posible lector. “La Chanson de Roland” me hizo ir a Wikipedia a recordar la historia de Carlomagno. Quizás lo más sorprendente del libro me haya resultado todo lo concerniente al “juicio” a Ganelón y la figura de Thiery. Es como si hoy la inocencia o culpabilidad del acusado se dirimiera por un duelo entre los abogados. Fascinante.

lunes, 24 de junio de 2024

A Escobar por dentro (esta vez sí)

Siete años después, con una diferencia de dos días, hicimos el camino completo. Usamos el nuevo Puente de la Arenera y logramos ir “a Escobar por dentro”.

En los caminos semiprivados de don Constantini (el mega emprendimiento Puertos del Lago) descubrimos que el que antes se llamaba en Google “Nordelta 2 Puerto” es ahora el tramo sur-norte de la fantástica Avenida de los Lagos, especie de circunvalación o conexión interbarrial del emprendimiento. (Registrando tu DNI te podés mover luego por las barreras de ingreso y egreso con solo presentarlo a un scanner).

Esos caminos antaño estaban apenas “dibujados” y eran fríos en contraste con las rutas angostas bordeadas de quintas que aún hoy hay más o menos lejanas. Aún hoy contrastan, aunque tienen alguito más de calidez, dada ésta quizás por sus arboledas, algunas esculturas (feas), paradas de lo que debe ser un transporte público interno, etcétera. Y las casas. De esas todas iguales y que parecen a veces vacías. Pero casas al fin. (Algunas no están tan mal).

El cielo es aún inmenso, si algo hay que rescatar de esta nueva urbanización. Al menos desde la Avenida eso parece. No se siente uno dentro de un barrio. Y las casas parecen de la chatura exacta para tapar nomás lo indispensable del celeste.

Antes de salir nos fuimos por un desvío hasta el río. Desde allí aún no se ven las casas (aún no llegaron tan cerca) y el horizonte es conmovedor.


En la ribera armaron “Puertos / La Reserva”. Vale la pena ir armado de unos mates y hacerse todo el recorrido caminando junto a lo que Google llama Arroyo Correntino (pero la cartelería de la reserva dice que es el Río Luján). Nosotros estuvimos unas tres horas y F. avistó nuevas aves como este pequeño carpinterito:


Cuando salís de Puertos por el norte das en el corazón del camino que une ciudad y puerto de Escobar (que no son sino los primeros kilómetros de la ruta 25).

jueves, 13 de junio de 2024

La vida desde la muerte

Creemos que la muerte no es todo, sino que puede ser el paso a otra vida mejor. Pero cuando se hace tan patente lo efímero de esta vida “de acá” es normal que asumamos por un rato una especie de “perspectiva inversa” que ve la vida desde la muerte.

Quizás los clásicos hayan dicho algo de esto, pero yo no lo sé o no lo recuerdo. Luna Monti y Juan Quintero cantaban en el disco "El matecito de las siete" esa vidala de Raúl Galán y Rolando Valladares que se llama “del último día”. Que seguramente se hizo y se debe cantar pensado en el último día, pero que ella misma tiene una forma de considerar la muerte no como algo del último día sino como algo de toda la vida.

Ya relincha el nuevo día,
caballito de la suerte.
Es un galope la vida
que lleva justo a la muerte.

Ya amanece el nuevo día,
ya la esperanza amanece
y en las ancas de la vida
en silencio va la muerte.

¡Ay!, estrella amanecida,
ramito de albahaca verde,
el camino de la vida
es camino de la muerte.

Ya se escucha amiga mía
la musiquita de siempre.
Para que cante la vida
toca su caja su caja la muerte.

(Esta misma vidala la grabaron los muchachos que hicieron Immigrasons, mezclada con una canción de navidad catalana llamada “El Noi de la Mare”).

Algo parecido me encontré hoy entre las páginas de “La otra Buenos Aires”. Nos cuenta don Delfín Leocadio Garasa:
“En Muertes de Buenos Aires, Borges evoca el nacimiento del cementerio de la Chacarita, nombre ya convertido en inexorable memento de lo que canta la copla intercalada en el poema:

La muerte es vida vivida,
la vida es muerte que viene.

