domingo, 27 de noviembre de 2016

Olores (Biblioteca Básica Salvat)

Hoy custodio la Biblioteca Básica Salvat de mis padres. En un tiempo hojeé un “Robinson Crusoe” y hasta que creo que lo llevé en un bolso para hacerme el adolescente erudito. En otro tiempo usé en el colegio “Poema de mío Cid” y no sé si intenté por mi cuenta “1984”, de George Orwell. Más adelante recuerdo haber leído “Antígona”. Durante una época me dediqué a buscar los faltantes en la librería de usados. Habré encontrado tres o cuatro. Aún me faltan dos. Cuando llegaron a mi custodia, tantos años después, leí “Cartas desde el molino” de Alphonse Daudet y “Flush” de Virginia Woolf. Una cosa buena de esta colección es que, a pesar de su antigüedad, todavía los libros tienen un olor genial. Quizás sea un olor que maduró con el tiempo, pero también lo sentí por momentos como un olor de la niñez.

Y hablando justamente de olores, ¡quién pudiera oler más! Como Flush en Italia, por ejemplo:

“Y éste es el momento en que el biógrafo se ve forzado a hacer un alto. Si son insuficientes dos o tres mil palabras para expresar lo que vemos -y mistress Browning se declaró vencida por los Apeninos-, no contamos más que con dos palabras y media para manifestar lo que olemos. Casi no existe olfato humano. Los más grandes poetas del mundo no han olido más que rosas, por una parte, y estiércol por otra. Las infinitas gradaciones intermedias han quedado sin registrar. Y precisamente era en el mundo olfativo donde vivía Flush. El amor era, sobre todo, olor; la forma y el color eran también olor; la música, la arquitectura, la ley, la política y la ciencia eran olor. Para él, hasta la religión era olor. Nos resultaría imposible describir la más insignificante de sus experiencias con la carne o el bizcocho de cada día. Ni mister Swinburne podría haber dicho qué significaba para Flush el olor de Wimpole Street en una calurosa tarde de junio. En cuanto a describir el olor a perrita spaniel mezclado con el de antorchas, laureles, incienso, banderas, cirios, y de una guirnalda de hojas de rosal pisada por un zapatito de satén que estuvo guardado con alcanfor, eso quizá Shakespeare, si se hubiera detenido hacia la mitad de Antonio y Cleopatra, cuando lo escribía... Pero Shakespeare no se detuvo en esto. De modo que, confesando nuestra incapacidad, sólo podemos hacer constar que en estos años -los más plenos, libres y felices en la vida de Flush- Italia significaba para él, principalmente, una sucesión de olores”.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Algo sobre el asunto ese de los cuatro cardenales y la Amoris Laetitia

Estuve leyendo esas objeciones que cuatro cardenales presentaron a Francisco por cosas que dice la Amoris Laetitia (y también lo que dijeron otras personas al respecto).
Mi sensación (casi una sensación de piel; el gusto que me queda en el fondo de la boca) es que los señores lo deberían haber manejado en privado. En mi ignorancia no puedo permitirme más que decir eso.

Pero miro el punto 4 que dice:

“Después de las afirmaciones de «Amoris laetitia» n. 302 sobre las «circunstancias que atenúan la responsabilidad moral», ¿se debe considerar todavía válida la enseñanza de la encíclica de San Juan Pablo II, «Veritatis splendor» n. 81, fundamentada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, según la cual: «las circunstancias o las intenciones nunca podrán transformar un acto intrínsecamente deshonesto por su objeto en un acto subjetivamente honesto o justificable como elección»?

Y yo me pregunto: ¿No es la “Evangelium Vitae” de Juan Pablo II, una de mis encíclicas preferidas, la que dice, a propósito de los temas de la cultura de la muerte, de los atentados a la vida, algo equivalente?

Leamos parte del punto 18:

“Las opciones contra la vida proceden, a veces, de situaciones difíciles o incluso dramáticas de profundo sufrimiento, soledad, falta total de perspectivas económicas, depresión y angustia por el futuro. Estas circunstancias pueden atenuar incluso notablemente la responsabilidad subjetiva y la consiguiente culpabilidad de quienes hacen estas opciones en sí mismas moralmente malas”.

¡Epa, eh! Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa pero, ¿qué tul? El mismísimo san Juan Pablo II lo dijo.

sábado, 12 de noviembre de 2016

1 * 2

No hay idea tan mezquina, entre todas las modernas, como la de creer que el heroísmo constituye una extravagancia o una anomalía, y que las cosas que nos unen son únicamente bajas y mezquinas”.
(Gilbert K. Chesterton, Charles Dickens, 1906)

*

Urge ante todo cultivar, en nosotros y en los demás, una mirada contemplativa”.
(Juan Pablo II, Evangelium Vitae, 83 -cf. Carta enc. Centesimus annus-, 1995)

Debemos mantener viva en el mundo la sed de lo absoluto”.
(Francisco, Audiencia general a los Delegados Fraternos de otras iglesias y comunidades cristianas, así como a los representantes de las religiones no cristianas, con motivo del inicio de su ministerio de Obispo de Roma y de sucesor del apóstol Pedro, 2013)

domingo, 6 de noviembre de 2016

Mi eterno Chesterton

Siempre me pasa eso con los libros de Chesterton: voy lento, por unos días los dejo, me cuesta, leo párrafos geniales de los que quisiera postear y al día siguiente de vuelta lento, descansar. Pero son sin duda esos libros que, como dicen, me llevaría a una isla desierta.

Porque, como ya dijimos hace tiempo, los buenos libros no se leen rápido sino que se leen lento. Porque queremos que no se acaben, queremos que duren para siempre.

Con Chesterton me pasa lo que él dice que pasa con Dickens (comparando a Dickens con otros autores populares de su época):
El lector de una novela policíaca de Le Queux desea saber cómo termina; el lector de una novela de Dickens deseaba que no se terminara nunca. Las gentes pueden leer seis veces una historia de Dickens, porque se la saben casi de memoria. Si hay alguien capaz de leer seis veces una historia de Le Queux, será que es capaz de olvidarla otras tantas. En una palabra: si las novelas de Dickens eran populares se debía no a que constituyesen un mundo real, sino, al revés, la realidad misma: un mundo en que el alma puede vivir a sus anchas” (Charles Dickens, G. K. Chesterton)
Pues así me pasa con Chesterton.

sábado, 1 de octubre de 2016

Astronomía popular provenzal

“(…) ¡Mire! Justo por encima de nosotros, ahí tiene el Camino de Santiago (la Vía Láctea), que desde Francia va derechito a España; fué Santiago de Compostela quien lo trazó para orientar a nuestro bravo Carlomagno, que andaba guerreando contra los sarracenos. Más lejos está el Carro de las Ánimas (La Osa Mayor), con sus cuatro ejes resplandecientes; las tres estrellas que van delante son las Tres Acémilas, y aquella chiquitina, acurrucadita junto a la tercera, es el Carrero, que va guiando. ¿Ve usted por todo alrededor esa lluvia de luceros que caen? Son las ánimas que el Señor no admite a su lado… Un poco más abajo, el Rastrillo o los Tres Reyes (Orión). Es el que a nosotros nos sirve de reloj: sólo con mirarlo sé que ha pasado ya la medianoche. Todavía más abajo, y siempre hacia el mediodía, brilla Juan de Milán, la antorcha de los astros (Sirio).
___Y vea usted lo que cuentan los pastores acerca de esa estrella: Parece ser que una noche Juan de Milán, los Tres Reyes y la Semillera (la constelación de las Cabrillas [la Pléyade]) fueron invitados a la boda de una estrella amiga. La Semillera, más impaciente, salió corriendo la primera -según dicen- y tomó por el camino alto: ¿ve usted allá arriba, completamente en el fondo del cielo? Los Tres Reyes cortaron por más abajo y la alcanzaron; mas Juan de Milán, el muy perezoso, se había quedado durmiendo y, furioso, intentó detenerlos arrojándoles su cayado; por eso los Tres Reyes se llaman también el Bastón de Juan de Milán. Pero la más linda de todas las estrellas, señorita, es la nuestra: la Estrella del Pastor, que nos alumbra de madrugada cuando sacamos el ganado a pastar, y también a la tardecita, cuando lo encerramos. La llamamos también Maguelonne, la guapa Maguelonne, que va persiguiendo a Pedro el de Provenza (Saturno) y cada siete años se casa con él”.

Del cuento “Las estrellas”, de Alphonse Daudet.

Como indica la nota del autor en la edición que tengo, los datos de astronomía popular fueron traducidos del “Almanaque Provenzal que se publica en Aviñón”.

