Adán Buenosayres, parado junto al cíclope, levantó sus ojos hasta el Cristo de la Mano Rota y se dijo que Polifemo tenía razón. Allá, sobre el pórtico de San Bernardo, el Cristo de la Mano Rota contemplaba la calle desde sus alturas; (...) ¿Qué tenía en su mano de cemento, en aquella mano rota quizá de una pedrada?
"Un corazón o un pan. Día y noche lo está ofreciendo a los hombres de la calle. Pero los hombres de la calle no miran a lo alto: miran al frente o al suelo, como el buey. ¿Y yo?"
Abatido el rostro, Adán paladeó un instante su antigua y reiterada zozobra.
"Un pez que se agita, clavado en un anzuelo invisible. La caña del pescador está sin duda en esa mano rota."
Gracias por los saludos. Vamos por un nuevo período, con algunos sencillos cambios.
4 comentarios:
Qué bueno que te quedó!!!
Muy bueno, me gustó el pescadito y el post explicativo también, sobrio y sugerente diría una crítica de cine, se ve que fue un fin de semana productivo
Bonito post.
Gracias.
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