jueves, 21 de diciembre de 2006

Sed de amor

A propósito de algunas entradas leídas "al margen de los días", interrumpí a Mallea y leí "Miguel Mañara" de O. Milosz y "Don Juan" de Leopoldo Marechal (y me compré a módico precio un ejemplar muy sencillo del Don Juan Tenorio de Zorrila).

Al leer acerca del Don Juan se me ocurrió pensar en un amigo. Recién caigo en qué bien le sienta este caracter, el de Don Juan. Pero empecé a pensar distinto en mi amigo. Si yo siempre pensaba qué era lo que él no estaba buscando (una novia estable, un matrimonio), ahora pensaré distinto: qué es lo que él está buscando. Quizás así entienda mejor porqué hace lo que hace. Y cómo podría él ordenar sus deseos. Aunque nunca le diga nada.

DON JUAN: (Se pasea intranquilo.) ¡Si al fin lograse reposar el ansia! ¡O si esta sed fuera como la de los ojos cuando se abrevan tranquilos en un paisaje! (Recita.) "No es bueno despertar una sed, y luego arrancarla del pozo recién cavado." ¡Tenía razón el Viejo: Hablaba de la sed ajena, y eso tan fácil! Pero, ¿quién despierta la mía, y la deja siempre con los labios resecos? ¡Felices los que reposan junto a su agua inagotable! Muerto de envidia y de rencor he mirado a los que se demoraban junto a su pozo, con la boca fresca y el corazón hecho un puro re­manso. Esa es la verdad, y lo sé. ¿Por quién me toman esos viejos locos de soledad, esas lenguas ponzoñosas y esos eter­nos ofendidos que arrojan su furor en un plato de la balanza y no saben lo que pesa en el otro? (...)

Don Juan, de Leopoldo Marechal. Acto primero, secuencia cuarta.

2 comentarios:

Jesús Sanz Rioja dijo...

Veo que te va el tema de don Juan. Yo, aparte de los de siempre (Tirso, Zorrilla...) conozco la interesante versión de Torrente Ballester y la muy azoriniana (resignada)... de Azorín, claro.

Juan Ignacio dijo...

Hay muchísimas, por lo que estve viendo.