La traducción del cuento al español que cité aquí es una mezcla de dos traducciones distintas. Una aquí, que no indican autor; otra de la vieja colección llamada Biblioteca Básica Salvat que indica que fue hecha por Pedro Darnell. El texto básico es de la primera, por hallarse en Internet y ser fácil el “copy-paste”. Pero modifiqué algunas puntuaciones y nombres propios al modo de la otra edición, que me gustaban más.

Cambié entonces Pollera por Semillera y Maguelón por Maguelonne. Dejé Tres Acémilas en vez del Triángulo y Carrero en vez de Áuriga. Dejé “las ánimas que el Señor no admite a su lado” en vez de “las almas que Dios no quiere junto a El”, ¡brr!

Una vez más, cómo me gustaría conocer las estrellas y sólo con mirarlas saber que ya han pasado siete años o que es la medianoche.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Cosas bien contadas (o más o menos)

Hubo un tiempo en que no me interesaba eso de las cosas bien contadas. Las cosas lógicas, exactas, perfectas, ¡esas eran un placer! ¿Bien contadas por bien contadas? No le veía valor. (Es cierto que en una época aún anterior me había gustado una especie de cosa bien contada, pero con cierta utilidad, como era la publicidad gráfica; las palabras que llaman la atención, la posición o color de los textos…; pero eso poco representa ahora).

Hoy me gustan mucho las biografías bien contadas o los relatos de lugares y costumbres. No voy a nombrar lo que leí porque no es mucho y porque, salvo algún caso, no es lo más representativo para citar del género. Por supuesto, a uno le gusta aquello contado por alguien que valora los mismos aspectos que uno valora. Porque sin ser la forma exacta (¿qué significaría eso de la “forma exacta” fuera de las ciencias?) hay varias formas de contar “bien” las cosas. Y el pensamiento del autor debe tener una sintonía con el propio para que nos guste.

De todo esto que vengo diciendo me di cuenta leyendo un libro y, al evocar otros ejemplos, para ver si era como yo pensaba, vino a mi mente uno nada “profesional”. Es decir que es un relato que no está escrito por un autor de habilidad conocida por su fama. No es la perfección en el orden, ni en la puntuación, ni en muchas otras cosas. Pero es muy pintoresco. Veo ahora, por cierto, que tampoco hace falta una especie de perfección literaria para que las cosas estén bien contadas. Así que es ideal para traerlo aquí, para ilustrar lo que estuve pensando. Porque, ¿de cuál de los miles de relatos y biografías bien escritas que hay en el mundo hablar? Ó: ¿Cómo hacer una selección de cinco, seis o veinte nombres representativos?

El que sigue es un relato tomado de unos textos, que alguna vez ya cité, sobre el jovencísimo pueblo argentino de Tolhuin. Y de un señor, pionero de la zona, que firma como Juan Kaikén. (Omití algunos puntos y aparte para comprimir un poco el texto).

Allá por 1990 yo tenía problemas de salud: podía quedar ciego. Tuve varias derivaciones a Bs. As., me hicieron varias operaciones, pero mi temor era perder la vista. Fue entonces cuando se me ocurrió instalar una radio en Tolhuin, para tener algo qué hacer.
Ya había cerrado la FM Comunitaria. Tolhuin estaba en silencio.
Un técnico de Río Grande me construyó artesanalmente un transmisor de 10 vatios.- Carlos Brea inició la ampliación de mi casilla en Leguizamón 340, y una buena tarde levanté la antena y salí al aire poniendo música.
Con mis modestos recursos compré dos minicomponentes doble cassettera con autoreversa, marca Philips AW 7404/00, digital. Usaba una bandeja mezcladora casera de tres canales, sin ecualizador.- La antena: una paragüita de ¼ de onda a 8 m. de altura, cable RG 8 U.
Pacientemente recurrí a mis amigos y conocidos y comencé a grabar en cassette de 90´ toda la música del momento, especialmente folclore y melódico.
Me limitaba a pasar música, pero un día me paró una vecina y me dijo: Está bien la música, pero, ¿cuándo van a hablar?...
Y un buen día hablé... no recuerdo que dije, me costó, pero hablé.
Sentí que no era fácil hablar y salí a buscar un locutor en Tolhuin. No lo encontré.- No había. Al fin di con el “Maqui” Barría, pero se negaba a usar el micrófono, ya que dijo era “disc joquey” pero no locutor.- Y durante un tiempo pasaba música pero no hablaba.
Al final aceptó leer comunicados, noticias y alguna publicidad de Grande o de Gobierno, pero no de Tolhuin, ya que el comercio se negó a pagar ningún espacio.
Un buen día, me paró una señora en la calle y me dijo:
--- ¿Usted es el de la Radio?...
--- Si señora.
--- Ponga boleros por la tarde.
--- Si señora-
Una mañana, me golpea la puerta un policía de uniforme y me dice:
--- ¿Usted es el de la radio?
--- Sí señor.
--- A la mañana ponga folclore... ¡folclore!
--- ¡Si, señor!
Esas fueron los primeros contactos con la gente que expresaba su opinión.
Con el “Maqui” de locutor, desde Río Grande yo grababa diariamente el noticiero local de Canal 13, y lo mandaba por Tecni Austral a Tolhuin, para pasarlo a la noche y al día siguiente. No tenía teléfono, Internet, ni TV.
Con el tiempo hubo otras exigencias, como que “repetía” la música, y es que salía caro comprar cassette nuevos.- Don Villordo me prestó unas grabaciones de tango, ya que le gustaba esa música.
En un viaje a Bs. As. pude comprar dos equipos Pioneer CT-M5R, con 10 horas de grabación, y reparar el transmisor que se quemó por golpes de corriente de la usina local, sin que hubiera compensación económica alguna. Es doloroso cuando nadie se hace responsable por el daño causado.
En 1992 dejó de funcionar la radio por razones de rentabilidad económica. Otras radios aparecieron al poco tiempo. Alfonsín me regaló un disco de madera con el emblema de la radio pintado a mano: una lechucita con los puntos cardinales, que aún conservo.
Adiós FM Tolhuin”.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Marechal, Dickens y Chesterton (II)

Dijimos que Dickens y Kierkegaard hablan de heroísmo cotidiano (por aquí). Dice Chesterton en la biografía de Dickens que llamar héroe a un personaje de una novela moderna es un vestigio, en la misma, del antiguo folklore o cuentos de hadas. Dickens hace personajes eternos. Hace mitología, dice Chesterton, con los personajes de la vida corriente. Crea deidades. Son personajes que trascienden los relatos y estarán siempre allí cuando los vayamos a buscar. Pero el mundo moderno no quiere deidades ni héroes. (A mí mismo me pareció exagerada la Inés, por ejemplo, de David Copperfield; ella y la relación con David). El mundo moderno no cree que eso sea posible. Y por no anhelarlo cae y se revuelca en el barro y no es feliz.

Dice Chesterton: “En una palabra: si los escritores modernos describen la vida en narraciones cortas, es porque sienten profundamente que la vida es, en sí, una historia extraordinariamente corta, y acaso ni siquiera verdadera. Pero en aquella literatura antigua, incluso en sus producciones cómicas (cierto, sobre todo, en éstas), ocurre justamente lo contrario. Sentimos los personajes como objetos fijos, sobre los que solo no es dable lanzar miradas furtivas, es decir, los sentimos como divinos”.

Y que haya dicho lo de las producciones cómicas me hace volver a pensar en el “humorismo angélico” de Marechal. Miren, si no, lo que dice Chesteron más tarde: “Esto es lo primero que hay que decir de Pickwick [Los papeles póstumos…] (…) Porque se trata aquí, primero y principal, de una historia sobrenatural: Mr. Pickwick era un hada (…) Mr. Pickwick no es propiamente un encantador, sino el príncipe encantado; es decir, es el vagabundo abstracto, errante de sorpresa en sorpresa: es el Ulises de la comedia; un ente, a medias hombre y a medias duende, lo bastante humano para errar y asombrarse, y , sin embargo, dotado de ese fatalismo alegre que es atributo de los seres inmortales (…)”

lunes, 5 de septiembre de 2016

El arte y el dolor

Alguna vez en este blog dijimos cosas de cuestionable valor bajo el provocativo título de “¿Es mejor la música de autores de izquierda?”.

Agarramos una carta de Leonardo Castellani a Leónidas Barletta y citamos eso de que “El ideal cristiano tiene en su fondo el mismo ‘pathos’ del ideal comunista, la existencia del dolor en el mundo”.

Y concluímos con propias palabras: “El pensamiento de izquierda parece tener una sensibilidad especial para el dolor. El ‘dolor’ incluye también la angustia existencial, la pregunta por el sentido, que todo hombre experimenta. Y eso es tema de muchas composiciones musicales, o se refleja en el tratamiento que se da a otros temas menores. Es por eso que el autor de izquierda puede lograr expresar cosas de manera tal que un cristiano puede llegar a encontrar en ello algunas coincidencias”.