(...) En una glosa posterior recuerda Borges su paseo con el poeta Osvaldo Horacio Dondo por el costado de la Chacarita, “bordeando la erizada pared”. Al pasar delante de un comité político (eran vísperas electorales) fueron invitados a entrar, y allí, mientras saboreaban copitas de caña dulce, bajo el retrato del Caudillo, esfinge adusta, escucharon una copla entonada por un “mozo enlutado, oscuro el achinado rostro sobre el pañuelo dominguero de seda, requintado con precisión el chambergo”.

La vida no es otra cosa
que muerte que anda luciendo.

domingo, 26 de mayo de 2024

Vocacional

A veces se justifica la acción, la actividad o la profesión de alguien diciendo que “hace bien a mucha gente”.

No habría mejor motivación para una acción, una actividad o una profesión que la caridad, el amor al prójimo. Pero el amor al prójimo no es solo hacerle el bien. Y se puede hacer el bien sin amar.

No siempre hay que desarrollar en alguien una capacidad que tiene, pero a la que no le tiene gusto. Y mucho menos diciéndole: “harías mucho bien a mucha gente”. Le damos una mala enseñanza de la caridad de esa manera y no lo orientamos bien vocacionalmente.

Dios no es un empresario que busca el rendimiento. La parábola de los talentos no creo que nos enseñe algo como “desarrollar a tope una habilidad que tengamos para maximizar el bien a los demás”. Me imagino que la parábola de los talentos presupone siempre, como todo otro mandamiento o enseñanza, el amor.

Tener facilidad para las matemáticas no nos obliga a ser licenciados en matemática y mucho menos a desarrollar algo como una organización caritativa basada en algoritmos matemáticos.

La caridad nace de percibir la miseria propia y ajena y de saber que Dios ama al hombre y lo amó hasta el extremo y, sintiéndose amados, tratar de hacer lo que Él hizo por nosotros con los demás. Si estamos animados por esto, luego podremos hacer lo que sea, que seguramente muchas veces incluirá el hacer el bien a los demás con nuestros dones.

[Actualización 17/06/24: "En cuanto a la elevada frase que encubre la ambición y la avaricia, y que reza: 'No hemos nacido para nosotros mismos, sino para los demás', miremos resueltamente a algunos de los que están en la danza y veamos si, por el contrario, los oficios, cargos y demás agitaciones del mundo no se buscan más bien por provecho particular". Montaigne.]

jueves, 16 de mayo de 2024

Seguimos leyendo

Cerrando abril se coló Amalia, de José Mármol. Me gustó mucho por el ambiente que describe, la situación histórica, la acción muy bien relatada. Me acordé de Walter Scott, de Victor Hugo… Algo de Dickens…Lo único pesado del relato son las partes románticas, ¡jaja, qué anticuadas!

Pude terminar el libro del viaje de Paul Theroux en tren desde Boston hasta Esquel (pasando por Buenos Aires y un encuentro con Borges; nunca me va a simpatizar Borges pero sí me gustaron algunas cosas de las que hablaron). Y Theroux tiene sus momentos, su sensibilidad y su humor… Pero me pregunté varias veces qué hacía yo ahí y no en los clásicos.

(Es increíble pero en dos libros tan distintos se dio una coincidencia. En boca de una persona real que Theroux se encontró en el norte argentino se repite casi la misma idea que Mármol pone en el pensamiento de su protagonista: que los argentinos no podemos asociarnos en una causa común. Somos buenos trabajando individualmente pero no en equipo, dijo un señor Naveiro. Nos cuesta asociarnos, aún en los casos en que a todos nos molesta una misma cosa y deseamos cambiarla, como un tirano).

Los ensayos de Belloc son como grajeas que voy consumiendo de a poco y ya tendrán su manifestación acá, van a ver. También va de a poco ese “museo” que es “La otra Buenos Aires”. Ando con ganas de meter algo para seguir acompañando a las grajeas y a los recorridos porteños: Mosquitos de Faulkner, o algo de Ramón Gómez de la Serna, o releer Retorno a Brideshead (nunca lo supe apreciar bien), o terminar Ivanhoe, o… Sí, ya sé, algunos de estos tampoco son clásicos, ni en un sentido laxo del término.

jueves, 25 de abril de 2024

Puchero de anotaciones

Cada tanto, leer un libro de reciente edición y moderna editorial, seguramente un bestseller, es poder descansar en tipografías grandes. (Supongo que el precio de venta hace que se pueda recuperar el gasto de tantas hojas usadas, márgenes generosos, etcétera). Es cómodo, pero es frío.
(...)

