domingo, 9 de abril de 2006

La Entrada de Jesús en Jerusalén


Cristo no entró en Jerusalén sobre una magnífica carroza, como hicieron los otros reyes; no ha impuesto tributos, no ha infundido terror, ni estaba rodeado de guardias armados de lanzas [1], y sin embargo era Él esa estrella que tenía que surgir de Jacob y ese cetro que debía surgir de Israel. [2]
La Entrada de Jesús en Jerusalén. El domingo con el que empieza la semana de Pascua, la "gran semana". Así la llaman aún en las iglesias de tradición bizantina y así la llama la peregrina Egeria, en el Diario de Viaje que se remonta a los años 381-384 y es la primera noticia de la celebración de la Entrada de Jesús en Jerusalén (según Gaetano Passarelli en el libro "Iconos, festividades bizantinas").
[1] Cfr. Juan Crisóstomo, In Matt. 66, 2.
[2] Cfr. Núm 24, 17

3 comentarios:

Aeronauta dijo...

Me salió un largo comentario que te dejé en mi entrada sobre "tanto que decir y tan callada". Lo traigo para acá para seguir pensando en algo tan interesante, creo :)
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Es todo un tema, amigo Juan Ignacio...la mortificación es algo de lo que se habla poco o nada hoy porque escandaliza, pero fue el método elegido por Nuestro Señor Jesucristo para redimirnos. Los santos la han practicado en forma eminente voluntariamente, o soportando con paciencia las adversidades conque Dios los ha probado, y ejemplos hay muchos. Yo ahora estoy pensando en san Pedro de Alcántara, santa Teresa de Ávila, san Josemaría Escrivá, santa Catalina de Siena y ¡todos!, en el que piense ha sido mortificado...¡para qué hablar de el Santo Cura de Ars! o san Francisco etc.....

Ante la aparente contradicción entre la redención sobreabundante de Cristo en la cruz y "completar lo que falta de la redención en mí..." es donde pienso, y otros piensan -¡la Iglesia piensa!- que es necesario y de ahí el ayuno, la limosna, la abstinencia, la ascética cristiana y todas las manifestaciones de mortificación, que, como únicas condiciones: deben ser unidas a Cristo, proporcionadas para no pecar contra el mandamiento del respeto a la vida y salud de "NO MATARÁS", y con rectitud de intención pienso que tiene que ver con eso de "Tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, de modo que nadie note tu ayuno, excepto tu Padre, que está en lo escondido. Y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará”

Juan Ignacio dijo...

Creo que la clave de esa aparente contradicción está (¡lo encontré!) en la encíclica "Salvifici Doloris", punto 24.

Luego de citar a la carta a los Colosenses que tu citas, dice:

¿Esto quiere decir que la redención realizada por Cristo no es completa? No. Esto significa únicamente que la redención, obrada en virtud del amor satisfactorio, permanece constantemente abierta a todo amor que se expresa en el sufrimiento humano.

PD: de todos modos, mejor que la discusión siga en el post correspondiente, ¿o no?

Juan Ignacio dijo...

Fe de erratas: no es encíclica, es carta apostólica.