Hoy, seis años después, leo un artículo del español Juan Manuel de Prada (vía Antonella Facello) y encuentro ideas geniales para seguir pensando en aquel viejo tema. Dice cosas como:

¿Cómo esa muchacha incapaz de completar correctamente una frase pudo componer canciones tan bellas y estremecedoras como Love is a Loosing Game o Back to Black? Porque Amy Winehouse había sido agraciada (o desgraciada) por el don del arte, por ese quod divinum al que se refiere Horacio, que sopla donde quiere; y que no suele enamorarse de personas atildaditas y morigeradas, sino más bien desastrosas y caóticas, por lo común habitadas (invadidas) por el dolor”.

O como:

“(…) el arte nace en estos territorios borrascosos en los que sólo las almas muy aguerridas son capaces de aventurarse. Para que prenda la llama del arte, hay que abrazarse al dolor y fundirse con él. Una vez fundido con el dolor, el artista puede hallar una luz divina que lo rescate, sane y recomponga; o, por el contrario, puede ser atrapado por una luz infernal que lo devore y aniquile (…)

Pero no hay arte verdadero sin esa ofrenda en la hoguera trágica del dolor; y todo intento de tomar un atajo es inútil. Para atreverse a arder en esa hoguera hay que ser, desde luego, un poco insensato, un poco loco; pues sólo los insensatos y los locos tienen cuajo para asomarse al abismo y dejar que la belleza les lance sus dentelladas feroces, que a veces matan”.

Impresionante.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Regalo de duodécimo aniversario

Para el duodécimo aniversario del blog, es decir para el día de hoy, les regalo dos nacimientos. Se alargará un poco la entrada, pero es un cumpleaños y hay tiempo. El primer nacimiento, allá por 1849, es el de David Copperffield[*]. El segundo, noventa y nueve años más tarde, es el de Samuel Tesler[**].

___(…) Para empezar mi historia desde el principio, diré que nací (según me han dicho y yo lo creo) un viernes a las doce en punto de la noche. Y, cosa curiosa, el reloj empezó a sonar y yo a gritar simultáneamente.
___Teniendo en cuenta el día y la hora de nacimiento, la enfermera y algunas comadronas del barrio (que tenían puesto un interés vital en mí bastantes meses antes de que pudiéramos conocernos personalmente) declararon: primero, que estaba predestinado a ser desgraciado en esta vida, y segundo, que gozaría del privilegio de ver fantasmas y espíritus. Según ellas, estos dones eran inevitablemente otorgados a todo niño (de un sexo o de otro) que tuviera la desgracia de nacer en viernes y a medianoche.
___No hablaré ahora de la primera de las predicciones, pues esta historia demostrará si es cierta o falsa. Respecto a la segunda, sólo haré constar que, a no ser que tuviera este don en mi primera infancia, todavía lo estoy esperando. Y no es que me queje por haber sido defraudado, pues si alguien está disfrutando de él por equivocación, le agradeceré que lo conserve a su lado.
___Nací envuelto en una membrana que se trató de vender, anunciándola en los periódicos, al módico precio de quince guineas. No sé si los marineros en aquella época tendrían poco dinero o si lo que tenían era poca fe y preferían cinturones de corcho; lo que sí sé es que sólo se presentó un comprador, comerciante, que ofrecía por ella dos libras en plata y el resto en jerez, negándose a pagar ni un céntimo más por la seguridad de no morir ahogado. Como la adquisición de los vinos no interesaba a mi pobre madre, pues acababa de vender los suyos, desistió de la venta, después de retirar los anuncios, que tuvo que pagar. Diez años más tarde mi membrana fue sacada a sorteo en nuestra aldea, al precio de media corona la papeleta y con la condición de que el agraciado con ella pagaría además cinco chelines. Yo estuve presente en el sorteo, y recuerdo que me sentía humillado y confuso de que dispusieran así de una parte de mi persona. Le tocó a una señora que llevaba un gran bolso de mano, del que sacó de muy mala gana los estipulados cinco chelines, todos en medios peniques, y además dio un penique de menos, no sirviendo de nada el tiempo que se perdió en explicaciones y demostraciones aritméticas, pues no lograron convencerla de ello. Y es un hecho, que todos recuerdan como sorprendente, que la señora no murió ahogada, sino triunfalmente en su lecho a los noventa y dos años de edad.
___(…) Nací en Blunderstone, en Sooffolk, o « por ahí», como dicen en Escocia, y fui un niño póstumo. Los ojos de mi padre se cerraron a la luz de este mundo seis meses antes de que se abrieran los míos. Aún ahora supone algo extraño para mí el hecho de que nunca me llegara a ver; y todavía más extraño es el oscuro recuerdo que conservo de mi primer encuentro, siendo un niño, con la piedra blanca de su tumba en el cementerio; la indefinible compasión que sentía al recordarle allí tendido y solo en la noche oscura, mientras nuestra salita estaba caliente a iluminada por el fuego y las velas, y las puertas de la casa estaban cuidadosa y cruelmente (me parecía entonces) cerradas”.

Samuel Tesler, filósofo, había nacido en Odesa, junto al Pontus Euxinos, circunstancia feliz y harto reveladora que a su juicio lo consagraba ineluctablemente a los estudios clásicos. Aunque reiteradas veces había insinuado él alguna intervención de lo sobrenatural en su advenimiento a este mundo, Samuel Tesler no nació, como Palas, del cráneo majestuoso de Zeus, ni siquiera, como el duro Marte, gracias a una percusión insólita de la vulva materna, sino del modo natural y llano con que nacen los hombres corrientes y molientes: cierto es que su enorme cabeza infantil —en cuya estructuración se había descalcificado su madre hasta perder casi toda la dentadura— resistiese durante largas horas a trasponer el dolorido umbral de la tierra; pero debió ceder al forceps heroico, de cuya virtud operativa conservó dos marcas sangrientas en sus regiones temporales, o dos rosas tristísimas que su madre le besaba llorando. En lo que atañe a su lactancia, jamás negó Samuel Tesler que a duras penas había conseguido extraer algún zumo de las resecas ubres maternales; y sin embargo, cuando se refería él a ese tema, no dejaba de sugerir la colaboración de una loba o ninfa láctea cuya benignidad lo había convertido en hermano de leche de Júpiter. Los historiadores están de acuerdo en afirmar que, pese a sus innumerables reticencias, Samuel Tesler no acometió en su cuna ningún trabajo excepcional, pues ni estranguló la serpiente de Heracles, ni halló la cuadratura del círculo, ni resolvió siquiera una ecuación de tercer grado con nueve incógnitas; en cambio sábese que, dueño de una facilidad diurética verdaderamente increíble, se dedicó a mojar pañales y pañales que su abuela Judith secaba en la gran estufa de la cocina. Bien que su padre fuera sólo un discreto remendón de violines y su madre apenas una dulce tejedora de cáñamo, Samuel Tesler afirmaba descender en línea recta de Abraham el patriarca y de Salomón el rey; y cuando alguno ponía en duda el carácter sacerdotal de su estirpe, exhibía su frente rugosa en la que juraba y perjuraba sentir los dos cuernos de los iniciados. Un lustro apenas tenía cuando emigró con su tribu y sus dioses a las tierras del Plata, donde creció en fealdad y sabiduría, recorrió paisajes, tanteó caracteres, estudió costumbres, y gracias al más asombroso de los mimetismos llegó a considerarse un aborigen de nuestras pampas, hasta el extremo de que, mirándose al espejo, solía preguntarse si no estaba contemplando la mismísima efigie de Santos Vega”.

[*] Protagonista de “David Copperfield”, de Charles Dickens.
[**] Personaje de “Adán Buenosayres”, de Leopoldo Marechal.

domingo, 31 de julio de 2016

Fuera de programa

Las vacaciones no salieron como planeadas, pero esa suele ser la forma en que llegan muchas buenas cosas. Y ahora al relatarlas y recordarlas, como dice Jyoi en Malacandra, son parte del mismo suceso placentero.


En la plaza Giordano Bruno, en Caballito, cumplí con un sueño de mi infancia que era subirme al puente de maniobras del tren. Es un tramo de vía-puente giratorio que servía sin duda para girar el sentido de la locomotora y hacer reparaciones. Tiene ruedas transversales en sus extremos, que giran sobre una vía circular en un pozo.

En la plaza Vicente López y Planes, frente a la iglesia Jesús en el Huerto de los Olivos, un chico discapacitado cayó al piso lado mío. No me preocupé, aunque su mano temblara, porque conozco chicos con estos problemas gracias a mi esposa. A pesar de eso no sabía qué acción tomar. Por suerte llego la maestra o instructora y lo animó a levantarse. Como parecía dispuesta a ayudarlo ella misma, ofrecí mi ayuda por el peso, pero ella me dijo que no era necesario. Y como me lo dijo de una manera muy amable lo sentí también como un consuelo para mi inutilidad.