Es increíble cómo la etiqueta plástica, esa cosa también tan simple y barata, disimula la tristeza de las botellas plásticas de gaseosas. Una botella a la que, por ejemplo, un chico le sacó jugando la etiqueta, así desnuda hace pensar en lo pobre que es ese líquido interior, que era el mismo hace instantes.
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Me encanta apilar libros variados. No sabría expresar la sensación que tengo cuando lo hago. Quizás pueda tenerse alguna idea de dicha sensación haciendo el simple ejercicio de nombrar dos autores disímiles: Paul Theroux con Delfín Leocadio Garasa, Belloc y Mármol.
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La lectura de “La otra Buenos Aires”, de don Delfín, mentado hace instantes, puede hacerse un poco monótona por ser una impresionante colección. Por eso hay que leer de a poco. Si no te puede pasar como cuando recorrés un enorme museo con muchas vitrinas y pretendés leer todas las etiquetas una a una. Te cansás. Pero estás fascinado con la colección.
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Voy caminando por Martín y Omar y escucho que en una confitería una joven le decía a otra: “...Cómo vamos a pretender que todo sea eterno si la misma biología…” Y en las siguientes cuadras esbocé mis continuaciones (contestatarias en forma irónica):

Cómo vamos a pretender que todo sea eterno si la misma biología…
¡Me hace sentir que lo puede ser!

Cómo vamos a pretender que todo sea eterno si la misma biología…
¡Convive a veces con cierta física, que dice que el universo lo es!

Aunque, ahora que lo pienso, no creo que estuviera hablando del sentido de la vida o de la trascendencia espiritual. Quizás solo estaba consolando a la amiga que había roto con el novio. Quizás simplemente no creía en el amor hasta la muerte.
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viernes, 12 de abril de 2024

Obse-ñalador

Es inexplicable, sabiendo lo mucho que me molesta tener que cerrar un libro sin tener un señalador, que continúe empezando libros nuevos sin tener uno de aquellos adminículos a mano.

Aunque si uno lo ve de otra forma, no es tan raro. Suelo irme a bañar sin saber si hay toalla, jabón o si está lista el agua caliente. ¡Y qué molestos son esos olvidos! Así que no es tan raro después de todo, que alguien como yo empiece un libro sin tener un señalador a mano.

¿Puede tener algo de enfermiza la sensación de no poder dejar, ni siquiera por una vez o una emergencia, el libro sin señalar al cerrarlo? Estimo que más o menos enfermizo en función de cuánto no podamos hacerlo o qué riesgos corramos por no hacerlo. Y en este aspecto es, si bien inexplicable, al menos tranquilizador saber que uno aún puede empezar un libro habiéndose olvidado tomar un señalador. Es como que esa falta de previsión sería un indicio de que aún no hemos llegado más lejos.

Algo como una obsesión que no genera previsiones. ¿Tiene sentido decir algo así? Como si a alguien le molestara pisar las juntas de las baldosas, pero no llega a tomarse el trabajo de planear por qué calle irá para encontrar menos de ellas. O le molesta que los adornos no estén en un lugar preciso de la estantería, y cada vez que los ve corridos los acomoda, pero no por ello diseña marcas o señalizaciones para evitar que ello suceda.

Así que estaba en el sillón con el librito y ni siquiera quise pararme poniendo el dedo como marcador para ir a buscar un buen señalador. Pedi a G., que pasaba, algo lo más parecido posible a un señalador para poner y así poder levantarme a buscar uno. Y el adecuado, por supuesto.

miércoles, 3 de abril de 2024

El Libro Negro

Estaba ahí y de repente “pum”, me lo leí en los días del “superferiado” (mitad santo, mitad patriótico). Se coló a varios. Se lee ágilmente aunque los temas son para quedarse reflexionando largo rato. “El Libro Negro” de Giovanni Papini (a Sangre Azul le gustaba Papini). Especie de segunda parte de “Gog”, que nunca leí.

