¿Qué es esto? Pues, pueden o bien ir por Internet y obtener un panorama un tanto desolador leyendo las referencias a la Cité Catholique, historia argentina, Lefebvre, etc., o bien limitarse a leer este libro, que sería un programa educativo para “la acción” que ponga en acto (valga la redundancia) el orden natural y cristiano en la sociedad.
Se trata de un objetivo muy loable. Es un ideal vigente hoy en día. La Doctrina Social de la Iglesia es presentable a cualquier persona de buena voluntad, sin forzar su conciencia o su credo. Y es un deber del católico ponerla en práctica en su ambiente, tanto si es público como si es privado.
A pesar de la primera impresión, se salva fácilmente el contexto histórico de Ousset a medida que se avanza. El libro es muy claro, manifiesta conocimiento filosófico, teológico y político, pero también capacidad para explicarse con ejemplos de gran simpleza.
El estudio de los hombres, las herramientas y las circunstancias en la misión del orden social cristiano. De eso se trata.
Entre los modelos, el de los círculos o células me trajo los recuerdos de los círculos de la UCA. Si bien el objetivo de estos no era sino mantener el cultivo de la espiritualidad obtenida en los retiros, la forma es evidentemente la misma.
Me quedé con ganas de más cosas específicas. De problemas de aplicación general (o de algunos puntos principales) de la Doctrina Social de la Iglesia (la que también conocí en la UCA de mano del Ing. Arnaudo). Pero no es el tema del libro. Será tema de la vida. Y por lo visto nada fácil:
[Es el caso de] casi todas las naciones del mundo llamado ‘libre’.
En estos países ya no hay instituciones cristianas respetadas como tales.
No solamente ya no se cree en la obligación moral de trabajar por la instauración del reino social de Jesucristo, sino que el solo recuerdo de esta doctrina exaspera.
Tres siglos de “filosofía separada” [de la teología católica] han provocado un clima de escepticismo generalizado. (…)
Algunos invocan, ciertamente, ese respeto al derecho natural, que la Iglesia designa como uno de los fundamentos de su moral.
Pero aunque muchos tienden a evocarlo, nada hay más discutido que la cosa en sí misma.
Muchos olvidan que, para ser moralmente coercitiva, la referencia al orden natural supone que Dios -un Dios creador y remunerador- sea al menos reconocido como su principio y su fin. Pero esto no sucede. La noción del orden natural no suele ser evocada, lo más a manudo, sino para huir de la referencia a Dios. (Pág. 216).
Pero, amigos, nada nos lo impide:
(…) Los radicales, los socialistas, los comunistas trabajan para el advenimiento de un Estado radical, socialista, comunista. ¿Qué hacen mientras tanto los católicos? Están dispersos en asociaciones políticas, de las que las mejores no garantizan ni la cuarta parte de lo que una conciencia cristiana tiene derecho a desear. No se ve por ello por qué estará prohibido a los católicos reunirse en partido para ser más eficaces en el servicio de un orden social verdaderamente cristiano. (Pág. 178).