No hace mucho que yo me preguntaba de quién sería la cara de ese señor que hace una publicidad de un teléfono celular, o de quién aquella otra que todos los días me recibe presentando el “nuevo servicio de e-mail”; incluso quién sería el dueño de las piernas que aparecen en esa publicidad de medias o las manos que salen en aquella propaganda de detergente. ¿Qué tipo de relación tenemos con esa persona? A algunas de ellas las vemos tan seguido (todos los días en ese cartel, cada día que entro a una página web) y sin embargo, nada sé de ellos. Y es más que el anonimato de los compañeros de un vagón de subte o de un centro de compras, o es otra cosa.
No estaba yo tan loco. O somos varios. Leía una entrevista a un tal Marc Augé (sección intelectuales de La Nación):
Pasamos gran parte de nuestro tiempo reconociendo a gente que no conocemos. Es una experiencia sin precedente, inédita. ¿Cuál es el carácter de la relación que hoy podemos tener con estas imágenes, que no son puras invenciones? A diario veo por la televisión a Chirac, Bush o Putin. ¿Cuál es la naturaleza de esta relación? Es, a la vez, familiar e ilusoria. El hecho de que este mundo de imagen ocupe una importante parte de mi tiempo hace que me plantee un verdadero interrogante.
No es sólo la comunicación. A veces están ahí diciéndome algo (a las imágenes las acompañan frases que, o bien es claro o bien podría interpretarse, las dice el fotografiado). Pero lo que me llama también la atención es que, especialmente en casos en que nada dice, el personaje figura ahí en calidad de objeto.
No hablo sólo de señoritas “calurosas” promoviendo la venta de alguna marca de neumáticos. Muchas veces son personajes famosos, a los cuales sólo basta fotografiar junto a un objeto, para que las ventas de este último aumenten de manera considerable. O tantas otras veces es simplemente una cara linda, o un cuerpo musculoso, pero perfectamente anónimos. ¿Hay mucha diferencia entre ese “ser utilizado como objeto” y otros tipos de "utilizaciones" más burdas como promotoras con pocas y ajustadas ropas en una exposición, o repartiendo volantes de “hoteles alojamiento” en una esquina, o vendiendo nafta en una estación de servicio?
No estaba yo tan loco. O somos varios. Leía una entrevista a un tal Marc Augé (sección intelectuales de La Nación):
Pasamos gran parte de nuestro tiempo reconociendo a gente que no conocemos. Es una experiencia sin precedente, inédita. ¿Cuál es el carácter de la relación que hoy podemos tener con estas imágenes, que no son puras invenciones? A diario veo por la televisión a Chirac, Bush o Putin. ¿Cuál es la naturaleza de esta relación? Es, a la vez, familiar e ilusoria. El hecho de que este mundo de imagen ocupe una importante parte de mi tiempo hace que me plantee un verdadero interrogante.
No es sólo la comunicación. A veces están ahí diciéndome algo (a las imágenes las acompañan frases que, o bien es claro o bien podría interpretarse, las dice el fotografiado). Pero lo que me llama también la atención es que, especialmente en casos en que nada dice, el personaje figura ahí en calidad de objeto.
No hablo sólo de señoritas “calurosas” promoviendo la venta de alguna marca de neumáticos. Muchas veces son personajes famosos, a los cuales sólo basta fotografiar junto a un objeto, para que las ventas de este último aumenten de manera considerable. O tantas otras veces es simplemente una cara linda, o un cuerpo musculoso, pero perfectamente anónimos. ¿Hay mucha diferencia entre ese “ser utilizado como objeto” y otros tipos de "utilizaciones" más burdas como promotoras con pocas y ajustadas ropas en una exposición, o repartiendo volantes de “hoteles alojamiento” en una esquina, o vendiendo nafta en una estación de servicio?
Esto merece un post más completo (que lo haga quien sepa, que tendrá más probabilidad de no parecer un retrógrado o un reprimido sexual; después de todo, algo de reprimido yo debo tener, pero eso no quitaría verdad a lo dicho, si tuviere alguna).
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