A través de Compostela leo a un autor que dice: "(...) hasta que apenas quede un recuerdo débil y vuelva a ser un creyente rutinario, incapaz de rezar por una resurrección, aunque sea la mía".
Siguiendo con la serie de Echevarría, en el artículo de Martes Santo leo:
Siguiendo con la serie de Echevarría, en el artículo de Martes Santo leo:
También me dice cosas nuevas el fragmento que trajo Hache, acerca de la oración. Me gusta la recomendación de hacer la oración que podamos (the prayer that we can do) pero con la buena aclaración de que seguro no es la mejor que podemos hacer (doubtless it is not the very best we can do). Consuela sin dejar que te "achanches".Durante su vida pública, para realizar milagros, Jesús pedía una sola cosa: fe. A dos ciegos que le suplicaban la curación, les había preguntado: ¿creéis que puedo hacer eso? —Sí, Señor, le respondieron. Entonces les tocó los ojos diciendo: que se haga en vosotros conforme a vuestra fe. Y se les abrieron los ojos. Y cuentan los Evangelios que, en muchos lugares, apenas realizó prodigios, porque a las gentes les faltaba fe.
También nosotros hemos de interrogarnos: ¿cómo es nuestra fe? ¿Confiamos plenamente en la palabra de Dios? ¿Pedimos en la oración lo que necesitamos, seguros de obtenerlo si es para nuestro bien? ¿Insistimos en las súplicas lo que sea preciso, sin descorazonarnos?
A veces leo más de oración que lo que rezo. Si sólo el "estudio" llevara a la "piedad"...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario