Me arriesgo a seguir jugando con esas palabras. Lo que pone Hernán me viene bárbaro para lo que estaba yo pensando estos días. Rescato el fragmento de Danielou donde dice:
(...) la razón no puede sondear ese misterio, pero, al menos, puede conducirnos a él y en eso consiste su misión: conduce al espíritu hasta sus fronteras.
Es un gran ejemplo de como sirven fe y razón juntas. Y yo creo que está también el camino inverso para ver esa unión. Sería algo así. Conocemos una verdad por fe. (Y creemos en esa verdad por un encuentro con una persona, que es imagen de otra Persona, que me la da a conocer -ahí la importancia de la "afectividad" o del "corazón", si es que es correcta esa palabra para referirse a la confianza en otro, al amor del otro hacia mí). Luego, a partir de esa verdad, inferimos otras inferiores por medio de la razón.
Vemos que la verdad inicial no la podríamos haber descubierto con nuestra razón, porque la supera a esta. Pero vemos que es "razonable", o sea, al menos "puede ser". Y vemos que de esa verdad se infieren otras que, además de ser obra de la razón, se comprueban como medios efectivos para la felicidad si vivimos de acuerdo a ellas. Así se satisface nuestra razón y no queda disminuida.
En fin, hay como dos caminos, "por la razón a la fe" y "desde la fe con la razón" (dicho así en forma muy analítica, con todos los riesgos que ello conlleva).
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