viernes, 9 de diciembre de 2005

Antígona: justicia y compasión (400)

Muchas veces la opción del amor por el pecador puede llevarnos a querer justificar el pecado. Otras veces no lo hacemos, y bien está, pero hay quien lo interpreta del primer modo. Por ejemplo: uno de dos rivales nos ve defender al otro, pecador, en un aspecto que trasciende a la lucha que ellos tienen (derecho a poder arrepentirse un condenado, por ejemplo), y piensa que estamos atacándolo a él, piensa que estamos tomando partido. O a veces tememos llorar por la suerte de un desafortunado porque pareciera que estamos justificando su accionar, cuando lo que estamos haciendo es simplemente lamentarnos por su persona, por su alma, como cristianos que somos.
Recuerdo aquella película en que la monja que ayudaba a un asesino condenado a muerte a "arrepentirse" era increpada por los padres de la víctima, creyentes, que le recriminaban buscar la salvación del criminal y estar “en contra de ellos”, que eran de su comunidad (en "Mientras estes conmigo" o "Dead man walking").
O pienso en las muchas veces en que nos sucede que al conocer de la muerte de alguien (fríamente, como conocemos de esas cosas en los medios de comunicación), cometemos la falta de caridad de, en vez de lamentarnos, fijarnos en "la vida que llevaba" esa persona. Claro, el ejemplo alecciona, el ejemplo ahí está, y en su dureza puede ser enseñanza: llevó mala vida y así terminó. Pero a veces tenemos que revisar cuál es el sentimiento que está en nuestro corazón, donde debe haber compasión.

Así que ahí está Antígona, pero esta vez de apellido Vélez, a cargo de Marechal, dialogando con su hermana (émulo de Ismene) y aclarando algunas cosas:
Carmen: Dicen que traicionó a su casa.
Antígona: ¡No lo sé ni me importa! Que lo digan los hombres, y estará bien dicho. Yo sólo sé que Ignacio Vélez ha muerto. ¡Y ante la muerte habla Dios, o nadie!
Es interesante porque no niega la posible culpa de su hermano, “estará bien dicho” que traicionó a la casa. Pero ella se está fijando en el algo más, que no invalida lo dicho por los hombres.

Se me ocurre pensar que la mujer tiene más facilidad que el hombre para estas cosas de la compasión. El hombre se aferra más a la justicia, que no sabe dejar de lado cuando es hora de ver otras cosas. Hay grados, por supuesto. Y excepciones. Pero fíjense que Antígona fue mujer. Y Antígona Vélez hace la referencia a los hombres como los que hablan de justicia.
Y así cerramos la entrada número cuatrocientos (y terminamos por ahora con Antígona).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicitaciones (400)

Anónimo dijo...

FELICITACIONES HERMANO!!!! perseveremos en la palabra!!!
Tengo que comentarte tus escritos de Antígona, yo ando en algo polémico, si peudes ayúdame, un abrazo.
Carlos