miércoles, 14 de diciembre de 2005

Adentro y afuera (y algo de Karol Wojtyla)

El año se va yendo y cuando debemos entrar un poco dentro, el mundo nos da miles de razones para salir afuera.

Encontré un papelito de hace unos meses que comprueba que ando siempre pensando en esto. Estaba escrito todo en mayúscula y decía:
Nada
Hacer
Solo
Estar
Requiere esfuerzo
No lanzarse
A las cosas
Más que esfuerzo, oración. Pero es trabajoso colgar los guantes (del trabajo o de los miles de entretenimientos) y disponerse a orar. De hecho, acá estoy escribiendo una entrada, en vez de "hacer silencio". Por lo menos estoy diciendo que no puedo dejar de hacer cosas; una especie de sublimación.
Se va yendo el año y entre recogimientos y actividades no quedará mucho tiempo para lecturas. Me iré del 2006, casi seguro, leyendo un libro de poesías de Karol Wojtyla que quiero disfrutar (y eso para mí es "leer lento" y, de yapa, gracias a Internet: escribir entradas al respecto; para masticarlo).
Por pasajes me cuesta. Es mi poca imaginación, es estar cansado, es quizás conocer poco el tema, conocer poco la historia, o puede ser el hecho de que sea una traducción de un idioma que no es muy similar al nuestro (digo yo, supongo).
Y hablando de idioma, unos fragmentos del poema en prosa "Cuando pienso: Patria...":
Cuando se escuchan en torno diversas lenguas, una sola —la propia— tiene resonancia para nosotros.
Ella se clava en el pensamiento de las generaciones, se derrama alrededor de nuestra tierra, se convierte en el techo de la casa en donde estamos reunidos.
Fuera de esta casa, resuena raramente (en los grupos de hombres que hablan a nuestro alrededor, islas en el océano de la palabra universal, no encuentro ya mi propia ola).
Los activos de mi tierra no han aumentado; si el len­guaje ha manado más allá, es para perderse en canales que se secan.
La lengua de mis padres, aquella de naciones que no lo han acogido: que han dicho "demasiado difícil", "superfluo".
En las grandes asambleas de los pueblos, hablamos otra lengua que la nuestra. Nuestro propio lenguaje nos encierra entre nosotros: nos reúne, pero no nos abre el mundo.

1 comentario:

AleMamá dijo...

¡Claro que debe ser difícil el deber aprender una lengua extraña para hablar de lo tuyo, de tu Patria! ¡qué maravilla tener el castellano como lengua común por acá! es posible entendernos hablando: ojalá nos escuchemos.