Dos años, dos relidades (del carro alado tiran un corcel blanco y otro negro...)
El año civil se agita, llega a su final con la lengua afuera, escupiendo saliva y hasta de mal humor. Especialmente en este mundanal mundo en donde trabajo. Y hasta los festejos civiles, supuesta ocasión de alegría, tienen sus exigencias: nos llevan a revolcarnos en las calles entre miles de compradores de regalos de último momento. Este año nos reclama con sus urgencias.
Pero otro año más imporante empezó hace poco. Y estamos en sus comienzos, el tiempo de Adviento. Desde el domingo pasado, en la “segunda parte” del mismo, en la que ya preparamos la Navidad. Nos preparamos para contemplar el nacimiento de Jesús, la entrada de Dios en la historia del hombre. Este año y este momento nos demandan atención por su realidad superior.
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