Así estuvimos, de plaza en plaza, de acá para allá. Y estuvo bien. Mientras tanto ella acompañaba a su tía M., que se estaba yendo.

(Hoy, San Ignacio de Loyola de 2016)

martes, 28 de junio de 2016

Marechal, Dickens y Chesterton

Desde que descubrí a Dickens se me ha hecho muy querido. Y aunque solo leí David Copperfield, leí y estoy leyendo cosas sobre Dickens. Luego, como estoy releyendo mi ya-querido-desde-hace-tiempo Adán Buenosayres, empiezo a tener presente a ambos autores, Dickens y Marechal.

Y no es que descubrí relaciones entre ambos, pero sí quizás cosas para comparar, para pensar. Apenas releí el nacimiento de Samuel Tesler recordé y fui a presenciar otra vez el de David Copperfield. No es que tengan algo en común, es solo que los dos están llenos de un gran humor. Distinto, pero cada uno genial a su modo.

Más tarde aparece un tercer jugador. Justo cuando Marechal hace una referencia indirecta al hombre que fue Jueves, me regalan la biografía de Dickens hecha por Chesterton (genio de mis preferidos, y del humor también). Y en las primeras páginas descubro esto:

El optimista es mucho mejor reformador que el pesimista; el que está persuadido de que la vida es excelente, es el que más la modifica. Parece esto una paradoja, y sin embargo, la razón es obvia. Podrá el espectáculo del mal encolerizar al pesimista; sólo el optimista es capaz de sorprenderse ante él. Es menester que el reformador posea una ingenua disposición de sorpresa, una capacidad de pasmo violento y virginal. No basta que le acongoje la injusticia; es necesario que le parezca absurda, una anomalía en la existencia, y asunto más que para lágrimas, para desatarse en risa demoledora”.

Si bien el punto es otro, no deja de sorprender ese final. No solo habla de que le parezca absurdo, o una anomalía, o le acongoje el mal o la injusticia, sino que le desate la risa. ¡Caramba! ¿No será este optimista de Chesterton alguien que posee ese humor angélico del que habla Marechal, alguien que tiene “la sonrisa que tal vez los ángeles esbozan ante la locura de los hombres”?

sábado, 18 de junio de 2016

De vuelta al Adán (IV)

Libro primero, II

[ACTUALIZACIÓN: Creo que sería de interés notar un error teológico si desde el punto de vista cristiano hablamos. En el paraíso Dios no hizo al hombre para el otium poeticum (como dice Marechal en la historia de Samuel Tesler), sino que para el trabajo (Gen. 2, 15). Sin fatiga, que entra luego con la condena y la expulsión, pero trabajo.]

Esta segunda parte es más cómica. El encuentro de los dos amigos, los problemas de amor; geniales las descripciones de la vida y forma de ser de Samuel Tesler.

Cuando Adán lo despierta y le dice que es jueves, y Tesler se refiere a él como “si hay un hombre que debiera llamarse jueves”, Javier de Navascués menciona la relación del punto con Chesterton y destaca lo significativo de llamarlo jueves, siendo el jueves un día clave en la vida de Adán. (Es interesante leer en el estudio preliminar la ubicación del libro en tres días, de jueves a sábado a la noche, como una suerte de “pasión” de Adán).

Fui a repasar “El hombre que fue jueves” y encontré algo curioso: “Acababa de oír Syme estas palabras, cuando vio en las caras de los hombres que lo rodeaban una alteración sublime y temerosa a la vez, como si el cielo se abriera sobre su cabeza”. ¡"Sicut liber involutus"! Ja, ja.

Recordar el relato del nacimiento de Samuel me gustó mucho y al punto lo asocié, sin muchas razones, con el nacimiento de David Copperfield. No es que tengan algo en común, es solo que descubrí que ahora conozco dos humoristas geniales, Marechal y Dickens.

Dentro de los placeres literarios no solo están los relatos del nacimiento de Tesler, su relación con el trabajo, su filosofía de la higiene, los diálogos con sus padres, el angel de cemento, el búho y la gallina, el kimono y su descripción, el día y la noche, las cavilaciones sobre los problemas de amor, el relato anticipado de la muerte de Samuel Tesler… No solo todo eso, digo (tan sabroso), sino algunas pequeñeces que esta vez pude apreciar más que antes. La entrada de Adán a la habitación silenciosa y oscura hace desdarrollar toda una serie de metáforas geniales:

“Con el nudillo de los dedos (…) así llamó Adán Buenosayres (…) Pero un silencio duro reinaba en el interior del antro, como si la habitación número cinco no fuese hueca sino maciza”;
“(…) insistió en su golpeteo (…) volvió a responderle un silencio que parecía gozarse en su misma perfección”;
“Y la puerta cerróse tras el visitante, pesada de solemnidad”;
“Adentro señoreaba toda la oscuridad, la sombra palpitante, la tiniebla viva, como si la última noche, acosada por el día y sus mordientes perros, hubiera buscado refugio en la habitación número cinco y temblase aún llena de zozobra”.

De todos los relatos, descripciones y diálogos que mencioné, mi preferido siempre fue el de Samuel con sus padres, según relata en el recuerdo el propio Samuel. Pero en esta lectura no pude dejar de reírme con este otro:

Digo, pues, que Samuel Tesler, no bien estuvo de pie, metió el pucho de su cigarrillo en un cenicero y lo reventó con la uña de su pulgar. Luego fue hasta el pizarrón y borró con esmero las anotaciones del día veintisiete. Salió por fin a la ventana y sus ojos dominaron la ciudad, que reía desnuda bajo el arponeo del sol. Entonces, como llevado por una idea fija, tendió un brazo elocuente y mostró los techos de zinc, las terrazas de color ladrillo, los campanarios distantes y las chimeneas que humeaban al viento.
—¡Ahí está Buenos Aires!—dijo—. La perra que se come a sus cachorros para crecer.
Gritos y carcajadas que venían desde afuera interrumpieron su naciente discurso.
—¿Quiénes gritan afuera? —preguntó el filósofo arrugando el ceño.
Adán le señaló un edificio en construcción que se levantaba enfrente:
—Los albañiles italianos.
—¿Y de qué se ríe la bestia itálica?
—De tu quimono.
Así era, en efecto, porque los albañiles, olvidándose de las cebollas crudas que a esa hora mordían en el cielo, se agitaban ya en sus andamios para celebrar la aparición del quimono y de las asombrosas figuras que contenía. Entonces, con expresión enigmática, Samuel Tesler miró a los albañiles italianos y les trazó el signo masónico siguiente: colocó su antebrazo izquierdo en la articulación de su brazo con antebrazo derecho; armado ya el signo, agitó dos o tres veces el antebrazo derecho y esperó con visible ansiedad. Pero los albañiles no tardaron en responderle con signos iguales, observado lo cual el filósofo estalló en una risotada satisfecha: se habían entendido”.

sábado, 11 de junio de 2016

De vuelta al Adán (III)

Libro primero, I.

Acá las primeras menciones al tejedor de humo, al desertor de la ciudad. Al desprecio por los Lucio Negri que se entregan ebrios a las ilusiones vanas pero a la vez el arrepentimiento por no haber sido como el abuelo Sebastián y no darse entero a una causa.

Acá la filosofía y la teología, con el “vivir en otro por la eternidad de Otro”…

Al releer la filosofía marechaliana que abunda en este capítulo (que en definitiva es la cristiana, ¿no?) me di cuenta de una cosa. Él se pregunta “en qué intuiciones personales había conocido la inmortalidad de su alma”. Y uno de sus respuestas es: “en su increduidad, extrañeza o repugnancia de la muerte como total aniquilamiento”. Esto quizás algunos lo nieguen como “prueba de inmortalidad” porque, después de todo, ¿qué es esa “prueba” que buscan sino un mero producto del pensamiento científico? Yo veo la repugnancia del alma por la muerte como un “alimento de la fe” en su propia inmortalidad.

Algunas cosas secundarias que no entiendo. ¿Por qué los chicos jugando al futbol son diez voces que gritaban? Y luego las otras diez. ¿Será que el arquero no grita? ¿Por qué el día viene cada doce horas? Luego habla del maestro “ciruela”. ¿Es con cé? Hay algo raro que chequeé en otras ediciones. En todas está la misma palabra. Justamente cuando dice que Lucio Negri aprovechó quizás la ausencia de los cuatro “haces” de la tertulia. ¿Haces o ases?