En “El tribunal electrónico” hay un tema que anticipa todo lo que se habla hoy sobre los riesgos de la "inteligencia artificial". Me gusta como habla de la obra de Whitman en "El poema del hombre". Gran punto este, en “Visita a Molotov”:
Hoy en día en el Occidente toda la política se ha reducido a la economía. En el siglo pasado aún se hablaba de principios, de ideas, de valores nacionales o ideales; (...) Al mismo tiempo que declaran ser adversarios del marxismo están demostrando día a día haberse convertido, prácticamente, a una doctrina genuinamente marxista: la del ‘materialismo histórico’
Inquietudes que todos podemos tener sobre la condenación eterna en “Noticias del más allá”. Buen punto sobre la naturaleza como enemigo en “El enemigo de la naturaleza” (propio de la visión de un biólogo moderno). Fantasías simpáticas en “El navegante aéreo solitario” o “La revuelta de los actores”. En “El gran sabio”, una frase como: “(...) la verdadera sabiduría no tiene relación ninguna con la felicidad, sino con la muerte” nos hace pensar en lo que dice Montaigne cuando titula un ensayo: “De cómo filosofar es aprender a morir”.

Todo nació vivo y va muriendo, impresionante teoría que podría ser la inversa de la de Teilhard de Chardin, en “La resurrección de la materia”. Con un imaginado Valery hablando de similitudes entre filosofía y poesía (¿eso no lo decía Unamuno también?):
Ni el poeta ni el filósofo van en busca de goces. La poesía no es un vino generoso ni es la filosofía un éter que cause placer. Estos dos superiores juegos de los más nobles espíritus son, casi siempre, fatigantes y engañadores. La poesía, cuando tiende hacia lo absoluto se halla frente a lo inexpresable; el pensamiento, cuando intenta poseerse plenamente a sí mismo, se debate contra el muro de lo imposible”.
En la misma carta (“Una conversación con Paul Valery”) esta genial descripción:
“(...) el pensamiento puro es un microscopio quemante, que consume aquello mismo que debería hacernos ver; a fuerza de análisis, de profundizaciones, de críticas y subdivisiones, hasta el pensamiento más independiente y audaz se corroe y mina a sí mismo, se da cuenta de su propia falacia o inutilidad, disuelve y destruye su propio objeto”.
Geniales sofismas en francés en “Del odio (de Stendhal)”. Ponderación a Huxley qué podríamos aplicar a otros, en “Visita a Huxley”: “(...) es un novelista que piensa, o sea un novelista nada común”.

martes, 2 de abril de 2024

A pura ushuta… y chimarrão

Este año arrancó tarde con la música. Pero de golpe me tuve que bajar tres discos, o como se llamen.

Juan Quintero sigue haciendo de las suyas con Andrés Pilar y Sebastián Segret y en 2022 sacaron Patio Volumen II. Está tan bueno o mejor que el I. Así que me bajé los dos (del I solo tenía algunas canciones).

Y también no hace mucho se concretó ese proyecto del que sabíamos por Vitor Ramil: Casa Ramil. Una familia genial. Kleiton & Kledir, éxito de la música popular porto-alegrense de los ochenta, Vitor, nuestro hombre de la “estética del frío” y una serie de hijos y primos que prometen.

A bailar y tomarse unos chimarrâos:











domingo, 31 de marzo de 2024

¡Feliz Pascua! (2024)

(...) Accidentada la parte de la salud familiar pero, ¡qué mejor que llegue la Pascua entonces! Para recordarnos cuál es la alegría verdadera, mayor a todas estas pequeñas penas…

viernes, 29 de marzo de 2024

Presumiendo de mis lecturas y contento con mi hallazgo

Hoy, Viernes Santo, me van a disculpar que toque temas tan triviales, que ya tenía escritos hace días.

Finalmente pude leer "Grandes Esperanzas" y fue muy agradable, como lo es siempre Dickens. Aunque en este caso no ha logrado ser entrañable para mí como la lectura, el mundo y los personajes de David Copperfield. También leí una novela de Robert Benson. “Señor del mundo”, con traducción de Castellani. Y “Taipi” de Herman Melville.

