martes, 13 de diciembre de 2005

José de Arimatea (y Nicodemo)

La verdad es que no he sido muy ducho para encontrar cosas acerca del castigo de los romanos a los cristianos mediante el no permitirles enterrar a sus muertos. Pero hemos de nombrar al personaje cristiano que conocemos por la Biblia, ya que él fue otro “audaz”, que le dio sepultura al cuerpo de nuestro Dios hecho Hombre (que luego resucitó).
Una breve introducción podría ser ésta que tomé de una página que parece ser ortodoxa. Ahí vemos que el castigo de la cruz incluía la falta de sepultura:
Estaba prohibido enterrar el cuerpo de los que habían muerto en la cruz. El cuerpo quedaba colgando durante mucho tiempo para burla y deshonra. Los animales salvajes y los perros saltaban y lo desgarraban, las aves de rapiña lo picoteaban de arriba. El resto se pudría y caí a al suelo. Luego colgaban los huesos pelados. Los cuerpos de los muertos en la cruz se dejaban para atemorizar a la gente. Los judíos no enterraban los cuerpos de los crucificados para no ultrajar la tierra. Cicerón dijo que no hay palabras para describir la crucifixión.
Si esto es así, se comprende aún más el arrojo de José de Arimatea que fue a pedir el cuerpo de Jesús (valiente lo llaman en el Evangelio de Marcos). El cuerpo no había quedado en la cruz por pedido de los judíos pero tampoco se le habían quebrado los huesos. El Evangelio según San Juan incluye entre los sepultureros a Nicodemo, el cual colaboró con José de Arimatea. Les dejo el vínculo a la Concordia de los Evangelios de Hernán, donde los interesados podrán repasar los capítulos correspondientes.

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