Al despertar Adán va ascendiendo: saliendo de las profundidades; se izaba; salía a la superficie. Pero luego dice: “al tocar el fondo cierto de este mundo”.

¿Por qué está herido de muerte? Pues siempre supuse que era lo mismo que estar en el anzuelo del pescador. Por eso “desertor de la ciudad y del día”. Lo que pasa es que solo ve por ahora la herida, y no los beneficios de la muerte. Aún no llegó a la confesión frente al Cristo. Solo está herido por todo lo que la belleza no da.

Siempre recuerdo el temor apocalíptico de que el cielo desaparezca “sicut liber involutus”, o los elásticos de la cama de Adán gimiendo su “de profundis”. Expresiones que me gustaron esta vez:

“(…) al que se resistía él con todo el peso de una voluntad muerta”;
“el grito de un reloj”;
“figura de poeta sin destino visible”;
“aquel tabaco salteño que sería su alma un minuto”;
“desnudo ya en su esencia y revelado en la forma exacta de sus desvelos”;
“su risa era un elogio de la mañana”;
“le habían permitido desensillar y había soltado su tordillo viejo en el campo de las estrellas”.

Y así como esta ese “cielo gauchesco” del abuelo, está el mito del carro alado platónico, en descripción gaucha que empieza así: “Su alma era semejante a un carro alado del cual tiraban dos potros diferentes: uno, color de cielo, crines abrojadas de estrellas y finos cascos voladores, tendía siempre hacia lo alto, hacia las praderas celestes que lo vieron nacer; el otro, color de tierra, sancochado de boca, empacador, lunanco, barrigón, orejudo, vencido de manos, jeta caída y rodador, tiraba siempre hacia lo bajo, ansioso de empantanarse hasta la verija (…)”

Y no recordaba el viaje al silencio, ese que va desde el ruido de los animales hasta el fantástico eje de la tierra girando. Y eso tan infantil de: “¿Cómo se reconstruía la cara del abuelo Sebastián? Era necesario juntar los párpados con fuerza y pensar en el intensamente: al punto, dentro de la negrura interior, aparecían la barba lluviosa, los ojos redondos y lucientes como cabeza de tornillo y la encorvada nariz del abuelo Sebastián”.

domingo, 22 de mayo de 2016

Immigrasons


En abril, cuando llenamos el Teatro ND para la primera presentación en Argentina de Sílvia Pérez Cruz, ella explicó que había estado acá hace 10 años con el proyecto Immigrasons. Ese era un proyecto dirigido por el argentino Ernesto Snajer y el catalán Raül Fernández Miró que incluía, además de ellos como arregladores e intérpretes, a Sílvia, a un groso como Mariano "Tiki" Cantero (de Aca Seca) y a otros músicos que si no nombro es por ignorancia.

El otro día estaba en la disquería Miles de Palermo (genial) buscando un regalo y me crucé con el disco Immigrasons. De más está decir que lo llevé inmediatamente y he descubierto que es una joyita. Ya está nominado a disco del año en este blog.

Aunque ya lo sabíamos, en el concierto del ND confirmamos, al escuchar un tango y una vidala, que SPC puede cantar cualquier cosa. En este disco, con una voz más joven, ya se encarga de cosas como "Laura va" (Spinetta), "La Nochera" (Cabeza/Davalos), "Sólo se trata de vivir" (Litto Nebbia) el tango "Loca" o la "Doña Ubenza" de Chacho Echenique, todas con magníficos resultados.


En el disco los arreglos y ejecución son muy buenos. Instrumentos y tecnología modernos no arruinan canciones tan conocidas sino que las adornan con muy buen gusto. Y la combinación de temas locales con catalanes logra un punto especial cuando se juntan "El noi de la mare" (villancico catalán) con la "Vidala del último día" (del "Chivo" Valladares y Raúl Galán). ¡Qué genial! Además de la versión de Luna Monti y Juan Quintero, recordé la sorpresa de aquella noche en el ND, cuando Sílvia invita al final a los Acá Seca y hacen esa vidala. Les salió perfecta. ¡Qué lujo esas cuatro voces juntas! Debo decir que superaron un poquito a la de este disco.

Si entre las argentinas no mencioné a "Carabelas nada" de Fito Páez es porque al lado de la versionaza que hicieron Sílvia y Raúl en 2012 en el disco "granada" esta es sólo un ensayito. Lo mismo pasa con la catalana “Corrandes d’exili”, que me encanta. Está muy bien, pero Sílvia la siguió perfeccionando después. Confieso que en este caso no me gusta la versión de “granada” sino la de un video que anda por ahí de “Concerts privats”.

Está la “Menuda” de Serrat, el clásico “L’emigrant” y muchas otras más. Y nos vamos yendo, pero les vamos dejando algo para los que hasta que acá llegaron…

Què li darem, a n'el Noi de la Mare?
Què li darem, que li sàpiga bon?
Li darem panses amb unes balances
li darem figues amb un paneró.

 

sábado, 7 de mayo de 2016

De vuelta al Adán (II)

Las intenciones fueron declaradas allá a principios de marzo. Empiezo entonces ahora con el prólogo, del que me atrevo a decir (a pesar de mi ignorancia literaria) que debe ser uno de los mejores prólogos de la literatura argentina.

Cuando dice el autor que les parecía cargar en el ataúd de Adán “la materia sutil de un poema concluido", ¿suena a plenitud? ¿O suena a una tristeza por que se terminó algo agradable, como un lindo poema? Este último sería un sentido más superficial. A mi me sonó a lo primero, a plenitud, a que culminó bien la historia de Adán.

De entrada se nota el estilo de la poesía de L.M. (digo yo, que no soy literato) con esa forma de reiterar las palabras, en este caso ya frases, cuando vuelve a mencionar lo de que les parecía llevar “no la pesada carne de un hombre muerto, sino la materia leve...”

Las frases, oraciones o fragmentos que más me gustan son dos y este es el primero: "La primavera reía sobre las tumbas, cantaba en el buche de los pájaros, ardía en los retoños vegetales, proclamaba entre cruces y epitafios su jubilosa incredulidad acerca de la muerte". Quien haya ido a un cementerio con parque en un día soleado no podrá dejar de "verla". Pero me encanta sobre todo la insinuación de una muerte vencida.

¿Por qué son "los terrones amigos" los primeros que caen en la tumba? ¿Será porque son los más cercanos al cajón para el resto de sus días?

La “ostentosa devoción” de Samuel Tesler con su rosario, su “orgulloso impudor” en la oración... Si no recuerdo mal, esta no es la única vez que L.M. critica la religiosidad de su Samuel Tesler. Cuando pienso que la inspiración del personaje es Jacobo Fijman y que este era un converso, no puedo dejar de pensar si no es la profunda religiosidad que a veces muestran los conversos lo que nos da envidia a los que somos esa especie de "hijos mayores".

¿Por qué en la cruz dice el nombre de Adán y un "rip"? ¿Por qué no un "qepd"?

La Ciudad de la Yegua Tobiana. Me gustaría desentrañar en eso un significado o analogía oculta (yo qué sé, como Roma tiene una loba, Buenos aires tendría una yegua). Por ahora me debo conformar con lo que dice Javier de Navascués: “Caballo tobiano es aquel que presenta, sobre un fondo blanco, grandes manchas de color oscuro. Según Barcia, el símbolo de la Yegua Tobiana, aparte de su matiz criollo, alude al carácter dual e la ciudad de Buenos Aires (una y múltiple, diurna y nocturna, etc.), que se desarrollará en todo el libro”.

Y la segunda frase, oración o idea que más me gusta es esta: “(…) podría suceder que alguno de mis lectores identificara a ciertos personajes de la obra, o se reconociera él mismo en alguno de ellos. En tal caso, no afirmaré yo hipócritamente que se trata de un parecido casual, sino que afrontaré las consecuencias (…) todos los personajes de este relato levantan una «estatura heroica»; y no ignoro que, si algunos visten el traje de lo ridículo, lo hacen graciosamente y sin deshonor, en virtud de aquel «humorismo angélico» (así lo llamó Adán Buenosayres) gracias al cual también la sátira puede ser una forma de la caridad, si se dirige a los humanos con la sonrisa que tal vez los ángeles esbozan ante la locura de los hombres”.

Soy fan de esta teoría marechaliana. ¿Qué hará Dios misericordioso con ciertas faltas nuestras sino sonreír? Sonreír como un abuelo que, recordando su infancia, sabe que somos pequeños y ya vamos a crecer.

martes, 26 de abril de 2016

Domus

Sacarle la música a estas letras de Sílvia Pérez Cruz es sacarle mucho. Si eso vale la pena, lo dirá el que las lea. Pero si algo le interesa (¡a mi me estos fragmentos me parecen geniales!) no dude en ir a escucharlo con música. Es algo extraordinario.

