Cristo no entró en Jerusalén sobre una magnífica carroza, como hicieron los otros reyes; no ha impuesto tributos, no ha infundido terror, ni estaba rodeado de guardias armados de lanzas [1], y sin embargo era Él esa estrella que tenía que surgir de Jacob y ese cetro que debía surgir de Israel. [2]La Entrada de Jesús en Jerusalén. El domingo con el que empieza la semana de Pascua, la "gran semana". Así la llaman aún en las iglesias de tradición bizantina y así la llama la peregrina Egeria, en el Diario de Viaje que se remonta a los años 381-384 y es la primera noticia de la celebración de la Entrada de Jesús en Jerusalén (según Gaetano Passarelli en el libro "Iconos, festividades bizantinas").
[1] Cfr. Juan Crisóstomo, In Matt. 66, 2.
[2] Cfr. Núm 24, 17
[2] Cfr. Núm 24, 17
3 comentarios:
Me salió un largo comentario que te dejé en mi entrada sobre "tanto que decir y tan callada". Lo traigo para acá para seguir pensando en algo tan interesante, creo :)
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Es todo un tema, amigo Juan Ignacio...la mortificación es algo de lo que se habla poco o nada hoy porque escandaliza, pero fue el método elegido por Nuestro Señor Jesucristo para redimirnos. Los santos la han practicado en forma eminente voluntariamente, o soportando con paciencia las adversidades conque Dios los ha probado, y ejemplos hay muchos. Yo ahora estoy pensando en san Pedro de Alcántara, santa Teresa de Ávila, san Josemaría Escrivá, santa Catalina de Siena y ¡todos!, en el que piense ha sido mortificado...¡para qué hablar de el Santo Cura de Ars! o san Francisco etc.....
Ante la aparente contradicción entre la redención sobreabundante de Cristo en la cruz y "completar lo que falta de la redención en mí..." es donde pienso, y otros piensan -¡la Iglesia piensa!- que es necesario y de ahí el ayuno, la limosna, la abstinencia, la ascética cristiana y todas las manifestaciones de mortificación, que, como únicas condiciones: deben ser unidas a Cristo, proporcionadas para no pecar contra el mandamiento del respeto a la vida y salud de "NO MATARÁS", y con rectitud de intención pienso que tiene que ver con eso de "Tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, de modo que nadie note tu ayuno, excepto tu Padre, que está en lo escondido. Y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará”
Creo que la clave de esa aparente contradicción está (¡lo encontré!) en la encíclica "Salvifici Doloris", punto 24.
Luego de citar a la carta a los Colosenses que tu citas, dice:
¿Esto quiere decir que la redención realizada por Cristo no es completa? No. Esto significa únicamente que la redención, obrada en virtud del amor satisfactorio, permanece constantemente abierta a todo amor que se expresa en el sufrimiento humano.
PD: de todos modos, mejor que la discusión siga en el post correspondiente, ¿o no?
Fe de erratas: no es encíclica, es carta apostólica.
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