De fondo y de compañía están los Ensayos de Montaigne (uno cada muy tanto), “Misteriosa Buenos Aires”, de Mujica Láinez (¡escribía bien, eh!; nunca lo había leído). “La otra Buenos Aires”, de Delfin Leocadio Garasa (recién empiezo). Y esta cosilla especial que me encontré en un anaquel bajo:


Siempre quise leer algo de Hilaire Belloc y que no sea de cuestiones políticas de las que no entendería. Y si lo puedo leer en inglés, ¡qué mejor! Se ve que lo usaban en el colegio Northlands y tiene notas de lápiz de algún dueño que tuvo. (Ver libros con etiquetas de librerías o bibliotecas o signos de uso de dueños anteriores, de ahora en adelante me hará acordar siempre del cuento “Memorias de Pablo y Virginia” de Mujica Láinez; por lo pronto ya me hacía acordar a Seiji Amasawa).

¡Ah, y trae una semblanza del autor hecha por Ronald Knox! ‘Toy chocho.


Este señalador no cumple ninguna regla de las que mandan cómo debe ser un señalador (por lo pronto es imposible abrir rápido en la página que señala) pero tiene un encanto que le viene de otro lado y aún no se cuál es.

Como cuando dicen que de acuerdo a las leyes de la física las abejas no podrían volar, pero sabemos que ellas vuelan y por lo tanto las leyes son las equivocadas, así también nosotros los estudiosos de los señaladores estamos prevenidos para estos resultados inesperados.

domingo, 17 de marzo de 2024

Cosas para hacer mientras uno lee un libro de cuentos

Cuando los cuentos son buenos no se puede seguir con otro sin asimilar un poco el anterior. A veces hay que hacer pausas.

He aquí una lista de cosas para hacer en esas pausas:

- Rellenar el vaso;

- Ir a buscar varios señaladores (recordar aquí que los señaladores intermedios deben ser de papel muy fino para no estorbar en la natural curvatura de las hojas señaladas, que quedarán por izquierda o por derecha de nuestra lectura; suelo leer en forma ordenada pero no es imposible que uno adelante algún cuento por alguna recomendación o quiera dejar uno anterior marcado para una revisita);

- Ir al índice y marcar los cuentos que más te gustaron;

- Leer un poco de otro libro, quizás de otro estilo, por ejemplo continuar con un ensayo o darle un nuevo toque al libro que quedó ahí en la pila y nunca terminaste pero tampoco te decidiste a enterrar en la biblioteca (a la inversa, este nuestro libro de cuentos puede ser el que nos esté sirviendo en las pausas de, por ejemplo, una larga novela de la que tenemos que descansar);

- Hacer autodefinidos;

- Buscar la versión PDF del cuento para enviar a alguien a quien pensaste que le podía gustar;

- Alguna tarea física;

- Escribir este tipo de cosas.

sábado, 9 de marzo de 2024

There and back again (V)

Habría muchas cosas más para contar sobre el lugar pero es hora de contar sobre el regreso.


El viento arreciaba con todo en la Bahía Inútil y los pingüinos Rey estaban casi todos juntos y quietos protegiéndose. En verano vienen aquí, pues son principalmente antárticos.


La suerte es de Chile. Sin embargo el Parque Nacional Pingüino Rey, pequeño pero muy organizado, está muy cerca de la ruta que usamos los argentinos para ir y volver de la isla. Eso sí, solo con reservas. Y verificar medios de pago.


Si no estuvieron nunca en Punta Tombo, la sorpresa de poder caminar entre los pingüinos de Magallanes la pueden tener en el Parque Nacional Monte León. El acceso está dos horas al norte de Río Gallegos.


Las vistas de la costa atlántica son hermosas en este Parque Nacional. Se pueden quedar todo el día. A media hora está Puerto Santa Cruz para pernoctar.


Nos reservamos un día completo en Puerto Deseado pero no pudimos hacer la excursión a la Isla Pingüino, donde hubiéramos visto al pingüino de penacho amarillo. En su defecto pudimos conocer la exhuberante fauna de la ría Deseado.