(clic a los audios)

Mal pescador
el que no sabe de vientos,
ni nombra a los peces,
ni quiere mojarse en el mar,
ni cortarse la boca con sol y con sal.
Cambiar o remar.
Ir a misa o repicar”.

Levantemos la copa y el sol
del poeta que atiende el dolor
que se inspira y expira perdón
que se esconde a llorar a un rincón
que declina con alma y pudor
en voz baja y desde lejos
él resiste y persiste
y confía en su don”.
(Todo hombre)

Mentiras, sonrisas y amapolas
discursos, periódicos, banqueros y trileros,
canciones, manos y pistolas,
bolsos, confeti, cruceros y puteros,
te roban y te gritan,
y lo que no tienes también te lo quitan”.
(No hay tanto pan)

Mi alma ya no está en tus oraciones
pero aguantará el muro de mis lamentaciones.

Mi alma ya no está en tus azucenas
pero seguirá en mis fotografías”.
(Smile and run)

I’ll jump to the sun
and you will not catch me”.

I’ll wear a cape,
ride a horse to escape.
Ai, ai, ai.
With a secret map
for mom and dad.
Ai, ai, ai”.
(Ai, ai, ai)

Una cosa encima de la otra
que reposa justo donde hay una hermosa
que me guardo para respirar
porque alguien quiere ahogar
la poca dignidad que me queda”.
(De frente)

Reina de la morería,
no estés triste como el tigre,
pon sonrisa de planeta
que serán tus mañanitas,
guapa, princesa y coqueta
corona de margaritas”.

Guapa tiene que ser
la que de verde, verde, verde
se puede poner”.
(Verde)

There was a child,
quiet and shy.
He never dreamt
being the next prince”.
(My dog)

Eu ja fui e voltei
meu viagem,
minha cuota ficou
bein, bein, bein…

Eu ja cantei en ingléis,
ja amei a um portugueis
ate a lua e a Lula tambéin
(Cuota da lua)

Si no duermes no podrás saber
que hay dos soles y un mundo al revés,
que las piedras esconden sus pies
y que te quiero hasta la luna
sin volver
(Duérmete)

sábado, 23 de abril de 2016

Ai, ai, ai (happy)

I’ll wear a cape,
ride a horse to escape.
Ai, ai, ai.
With a secret map
for mom and dad.
Ai, ai, ai

Lo de Sílvia Pérez Cruz son las canciones de pena. Cómo lo dice en una entrevista:

"Desde muy pequeña he cantado canciones tristes, no sé por qué. No sé si porque en casa eran las que más se cantaban. El humor en la música lo descubrí con el flamenco. Ya tenía dieciocho o diecinueve años. Aprendí que se podía reír con la música. (…) Canto canciones graciosas y no pasa nada, pero como decía un amigo mío: cantemos canciones tristes para ser felices. Es como una purga. Yo me lo tomo en serio, pero conecto con muchas cosas. Sí que hay una tendencia a lo triste, pero también puedo disfrutar de lo otro. Y lo voy descubriendo. Pero una canción de ir al estómago —«Pequeño vals», «Compañero», «No hay tanto pan»…—, una canción con que puedas mover el instrumento para que vibre todo, me gusta (…)”.

El último proyecto de la catalana fueron las canciones para una película sobre los desahucios (desalojos) en España. El tema de por sí es triste, claro, pero por ahí surgió la necesidad de hacer un canción en cierta forma alegre. Dice así en la misma entrevista:

Al final de la película la niña sale bailando una canción de Shakira, pero como no tenían los derechos, me dijeron que hiciera alguna canción tipo Shakira. [Risas]. Yo ya había compuesto todo, ya se había acabado para mí esa fase, y tuve que ponerme a pensar en hacer una canción que fuera como de Shakira: bailable, con ritmo. Fue muy raro y muy divertido. Decidí hablar desde la niña, con sencillez”.

Así nace la canción "Ai, ai, ai"...


Happy, happy,
ai, ai, ai.

And make me happy,
nice, cute and funny.
Ai, ai, ai

And let me fly
it’s not time to cry.
Ai, ai, ai

And leave my room,
my shirts, my spoon,
my door, my walls,
my mom, my dolls,
and leave my bed,
my bear, my bread…
I’ll jump to the sun
and you will not catch me.

I’ll wear a cape
ride a horse to escape.
Ai, ai, ai
With a secret map
for mom and dad.
Ai, ai, ai

martes, 19 de abril de 2016

Dickens y Kierkegaard (IV)

Para cerrar, hay algunas otras cositas que encontré que hablan de una relación o punto en común entre Dickens y Kierkegaard.

Está por ejemplo la historia que Kierkegaard hace en su libro “Philosophical fragments”, en donde un rey quiere presentarse a la humilde doncella que ama y no sabe si hacerlo como rey en todo su esplendor, o como una persona normal, para ver si ella lo quiere por lo que es y no por lo que tiene o representa. El danés emplea esta historia para mostrar que Dios se tenía que encarnar como el hijo de un carpintero y no como un rey, “ya que el pleno esplendor de Dios no lograría el objetivo de la venida de Cristo como un acto de amor”. Así lo explica un tal Soren Landkildehus en el libro “Kierkegaard’s influence on Literature, Criticism and Art. Tome II: Denmark” (editado por Jon Stewart). Y dice luego Landkildehus que esta misma temática la presenta magistralmente Dickens en su última novela completa: “Our mutual friend” (“Nuestro amigo común”), donde hay un millonario heredero y un posible matrimonio y este heredero se debe esconder bajo una falsa identidad más humilde (ver más de esto aquí).

Otro punto interesante encontrado en Internet sería un artículo llamado “Existential Scrooge: A Kierkegaardian Reading of A Christmas Carol”, es decir, un análisis de la famosa obra de Dickens (y su personaje Ebenezer Scrooge) con la lente del kiekergardiano “concepto de la ansiedad”. Acá el autor del ensayo, en oposición a aquello que citamos al principio de la serie, dice que Dickens podría haber influido en Kierkegaard: “A Christmas Carol is indeed historically important, so much so that it may have influenced or even inspired Søren Kierkegaard’s The Concept of Anxiety”. Y agrega estas ambiciosas palabras: “It is timely, however, to propose that one of the key concepts of anxiety that Kierkegaard expounds in this extraordinary work, that of ‘the demonic’ or neurotic individual, was actually anticipated 6 months earlier, in the fictional form of Ebenezer Scrooge, in Charles Dickens’s widely published and translated popular masterpiece, A Christmas Carol”.

Conocimiento, similitudes, coincidencias, influencias. Dejé para lo último la más pintoresca. Y es que se ha difundido en Internet que Dickens y Kierkegaard compartían una característica que también tenían otros famosos: escribir de pie. Pero no solo eso sino que también eran grandes caminantes. Lo curioso es que para Dickens caminar habría sido un escape, un alivio (“The walking was so important for Dickens because it meant he wasn’t writing”) y para Kierkegaard una forma de pensar en sus trabajos (“he’d walk the streets of Copenhagen, mentally composing paragraphs and working through new ideas”). Pero, en coincidencia, en ambos casos sería terapéutico, ya que Kierkegaard también lo recomendaba para la salud.

lunes, 18 de abril de 2016

Dickens y Kierkegaard (III)

Dickens y Kierkegaard no sólo ponderarían el heroísmo que hay en cumplir lo ordinario, sino también la acción silenciosa al respecto.

En el libro llamado “The Cambridge Companion to Charles Dickens”, editado por John O. Jordan, aparece uno de los críticos mencionados hace dos entradas: J. Hillis Miller. Dice este señor a propósito de la novela dickensiana “Bleak House” (Casa desolada):

Should an ethical decision always be expressed in language and made public thereby? Walter Benjamin thought so. Speaking in condemnation of Ottilie's silent decision in Goethe's Die Wahlverwandtschaften (The Elective Affinites) to starve herself to death, Benjamin says: ‘No moral decision (sitt-licher Entschluß) can enter into life without verbal form (sprachliche Gestalt) and, strictly speaking, without thus becoming an object of communication (Gegenstand der Mitteilung).’ For Kierkegaard in Fear and Trembling, on the contrary, and for Jacques Derrida in his commentary on Kierkegaard in the third chapter of Donner la mort, the reverse is the case. The validity of Abraham's decision to obey Jehovah and to go forth to sacrifice his beloved son Isaac depends on its remaining silent. To express it in language would be to fall into generality and to betray the unspeakable singularity of his decision.

Dickens appears to side with Kierkegaard and Derrida on this point. He believes that silent resolution accompanied by efficacious local action, like Esther's mute housework accompanied by the cheerful jingling of her housekeeping keys, or Jarndyce's quiet charities to those immediately around him, are infinitely superior to any sort of public decision that is ratified by legally institutionalized convention or by speech acts that are written, signed, and duly registered”.

