Recuerdo haber dejado atrás una etapa en la que, antes, durante o después de leer, hacía que el libro quede a la vista para que todos vean que estaba leyendo, y leyendo ese libro.
Claro, no sé si la dejé para bien. Sobretodo cuando lo contrario ya es casi obsesión, y es el preocuparse siempre porque no quede el libro a la vista, no vaya a ser que piensen que lo dejé a propósito para que vean que estoy leyendo ese libro. Y a veces más aún: cuidarse de mencionar cualquier cosa que uno descubrió en un libro, por no dar la imagen de alguien jactancioso.
Pero una cosa es presumir, hacer ayuno y lucir la cara desfigurada, dar limosna y que se entere el templo entero, y otra muy distinta es encontrar algo bueno, algo grandioso y proclamar a viva voz: ¡vean qué bueno que es esto!
Y ahora veo distinto a esos pasajeros de transporte público que con aparente casualidad dejan ver las tapas de sus libros, disimuladamente orgullosos. Algunos querrán aparentar, cómo no, pero otros (aunque sus gustos sean de dudosa especie) me están diciendo casi a gritos: ¡qué lindo esto, deberías conocerlo! Quizás es más sano su orgullo por ese bestseller que mi egoísta ocultamiento de un clásico de la literatura.
4 comentarios:
Yo hago lo mismo. No sé si, inconscientemente, sea por orgullo o por presumir; pero, conscientemente, lo hago para fomentar la conversación. La gente siempre te pregunta, invariable: 'Oye, ¿qué estás leyendo?'. A mí que me cuesta empezar a hablar con gente que no conozco, si alguien menciona algo sobre el libro que estoy leyendo (porque lo leyó o lo conoce), ¡qué mejor!, seguro es una persona que vale la pena. :)
¡Muy bueno!
Me hiciste reir... Pero estoy de acuerdo...
Igual, a veces, todavía muestro 'descuidadamente', lo que estoy leyendo... Qué se yo... Me cuesta, vió?
Y quizás hacés muy bien si lo seguís mostrando.
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