lunes, 27 de diciembre de 2004

Volviendo al mundo

Albahaca y cedrón,
tomillo y laurel,
el Niño se duerme
al amanecer*
Ya reinsertados en este mundo que no reconoce mucho Navidades ni otras alegrías, me tocó ir a las oficinas del centro, al piso doce. Desde ahí se ve, desde arriba, la Iglesia de San Juan Bautista. Se ve lo que no vemos desde abajo, algo como la vista superior del plano en el que fue concebida. Es otra imagen, es otra cosa lo que dice. Escuché alguna vez que las iglesias se hacían muy altas para que esto afecte la sensibilidad del fiel en cuanto a su pequeñez respecto a Dios... ¡y los fieles (o infieles) hicimos luego el piso doce para "mirar al templo desde arriba"! E hicimos mucho más que doce, por supuesto.
Pero podemos valernos de este piso doce y su vista. Buenos pensamientos pueden surgir de esta contemplación "a la inversa" del templo "edificado alto para causar sensación de pequeñez" que ahora vemos pequeño y desde arriba. No voy a traer aquí más pensamientos que el que ya escribí. Y si dudamos de las propiedades benéficas de vistas como ésta, no hay mayor tranquilidad que bajar, meterse en la iglesia y mirar un rato para arriba. Y chau.
* Misa Criolla

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