Me gustaría conocer a esa Esther y su silencioso trabajo acompañado del alegre tintineo de las llaves. Me hace acordar a esa canción francesa, “Les gens qui doutent”, cuando dice: “[J'aime] ceux qui, avec leurs chaînes, / pour pas que ça nous gêne / font un bruit de grelot”.

Pero parece que la novela “Casa desolada” no agota su posible conexión con Kierkegaard en este aspecto. No puedo ofrecer una explicación completa (me requeriría mucha más lectura, de Dickens y por lo menos de “La repetición”, del filósofo danés), pero dejo la punta para el que quiera seguir investigando. Dice un blog de libros a propósito de esta novela:

Un Dickens poderoso, en su plenitud estilística y en su obra más intensa, crea aquí uno de sus personajes más acabados: Esther Summerson, cuya rememoración del porvenir la conecta con Kierkegaard y la convierte en un personaje prekafkiano”.

jueves, 14 de abril de 2016

Dickens y Kierkegaard (II)

Para continuar, les cuento que encontré también en Google Books un libro de Mariano Fazio Fernández, Vicario General de la Prelatura del Opus Dei, que se llama “El universo de Dickens: Una lección de humanidad”.

Se expone allí una interesante relación entre Dickens y Kierkegaard. Es una similitud entre ambos autores, si se puede decir así, y en un tema muy relacionado justamente con el carisma del Opus Dei.

Haciendo una reseña del cuento de navidad de Dickens “La batalla de la vida” dice entonces Fazio:

“Uno de los personajes centrales de este breve cuento, Alfred, afirma en medio de una conversación sobre la antigua batalla:
Creo que hay plácidas victorias y contiendas y grandes sacrificios propios y actos de noble heroísmo (…) no menos difíciles de conseguir, porque no tienen crónica ni público terrenales, pero que se realizan todos los días en los más apartados rincones, en las pequeñas familias y en los corazones de hombres y mujeres. (…)’”

Y dice más adelante:

“Retomando la idea de que las verdaderas batallas son las de la vida cotidiana (…) ‘La verdadera fe’ de Alfred era la de la entrega a los demás en el heroísmo de las batallas de todos los días (…) Este ideal del heroísmo llano lo proponía Soren Kierkegaard en el mismo siglo de Dickens, y en los mismos años en que escribía sus cuentos de Navidad: ‘Hace falta de nuestra parte poner mucho coraje para cumplir con lo ordinario, y aquel que demuestra tener mucho coraje es sin duda un héroe (…) Para poder calificar a alguien como héroe no se debe tener en cuenta lo que hace, sino, más bien, cómo lo hace. Uno podría conquistar reinos y países sin llegar a ser un héroe, y otro que dominara su estado de ánimo podría demostrar, en cambio, que sí lo es’ (S. Kierkegaard, Aut-aut)”.

martes, 12 de abril de 2016

Dickens y Kierkegaard (I)

“David Copperfield”, de Charles Dickens, capitulo XLIII: “He hecho mis pinitos en otro campo. Con temor y temblor he abrazado la carrera de autor. (…)”.

Mismo libro, capítulo XLVII: “Me acerqué a su figura solitaria con un leve temblor, porque este final siniestro de su caminata decidida y su manera de quedarse parada casi en la cavernosa sombra del puente metálico mirando las luces que se reflejaban sinuosamente en la fuerte corriente, me inspiraba un cierto temor”.

Mismo libro, capítulo LII: “(…) como observa el filósofo danés (…)”

Descubro así que Dickens sabía algo de Kierkegaard y me dedico a buscar en Google.

Así como es evidente que Dickens conocía algo de Kierkegaard, a la inversa no sería tan fácil de saber. Observémos como lo dice un libro llamado “The reception of Charles Dickens in Europe”, editado por Michael Hollington, en el capítulo referido a Dinamarca escrito por Dominic Ransford:

More sophisticated responses to Dickens, in his own lifetime, are hard to find in Denmark. There is little evidence that he had significant impact on many of the major cultural and intellectual figures of the time. N. F. S. Grundtvig (…) does not seem to have left any comments about Dickens; nor, more disappointingly, does Soren Kierkegaard (…), who did not read English (…)”

Para mencionar luego sí a Hans Christian Andersen, cuya relación con Dickens merece un capítulo aparte, pero no es nuestro tema. Eso sí, es evidente que al margen de las relaciones personales, hay alguna afinidad entre los dos autores que estamos tratando. Así lo deja ver el mismo libro:

“(…) twentieth-century critics, from Theodor Adorno to J. Hillis Miller, hace occasionally detected affinities between Dickens’s and Kierkegaard’s sensibilities and philosophical views”.

Hecha esta tentadora presentación, cerramos el post. Porque hay poco tiempo, pero mucho más por decir.

domingo, 20 de marzo de 2016

Cosas de libros que me hicieron ver que el mundo no era tal como yo pensaba

Siempre supe que el mate “como debe ser” era amargo. Hasta que vi que Don Segundo Sombra tomaba dulces. [1]

Siempre pensé que un padre a la antigua (más aún si era de la nobleza) no movía un dedo en la casa. Hasta que vi que el Príncipe Fabrizio Salina servía la comida en la mesa. [2]

Siempre pensé que comer algo para que el mate no caiga tan pesado era una debilidad, hasta que vi que su amigo Larsen había aconsejado eso a Emilio Gauna. [3]

(Ver referencias en los comentarios y… ¡Feliz Semana Santa!)

viernes, 11 de marzo de 2016

Tres canciones paganas de amor

Del mundo que renuncio al amor eterno, seleccionamos hoy tres canciones (porque sí).

La primera es quizás la mejor de las tres, en cuanto al mensaje. Porque si bien se resigna a ese amor que nace y muere sin saber por qué, dice también que seguiremos amando aunque nos haya ido mal. Con ese lenguaje tan peculiar de Regina Spektor, la canción “On the radio”:

No, this is how it works
You peer inside yourself
You take the things you like
And try to love the things you took
And then you take that love you made
And stick it into some
Someone else's heart
Pumping someone else's blood
And walking arm in arm
You hope it don't get harmed
But even if it does
You'll just do it all again
(Regina Spektor, On the radio)

La segunda es una de esas letras ingeniosas de Jorge Drexler. Se llama “Todo se transforma” y busca el consuelo a los amores que nacen y mueren en la recompensa que dan sucesivos amores. Es como conformarse de la muerte con la fe en la reencarnación.

(…) Zapato que en unas horas
buscaré bajo tu cama
con las luces de la aurora,
junto a tus sandalias planas
que compraste aquella vez
en Salvador de Bahía,
donde a otro diste el amor
que hoy yo te devolvería

Cada uno da lo que recibe
y luego recibe lo que da,
nada es más simple,
no hay otra norma:
nada se pierde,
todo se transforma.
(Jorge Drexler, Todo se transforma)

Rush nunca fue una banda que se dedicara a canciones de amor. Pero cuando lo hizo, fue con la distinción que los caracteriza dentro del rock. Como en el tema “Ghost of a chance”. Ellos se conforman con que el amor dure. Y aunque la probabilidad es poca, esa misma posibilidad se presenta como una buena noticia respecto a lo azaroso que, a su criterio, es la vida.

I don't believe in destiny
Or the guiding hand of fate
I don't believe in forever
Or love as a mystical state
I don't believe in the stars or the planets
Or angels watching from above
But I believe there's a ghost of a chance we can find someone to love
And make it last

martes, 8 de marzo de 2016

Por Balmes y Navascués, de vuelta al Adán

En un blog de encuadernación me encontré con las siguientes palabras de Jaime Balmes. En Wikiquote las ponen en citas separadas pero, en fin, van muy bien juntas. Dicen así:

Se ha de leer mucho, pero no muchos libros; ésta es una regla excelente”.
La lectura es como el alimento; el provecho no está en proporción de lo que se come, sino de lo que se digiere”.

Alentado por estas palabras y si Dios lo permite, cuando termine el David Copperfield me dedicaré entonces a una relectura. Y nada menos que del Adán Buenosayres. Pero hay que reconocer que hay un incentivo más. Es que se trata de la edición crítica de dicho libro, que hizo en 2015 Javier de Navascués, utilizando notas del autor y todo tipo de fuentes.

Ya me asomé y hay cosas muy interesantes. Desde la comparación del inicio del prólogo con el inicio del Amalia de José Mármol hasta las comparaciones del “humor angélico” con el “humor satánico” del que habla Charles Baudelaire.

Así que hacia allá iré; después les cuento.

domingo, 6 de marzo de 2016

¿Roll the bones?