Volvimos por Madryn, donde nos dimos unas últimas vistas del mar atlántico. Y por Coronel Pringles, de dónde es la foto de abajo.



domingo, 25 de febrero de 2024

There and back again (IV)

El marketing del “fin del mundo” te lleva a varios lados, pero hay otros fines del mundo menos conocidos (y no me refiero a los de Eliot: “There are other places / Which also are the world's end…”).
Veamos…
  

Las fotos que saques desde Ushuaia, por ejemplo desde la Costanera, pueden ser muy lindas, pero verás que hay cosas más allá. Entonces no es el fin del mundo. Es cierto que si nublamos el horizonte y le ponemos varios barcos podemos llegar a lograr un efecto “fin del mundo” respetable, pero ahicito enfrente de Ushuaia tenés islas y montañas chilenas y los muy taimados (de los chilenos) han declarado ciudad a Puerto Williams, en la Isla Navarino. (Eso sí es trampa, porque Ushuaia tiene sesenta y ocho mil habitantes y Puerto Williams no llega a tres; por lo tanto nombramos de facto a la argentina como la ciudad más austral).


Pero aun sin recelos internacionales uno puede ir por tierra de la Patria más al sur de Ushuaia y en un vehículo convencional. Más al fin del mundo. A eso me refería con otros fines del mundo menos conocidos. Para ir a esos lugares basta seguir la ribera norte del Canal de Beagle hacia el este.


Saliendo de Ushuaia en pocos minutos está la Playa Larga, desde donde podés ver a Ushuaia ya con sus propias montañas argentinas de fondo.


Hicimos muy buenas fotos de las gaviotas, que en la playa se te acercan mucho.


Siguiendo llegás a la Baliza Escarpados, donde ya Ushuaia se mira medio hacia el norte. Ahí podes dejar el auto y seguir caminando hasta la Estancia Túnel o el Río Encajonado.


En el camino, en el que no avanzamos mucho, hay miradores muy lindos como el mirador de la palestra y muchos “árboles bandera”.


Pero para seguir más lejos hay que ir hacia atrás. Remontar los Andes otra vez y por ahí por la mitad, seguir la ruta complementaria J, que va hacia el este y se vuelve a juntar con el Canal. Allí está el simpático Puerto Almanza. Después más allá la Estancia Harberton. Y aún más la ruta te lleva hasta lo que son los restos de la Estancia Moat. No hemos ido tan lejos, lamentablemente.

Ya sin acceso con auto, el mapa indica no mucho más allá el punto más austral de la Argentina en Cabo San Pío. Discutible noción que de por sí exige omitir las “islas del atlántico sur” o más concienzudamente el islote blanco que el cabo tiene casi enfrente. Pero de por sí esta zona de la ribera del Beagle es más austral que la Isla de los Estados.


Por aguas fuimos también, mientras la señal de los celulares nos las disputaban ya empresas chilenas. Allí estaban un faro muy pintoresco “Les Éclaireurs” y los pingüinos de la Isla Martillo.


Ver distintas especies de pingüinos era unos de los “motivos” de este viaje y en la Isla Martillo pudimos ver una nueva, el pingüino papúa o de vincha. (El otro es el Magallanes, que ya conocíamos porque es mucho más fácil de encontrar “varias latitudes arriba”).

viernes, 16 de febrero de 2024

There and back again (III)

Su clasificación es “bosque andino patagónico”, como en el suroeste continental, pero los bosques fueguinos se me presentaron originales. Los ríos esos planos como fajas (Olivia, Pipo) con sus meandros como cintas plegadas y el césped todo alrededor como fresco, como recién brotado. Un verde claro y de un aspecto ideal, hasta fantástico, que como tal parece frágil (a diferencia de un oscuro y vigoroso césped como el que conocemos en Buenos Aires). Se me ocurrió pensar que quizás eso se deba a que durante el invierno todo está bajo nieve. Aunque no estoy seguro de que eso suceda ni de que sea la explicación.


El "llao llao" o "pan de indio" (Cyttaria harioti) es de película de Ghibli. Parece del bosque de Nausicäa.


En la zona de Lago Escondido encontramos un sendero sin señalizar que nace en el camino de la reserva forestal. Segunda entrada de auto a la izquierda; el camino muere en seguida y hay que seguir a pie. Mayor sensación Ghibli aún (Chihiro metiéndose en el túnel).


