Estaba pensando ahora si sería que de este fuego del brasero encendido que es mi Dios, saltaba alguna centella y daba en el alma, de manera que se dejaba sentir aquel encendido fuego, y como no era aún bastante para quemarla y él es tan deleitoso, queda con aquella pena y al tocar hace aquella operación; y paréceme es la mejor comparación que he acertado a decir.
Por ser tan pobre no puedo llegar a comprender ésto (sólo lo podría comprender plenamente una mística, como Santa Teresa, estimo). Pero, ¡qué atractiva imagen ésta con la que ella nos relata sus experiencias, y no aún las mayores, según tengo entendido, que aún va por las sextas moradas!
(¡Las cosas que deben aguantar los que lean este blog! Tómenlo como un comentario muy íntimo de un ignorante, en confianza, una confesión de pobreza).
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