"El inspector jefe Heat sacó de pronto un periódico color rosa que había comprado hacía menos de media hora. Se interesaba por las carreras. Obligado profesionalmente a una actitud de duda y de sospecha hacia sus conciudadanos, el inspector jefe Heat desahogaba el instinto de credulidad implantado en el corazón humano depositando una fe sin límite en los profetas deportivos de determinada publicación vespertina."
De Joseph Conrad en "El agente secreto", capítulo 9.
"Instinto de credulidad". Interesante forma de decirlo. Me hace acordar a un tema que tengo pendiente. ¿Cómo enunciarlo? A ver... perdimos la inocencia y la felicidad, tenemos tendencias al mal. Pero es posible que haya también en nosotros, junto con las malas inclinaciones, vestigios del inmaculado estado original.
Creo que J. H. Newman escribió algo de esto último. Y Juan Pablo II basa muchos de sus estudios teológicos en este estadio original del hombre, estado ideal. Pero lamentablemente este post termina aquí. Y el texto de Conrad se encadenará con otros, la cuestión tomará otro rumbo...
1 comentario:
No recuerdo quien sostiene que en el momento de "soplarnos" la vida, el Creador se encarga también de darse a conocer.
Ese recuerod, y el afán de recuperar la visión perdida, nos sostienen toda la existencia.
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