El bosque siempre es misterioso. Este sendero cambia de entorno algunas veces y llega finalmente a una playita en el extremo norte del lago. Cabaña-salón aparentemente en uso pero cerrada. Botes invertidos en la orilla. Árboles caídos (como en toda la zona, es cierto). Restos de pie al viento con sus barbas verdes…


Más “cosas Ghibli” en el Parque Nacional Tierra del Fuego…


Allí en el Parque Nacional es obligado ir hasta el final de la ruta 3 en la Bahía Lapataia. El marketing del “fin del mundo” te señala además otros lugares dentro del parque como la estación postal más austral (en la Ensenada Zaratiegui) o las caminatas al límite con la reserva natural estricta, o al límite con Chile (Hito XXIV) bordeando el Lago Acigami.


Cuando el tiempo está nublado los verdes adquieren unos tonos misteriosos…


Hay quienes han podido escuchar a Hilary Hahn en Nueva York o en Europa, pero nosotros la escuchamos en un bosque en los últimos kilómetros de la ruta 3. Como de a ratos llovía, de a ratos salía el sol, el piso estaba mojado y reflejaba la luz. Avanzábamos despacio. Luces y sombras. Hilary tocaba “The lark ascending” con la London Symphony Orchestra conducida por Sir Colin Davis.


Cauquenes a montones. Pero el único blanco, el símbolo del Parque (que no es el de la foto), lo vimos fuera del mismo, en el medio del Canal de Beagle...

domingo, 11 de febrero de 2024

There and back again (II)


Estar allí te hace pensar quién es la gente que vive allí. Imaginé gente que se fue a cambiar de mundo, de vida. Hay que tener una buena razón para irse tan lejos (pero como siempre se dice: ¿quién está lejos de quién?) Me aferraba a las pequeñas cosas que podrían darme un indicio. El empleado de la empresa turística, trabajadores de una obra en construcción, empleado y clientes de la vecina oficina de Senasa, una marcha de reclamo frente a la Municipalidad, el empleado de las tarjetas de estacionamiento, etc. Pero nunca hablé con ninguno de ellos.


Estar en un mundo nuevo me da menos tiempo para meterme en un mundo de fantasía. El descubrimiento del lugar, la investigación de las cosas que allí suceden… siempre me hacen estar menos dispuesto a la lectura. El que se ve ahí es el “Grandes esperanzas” de Dickens, que yo compré pero ella leyó.

La casa tenía una decoración muy sencilla pero de un interés fabuloso para nosotros. Había un plano de la isla con dibujos de flora, fauna, eventos históricos, etc.


La autora fue doña Rae Natalie Prosser de Goodall. Si quería conocer razones para irse a vivir lejos qué mejor que este breve resumen de vida de la autora en Wikipedia: “nació en una granja cerca de Lexington, en el estado de Ohio. En su juventud ganó una beca de estudios en la Universidad Estatal de Kent, donde obtuvo, entre otros títulos, una maestría en biología. Atraída por la isla Grande de Tierra del Fuego, viajó al extremo sur de la Argentina, inspirada por la famosa obra “El último confín de la Tierra”, de Esteban Lucas Bridges. Así conoció al bisnieto del pionero Thomas Bridges, el copropietario y administrador de la estancia Harberton, Thomas D. Goodall, con quien contrajo matrimonio en 1963. Falleció en la estancia el 25 de mayo de 2015”.


Decoraba también las paredes de la casa una especie de plano catastral con todos los barrios de la ciudad y los números de manzana. Allí leemos que la ciudad más austral pareciera competir con la Reina del Plata, porque declara acercarse a los míticos cien barrios. Pero en las primeras vistas vemos que los llamados barrios a veces solo abarcan diez manzanas (¡trampa!)


A pesar de lo dicho sobre los mundos de fantasía y los libros en las vacaciones, hay veces en que un libro se hace el protagonista de las vacaciones. Pero también hay veces que es otro el objeto protagonista, un objeto que nos atrapa. Un sillón, una vista desde una ventana, una pava de la nueva cocina… En este verano en Ushuaia estuve orgulloso de mis zapatos-zapatillas azules. Hicieron los viajes y las caminatas sin mosquearse. Son el objeto-orgullo de este verano.