"En la calle Monte Egmont arreciaba el escándalo de varones y hembras que, como Lucio Negri, solo entendían el sentido literal de las cosas y se daban enteros a la ilusión de una realidad tan cambiante como sus horas y tan efímera como sus gritos, moscardones ebrios ya con el néctar de aquél día. mugrientos de sudor y polen, zumbantes y golosos bajo un sol que también se pondría como ellos"
(Adán Buenosayres, Leopoldo Marechal)

“¿Por qué pensar por qué o para qué?”, podés decir; “solo viví y listo”, podes decir.
Pero todo “esto” no tiene mucho sentido.
Apuesto a “otro” por si hay “otro”, porque lo que es “esto”… “esto” falla, se termina, no satisface.
¿Aprovecharlo mientras dure? Es como vivir engañado.
Al decir “aprovecharlo mientras dure” lo que querés, en el fondo, aunque no lo pienses, es hacerlo eterno.
Lo vivís como lo único y lo eterno.
Y no es verdad.
Al vivir el momento como si solo el momento fuera lo real, lo que querés es que el momento sea todo y sea siempre.
Yo prefiero no tomarle tanto el gusto a esto. En cierta forma sería un engaño.
Pero no solo por eso.
Si no porque además disfruto viviendo en esto y considerándolo provisorio. (Aunque no lo entienda del todo). Siento que es mucho más realista tomarlo así. Mucho más realista que lo que llaman ser realista.
Porque los que dicen ser realistas (“just the facts”), en el fondo endiosan la realidad. Y la realidad falla. Y un dios que falla decepciona.
Porque es invevitable el deseo de absoluto, de plenitud. Y decir que “solo vivo el momento”, “me atengo a los hechos”, es poner en eso la ansias, conscientes o inconscientes, de plenitud.

A pesar de todo esto, la canción “Roll the bones” es muy buena. Y puede ser muy útil si caemos en la tentación de preguntarnos “por qué a mí”, “por qué ahora” y no hacer nada.

sábado, 6 de febrero de 2016

Volando

"Cuando, por la tarde, sentado con él en lo alto de una loma verde, le veía observar la cometa arriba en el aire tranquilo, solía imaginar que la cometa sacaba su mente de la confusión y se la llevaba cielos arriba: tales eran mis pensamientos infantiles"
(David Copperfield, Charles Dickens)

"Your old man had a cage for his pigeons,
But that's really where he kept his soul,
And when he watched them fly he would see himself,
Least that's how it was told"
(Language of birds, Sting) [*]

"A medida que él recogía la cuerda y la cometa descendía cada vez más de la luz maravillosa hasta cabecear sobre el suelo y pararse como un ser muerto, él parecía despertar poco a poco de su sueño; y recuerdo haberle visto cómo la recogía y miraba en derredor con aire perdido, cual si ambos hubieran descendido juntos"
(David Copperfield, Charles Dickens)

"But his soul was still trapped in the cage son,
While the birds they soared to the sky,
But he couldn't find his own way out,
Least not 'til the day he died"
(Language of birds, Sting) [**]

Son dos cosas distintas, pero parecidas. Uno estaba más loco que otra cosa, el otro no podía expresar sus emociones. Pero ambos parecían poder hacerlo cuando veían el vuelo, uno de un barrilete, otro de las palomas.

[*] Tu viejo tenia una jaula para sus palomas / Pero ahí era donde en realidad guardaba su alma / Y cuando las veía volar se veía si mismo / Al menos así es como fue contado
[**] Pero su alma estaba todavía atrapada en la jaula, hijo / Mientras que las aves se elevaban al cielo / Pero el no podía encontrar su propia salida / Al menos no hasta el día que murió

martes, 26 de enero de 2016

Listas (Dickens y El Panquelero)

Roderick Random, Peregrine Pickle, Humphry Clinker, Tom Jones, El Vicario de Wakefield, Don Quijote, Gil Blas y Robinson Crusoe”. (Los libros que tenía David Copperfield de niño)

Un surtido de patas de cerdo, un enorme acerico, alrededor de media fanega de manzanas, unos pendientes de azabache, unas cebollas españolas, un juego de dominó, un canario en su jaula y un jamón salado”. (Los regalos que va haciendo Barkis a Pegotty en “David Copperfield”, de Charles Dickens)

Este tipo de enumeraciones en otra época me hubieran parecido listas vacías, inventos caprichosos, una ficción sin sentido. Hoy en día me parecen hermosas porque cada cosa me da una sensación, un recuerdo o pura imaginación. Y he aprendido a disfrutar de eso.

Y mientras repaso estas listas que quise escribir, se escucha a Sílvia Pérez Cruz cantando una canción cubana que se llama “El Panquelero” (de un don Abelardo Barroso). Y la canción viene perfecta. Porque ahí está el panquelero pregonando sus productos: “Y aquí traigo el majarete con leche / traigo el rico masarreal / traigo pastelito de coco / traigo rico los pañolos”. Y lo hace tan bien que: “Sus productos provoca comprarle / por oírle tan solo pregonar”.

Por eso así como el panquelero encanta a su clientela, así estoy yo encantado escuchando las listas de Dickens. De solo escucharlas, las quiero tener.

 

martes, 19 de enero de 2016

Verano

¡Qué vacío y callado está el barrio! Da la sensación de que ni el colectivo va a pasar. La señora sentada en la parada parece una viuda esperando el regreso de su marido. El ruido de mis ojotas contra mis talones hace eco en todos los frentes y se escucha tan claro como si estuviera caminando por el patio de casa.

En el barrio estoy en casa. Y en casa puedo viajar lejos (no porque no esté cómodo, sino porque esta es la mejor época para viajar). Abro un viejo libro verde de tapas duras y ahí nomás estoy en Blunderstone, Suffolk, Inglaterra, a mediados del siglo XIX. El pequeño David Copperfield comienza su vida. Y yo soy feliz leyendo a Dickens por primera vez.

Y van lento (pero se van rápido) los días. La pasamos muy bien todos en casa y a veces salimos por la pura convicción de que sería bueno salir un poco.

viernes, 15 de enero de 2016

2015

Mientras esperamos que algún contenido aceptable aterrice en este blog, vamos con el disco del 2015, todo hecho de los hallazgos musicales del año que pasó.

01. Friday I’m in love (The Cure) | Jorge Drexler
“Thursday never looking back”

02. Zamba soltera (Cuchi Leguizamón) | Mariana Baraj
“Pobrecita la Inesita, tiende ancho y duerme solita”

03. Angel in the snow (Whiskey Shivers) | Whiskey Shivers
(Silbido)

04. Pelusitas de totora (Mario Arnedo Gallo) | Dúo Coplanacu
“El silbido se me quiebra, entre suspiro y suspiro”

05. Cançó de suburbi (Josep María de Sagarra/Toti Soler) | Toti Soler y Sílvia Pérez Cruz
“I és tan mesquina i és tan pobra la campaneta del meu cor!”

06. Canto do povo de um lugar (Caetano Veloso) | Vuelta Canela
“Todo dia o sol levanta”

07. Seres extraños (Nicolás Quiroga) | Perotá Chingó (con Nicolás Quiroga)
“Nunca puedo bailar cuando no lo está escuchando el corazón”

08. Pez cachetón de China (Alejandro y María Laura) | Alejandro y María Laura
“Y los peces chicos cuentan chistes en el charco”

09. La metralla (Manuel Campoamor) | Rodolfo Mederos Trío
(Ragtime tango)

10. La complainte de la butte (Jean Renoir/Georges Van Parys) | ZAZ
“En haut de la rue St-Vincent…”

11. Limelight (Rush) | Rush
“Living on a lighted stage approaches the unreal”

12. Alunados (Jorge Fandermole) | Jorge Fandermole
“Y la noche, como quien da su fortuna…”

13. La plumita (Arsenio Aguirre) | Wagner Taján
“Si al norte ella se fuera, sería la reina...”

14. Xanadu (Rush) | Rush
“Time and man alone”

15. Las habladurías del mundo (Luis Alberto Spinetta) | Pescado Rabioso
(La batería)

16. Moving parts (Swear and Shake) | Swear and Shake
“The human heart did burn bright”

17. Vidala de la estrellas (Jorge Fandermole) | Jorge Fandemole
“Flor del camino largo, no te marchites”

18. Mi bandeña (Félix D. Palorma) | Dúo Coplanacu
“En un horcón se hamacan todas mis esperanzas”

19. Suddenly (Swear and Shake) | Swear and Shake
“Sing to me sweetly of the end”

20. Meu meniño (Félix Pérez Diz/Sílvia Pérez Cruz y versos populares) | Sílvia Pérez Cruz (con Félix Pérez Diz y Toni Pérez Diz)
“Miña nai, miña naiciña”